PÚBLICO/LARA VILLALÓN.- Estambul sigue siendo un refugio para las personas LGTBI de la región, pero las presiones gubernamentales y el discurso de odio propugnado desde las instituciones turcas pone en riesgo los avances logrados por la comunidad.
Hace más de un lustro que las autoridades turcas apenas dan permisos para organizar protestas en la calle. Se han prohibido huelgas de sindicatos, manifestaciones feministas, declaraciones de prensa ante los juzgados e incluso conmemoraciones a víctimas de terrorismo. Sin embargo, a finales de septiembre, la Gobernación de Estambul dio luz verde a una marcha llamada la Gran reunión familiar, que pedía el cierre de asociaciones LGTBI y la prohibición de expresiones de apoyo a la homosexualidad en el espacio público.Al encuentro se apuntaron unas 150 asociaciones, unas de índole ultranacionalista y otras islamistas. Esta marcha, inspirada en protestas anti LGTBI en Serbia, estaba organizada por Kürsat Mican, un conocido agitador de extrema derecha con antecedentes penales por un ataque a una sinagoga. La comunidad LGTBI acusó a la organización de promover ataques de odio y criticó a las autoridades por permitir el evento. «Que se reúnan para que podamos ver quiénes son. Que quede grabado en nuestra memoria social e histórica», señaló en un comunicado LISTAG, organización de familiares de personas LGTBI.
La institución que controla las emisiones audiovisuales en el país, RTÜK, emitió un anuncio de la protesta anti LGTBI como si fuera publicidad institucional. Por su parte, el viceministro de Cultura turco, Serdar Cam, animó a la ciudadanía a acudir a la manifestación para «proteger a sus hijos de quienes quieren pervertir a las generaciones futuras». «El problema de ese encuentro es que fue patrocinado por el Estado. Este tipo de eventos no provocan un impacto de un día, sino que crean una atmósfera anti LGTBI e incentivan los ataques contra la comunidad», explica Yildiz Tar, activista y miembro de Kaos GL, unas de las organizaciones LGTBI más grandes del país.
La homosexualidad se despenalizó a mediados del siglo XIX durante el Imperio Otomano y sigue amparada por la actual Constitución turca. Desde los años 90 existe un movimiento activo por la defensa de los derechos de los homosexuales, que amplió sus libertades para asociarse y manifestarse durante los primeros años del Gobierno de Recep Tayyip Erdogan en la primera década de los 2000. Turquía, y en especial Estambul, es conocida como la capital de ocio para personas LGTBI de la región y un hogar para refugiados que escapan de amenazas por su condición sexual.
Sin embargo, organizaciones LGTBI alertan del creciente discurso de odio y la presión sobre la comunidad LGTBI por parte de las autoridades turcas. «Llevo en el movimiento desde hace más de una década y recuerdo que en la marcha del Orgullo en 2009 éramos unas 300 personas, pero empezó a crecer y en la última protesta en 2014 fuimos 100.000», explica Yildiz Tar. «En 2015 todo cambió. La Policía atacó la marcha del Orgullo y el Gobierno empezó a usar la opresión como forma de lidiar con las demandas de igualdad de la comunidad LGTBI». «Cualquier demanda es reprimida de forma sistemática», lamenta.
Ese año las autoridades turcas prohibieron la marcha del Orgullo argumentando que coincidía con el ayuno del mes de Ramadán y podría resultar ofensiva para las personas religiosas. Pese a que la Policía había cerrado la calle más comercial de Estambul para evitar la protesta, miles de personas salieron a manifestarse. «Tras esta prohibición empezaron a aparecer en la prensa artículos contra la comunidad LGTBI. Muchos periódicos afirmaban que recibimos fondos de la UE y que el objetivo de estas ayudas es desbaratar la estructura familiar turca», describe Hevi LGTBI, una asociación que protege los derechos de los kurdos y refugiados LGTBI en Turquía.
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Desde entonces la presión de las autoridades ha ido a más. La Gobernación de Ankara prohibió todos los eventos LGTBI durante tres años «por motivos de seguridad» y tampoco se han permitido protestas puntuales en otras ciudades como Estambul o Esmirna, ni actividades en universidades de temática LGTBI. La homosexualidad también fue uno de los argumentos del Gobierno para forzar la salida de Turquía del Convenio de Estambul, un tratado internacional contra la violencia machista.
Los ataques al colectivo también son comunes en los discursos del Gobierno. Al inicio de la pandemia del coronavirus, el responsable del ministerio de Asuntos Religiosos, Ali Erbas, señaló que la causa del virus eran las personas que padecían VIH y la comunidad LGTBI. Mientras, Erdogan advertía recientemente de que «algunas personas buscan normalizar las perversiones que han sido condenadas a lo largo de la historia» e instaba a los jóvenes a «tomar posición contra los que exhiben herejías». La presión de las autoridades culminó en la marcha del Orgullo del pasado junio, con 373 detenidos en Estambul y otras dos docenas de arrestos en otras ciudades.
Las organizaciones LGTBI enmarcan estas prohibiciones en una reducción generalizada de derechos y de libertad de expresión de la sociedad civil, organizaciones humanitarias y partidos opositores. «El Gobierno intenta mantener por todos los medios el apoyo de grupos conservadores y nacionalistas. Los mejores ejemplos de ello son la salida del Convenio de Estambul y la conversión de Santa Sofía en mezquita», explica Hevi LGBTI. «Para influir en la masa de votantes se crea la percepción de que estos temas son el único problema de la sociedad e intentan imponer esta agenda. Sin embargo, las encuestas muestran que el mayor problema de la sociedad es la economía», añade. «Primero crean el problema y luego tratan de convertirlo en una victoria».
Estos impedimentos han forzado a la comunidad LGTBI a crear nuevas acciones para poder seguir desarrollando su activismo en el día a día. Cuando la Gobernación de Estambul anunció a finales de mayo que prohibía todas las actividades del mes del Orgullo, las asociaciones comunicaron horas después que todos los debates, conferencias y proyección de películas se harían de forma online. «Siempre encontramos nuevas formas de estar presentes y continuar con nuestra lucha. El Gobierno intenta encontrar nuevas formas de seguir ejerciendo presión pero estamos preparados para organizarnos de otra forma», explica Yildiz Tar. Kaos GL advierte que hay que diferenciar entre los discursos políticos y la sociedad. «Por nuestro trabajo viajamos por todo el país y la mayoría de la sociedad no es tan homófoba como estos discursos políticos. Hay mucha gente que quiere apoyar al movimiento LGTBI. Debemos tenerlo en cuenta», advierte.
Por su parte, la asociación Hevi LGTBI remarca que la comunidad LGTBI contribuye en gran medida «al desarrollo del movimiento de la sociedad civil turca» y que todos los movimientos terminan ayudándose unos a otros para poder seguir en las calles. «Sabemos que el Gobierno seguirá trabajando para mantener esta base conservadora y nacionalista. Ellos ven a la comunidad LGTBI como el grupo más débil para atacar dentro de la oposición, pero nosotros estamos cada vez más organizados», sentencian.