elDiario.es.- Un juez considera que los rezos ininterrumpidos ante la clínica Acuario no son “actos intimidatorios” para las mujeres que acuden al centro privado.
La clínica Acuario está situada en una tranquila calle no demasiado céntrica de Valencia. Desde el pasado 28 de septiembre, miembros de una campaña inspirada en los movimientos ultraconservadores de Estados Unidos se plantan por turnos cada jornada rezando frente al centro médico privado en el marco de una iniciativa llamada ’40 días por la vida’. La clínica, entre otros servicios, ofrece la interrupción voluntaria del embarazo desde la legalización del aborto en 1985. “Cuando las mujeres vienen a hacer una interrupción del embarazo es un momento muy delicado y cualquier cosa las pone nerviosas, se sienten intimidadas”, denuncia Consuelo Perales, gerente de la clínica.
A pocos metros, en la acera de enfrente, tres mujeres rezan el rosario sin interrupción en una calle prácticamente desértica mientras una de ellas sostiene un cartel. La campaña organiza rezos continuados durante 40 días (con turnos de una hora) frente a clínicas que practican la interrupción voluntaria del embarazo y asegura contar con un millón de voluntarios en 65 países. También dicen haber cerrado 131 “abortorios”, tal como llaman a las clínicas, y haber conseguido 242 “conversiones” de trabajadores de la “industria del aborto”, aunque su página web no da más detalles sobre los resultados de esta campaña (“la movilización más grande de la historia”, afirman).
Las tres mujeres que a media mañana de este martes permanecían de pie frente a la clínica aseguran que sólo rezan el rosario y que, si alguna de las mujeres que acuden a la clínica se dirige a ellas, le proporcionan un teléfono de una suerte de “supervisor” que les puede proporcionar ayuda a la maternidad. También reconocen que ninguna de las usuarias de la clínica les ha pedido ayuda de ningún tipo.
La clínica Acuario fue el primer centro autorizado por la Conselleria de Sanitat para realizar abortos en Valencia. Su fundador, el ginecólogo Pedro Enguix, fue encarcelado dos veces antes de la aprobación de la ley que permitió la interrupción libre del embarazo, aprobada en 1986. En sus más de tres décadas de trayectoria, la clínica ha sufrido todo tipo de acosos por parte de la extrema derecha, tal como recuerda su actual gerente. “Siempre ha estado dentro de nuestro hacer el seguir ayudando a las mujeres en todo, tanto en el parto como en el seguimiento del embarazo, como en el aborto, en la planificación familiar o con las enfermedades de transmisión sexual”, abunda Consuelo Perales.
Una doctora del centro que desea permanecer en el anonimato señala que la presencia de los activistas frente a la clínica constituye “un elemento más” que agrava que las usuarias estén “agobiadas”. La profesional recuerda que este tipo de acosos organizados afecta a centros de toda España: “Corresponde a un movimiento general que parece que vaya en aumento y es una de las cosas que más nos preocupan”, afirma.
En su página web, ’40 días por la vida’ convoca a sus 202 voluntarios en Valencia ante la clínica Acuario, indicando la dirección y un cronograma con los turnos. La organización ultraconservadora también exhibe en sus redes sociales un video del obispo José Ignacio Munilla de apoyo a la campaña de acoso. “Que sepáis que no estáis solos”, dice Munilla en el video, en el que da su bendición al proyecto ’40 días por la vida’.
No son “actos intimidatorios”, según un juez
La gerente del centro considera que las actividades de los ultras constituyen “actos molestos” contra las usuarias, tal como está tipificado en el Código penal desde su reciente modificación “para penalizar el acoso a las mujeres que acuden a clínicas para la interrupción voluntaria del embarazo”. La misma campaña acudió a la puerta de la clínica durante 40 jornadas, entre febrero y abril de este año, antes de la modificación legislativa. En esta segunda fase —otros 40 días— con la modificación del Código Penal en vigor, la gerente denunció el acoso en una comisaría de la Policía Nacional.
“El día que puse la denuncia había dos sacerdotes”, recuerda Consuelo Perales. Los activistas, según la denuncia, portaban pancartas con lemas como “Mujer, nosotros te ayudamos” o “Rezamos por tu hijo y por ti”. Sin embargo, el titular del Juzgado de Instrucción número 20 de Valencia dictó un auto de sobreseimiento provisional. La resolución del pasado 5 de octubre, a la que ha tenido acceso este diario, sostiene que del relato de la denuncia y de los atestados policiales no se desprende que hayan producido “actos intimidatorios contra los empleados de la clínica o posibles pacientes de la misma”.
La página web también incluye un protocolo de actuación en el que aseguran que la modificación del Código Penal no les afecta: “Esta ley no va con nosotros”. Incluso considera que “esta nueva redacción es mejor que la anterior”. “Nuestra labor consiste en rezar pacíficamente por lo que en ningún momento se produce una acción de acoso”, reza el protocolo. La reciente modificación legislativa del Código Penal considera “imprescindible garantizar una zona de seguridad alrededor de los centros sanitarios que facilitan la interrupción voluntaria del embarazo”, según el preámbulo.
La Policía Nacional ha acudido varias veces tras llamadas de los trabajadores del centro o de vecinos. “Les toma los datos y ya está, en principio dicen que no pueden hacer nada”, relata la gerente, que pide que la ley aleje este tipo de movilizaciones a un centenar de metros de la entrada de las clínicas. “Si Dios existe, les dará igual que recen aquí delante o que recen a cien metros o en sus espacios de culto”, reflexiona Consuelo Perales. Además, la clínica ofrece otros servicios que nada tienen que ver con la interrupción voluntaria del embarazo, desde planificación familiar hasta nutrición y dietética.
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Los profesionales del centro han comunicado la situación a la Asociación de Clínicas Acreditadas para la Interrupción del Embarazo (ACAI). La Asamblea Feminista de Valencia considera que se trata de “coacciones inadmisibles” y rechaza “cualquier tipo de acoso hacia las mujeres que deciden de forma legítima y autónoma qué hacer con su cuerpo”.
Las tres mujeres siguen completando su turno con el rezo ininterrumpido del rosario frente al centro médico privado mientras la campaña llega al ecuador de su calendario. “Son incapaces de aceptar que haya otras maneras de pensar, que las mujeres tengan derecho a decidir sobre su propio cuerpo”, lamenta la gerente de la clínica Acuario.