PÚBLICO/ IRINA HAUSER Y RAÚL KOLLMANN (PÁGINA 12).- El informe señala que los integrantes de Revolución Federal organizaron «mensajes de odio y actos intimidatorios», que culminaron con la tentativa de homicidio. Entre los detenidos se encuentra la hija del ex entrenador argentino Coco Basile.
Casi dos meses después de que un radical apuntase con una pistola al rostro de la vicepresidenta argentina, Cristina Fernández de Kirchner, la policía del país ha arrestado a otros cuatro miembros de la agrupación ultraderechista Revolución Federal, que presuntamente habrían maquinado el intento de asesinato. El grupo, organizado por Jonathan Morel y Leonardo Sosa, del que luego formaron parte Gastón Guerra y Sabrina Basile, hija del ex seleccionador argentino Coco Basile, está acusado de «planificar, coordinar y difundir distintos tipos de mensajes de odio, escraches, actos intimidatorios y manifestaciones, cuyo acto más trascendente resultó ser el intento de homicidio de Kirchner», según dicta el informe del fiscal.
En estos términos, el fiscal Gerardo Pollicita pidió la detención de los cuatro integrantes de la formación de extrema derecha, que el juez avaló y encomendó a la Policía de Seguridad Aeroportuaria (PSA). Primero fueron arrestados los tres varones y luego Basile, que se entregó a la policía. La PSA, también por orden del juez, registró las oficinas de Caputo Hermanos, la firma ligada al exministro macrista Luis Caputo, que es investigada por el presunto financiamiento de Revolución Federal.
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«Al kirchnerismo cárcel o bala», «van a correr», «todos presos, muertos o exiliados», «no vamos a cantar el himno, vamos a exigir renuncias», «¿no se quieren ir? Los vamos a sacar», fueron algunas de las consignas del grupo en sus cinco meses de existencia. Sus manifestaciones violentas y eventos en redes sociales llegaron a incluir amenazas de muerte dirigidas a Cristina Fernández de Kirchner, Alberto Fernández y Máximo Kirchner, hijo de la vicepresidenta.
La vicepresidenta de Argentina, Fernández de Kirchner (C), sale de su apartamento un día después de que un hombre le apuntara con un arma cargada.
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RAÚL KOLLMANN (PÁGINA 12) / IRINA HAUSER (PÁGINA 12)
Nexo con el atentado
Las detenciones se produjeron después de que la vicepresidenta se presentase como querellante en la causa sobre el grupo extremista Revolución Federal y advirtiera de la probable participación directa de sus miembros en el atentado contra su persona. Previamente también había salido a la luz que Morel, una socia y una ex pareja habrían recibido 8,7 millones de pesos de la empresa Caputo Hermanos por supuestos trabajos de carpintería. Las oficinas de la firma fueron allanadas junto a otros nueve domicilios. El abogado de Morel, Nilo Medina, reconoció a este diario que la carpintería del líder de Revolución Federal no hizo los muebles.
El juez y el fiscal Pollicita habían sostenido la existencia del posible nexo entre Revolución Federal y el intento de homicidio, a partir de expresiones y hechos en días y meses previos que podían preanunciarlo. Por este motivo, pasaron la causa a manos de la jueza María Eugenia Capuchetti, que investiga el atentado. Capuchetti la ha devuelto porque no ve relaciones hasta el momento.
En los últimos días se conocieron nuevos datos que la Justicia deberá analizar. Fernando Sabag Montiel, primer detenido por apuntar con la pistola a la cabeza de Cristina Kirchner, solicitó a la jueza un abogado particular. El mensaje de Sabag parece un reclamo: si alguien lo metió en esto, que se ocupe de sacarlo.
Detenciones y razones
Las detenciones de los cuatro miembros de Revolución Federal fueron pedidas por Pollicita, tras considerar que la reiteración de hechos violentos y amenazas eran indicio de peligrosidad. Según el informe del fiscal, se pudo corroborar que desde mayo Morel, Sosa, Guerra y Basile, amparados por la agrupación ultraderechista, «incitaron a la persecución y al odio contra determinadas personas a causa de sus ideas políticas» y, en ese contexto, atentaron contra el orden público. Según el documento, al que accedió Pagina 12, Sosa y Morel organizaron al grupo, que fue ganando adeptos «con el objetivo prioritario aunque no único de que los kirchneristas tuviesen miedo de salir a la calle». Para Revolución Federal, la calle estaba «dominada por la izquierda».
Los arrestos llevan implícito un mensaje para frenar la escalada de la violencia, que alimentan grupos libertarios y de ultraderecha. Morel fue detenido en Paraná, en la casa de su novia. Por su parte, Sosa y Guerra se localizaban en sus respectivos domicilios. La cronología de los hechos demuestra la existencia de un esquema delictivo guiado por un hilo conductor, que tuvo como fin principal imponer las propias ideas de la agrupación y combatir las ajenas por medio del temor.