elDiario.es.- La comparsa We can do… Carnaval ha sido una de las grandes triunfadoras del Carnaval de 2022 en el COAC de Cádiz. Se trata de la primera comparsa que se proclama feminista abiertamente y ha tenido que pagar el precio con amenazas directas en las redes sociales. Sobre todo después de que hicieran historia pasando a la final del Teatro Falla, algo que ha provocado una reacción entre aficionados y rivales en las tablas. Marta Ortiz, autora de la agrupación, habla con este periódico para analizar la montaña rusa de emociones vividas en estos días.
“La experiencia ha sido abrumadora tanto para lo malo como para lo bueno. Lo bueno no era previsible porque no esperábamos dar este zapatazo y poner boca abajo el teatro y las redes. Sí era previsible que la sacudida al patriarcado sacara la misoginia, a partes iguales que el amor. Eso pasa en cualquier movimiento revolucionario y mucho más si va de la mano del ataque directo al patriarcado y de sus formas. Ha escocido y es el germen necesario para un cambio hacia otro Carnaval y una sociedad más feminizada y por eso nos sentimos muy realizadas”, explica.
“Visión infantil” del jurado
“El problema viene cuando le quitas el sitio en la final a un señoro, a una institución o dos. Se justifica nuestra valía alegando motivos políticos y oportunistas, que si había un jurado feminazi… Son absolutamente incapaces de reconocer que unas mujeres hayan hecho un buen trabajo para una opinión siempre subjetiva de un jurado. No reconocen que para cinco personas hemos sido mejores que ellos. Igual que el año próximo volveremos a serlo o no, y no pasará nada. Cuesta mucho y para eso estamos aquí, para dar guerra”, remarca Marta.
No quiere entrar en detalles, pero admite que ha vivido momentos delicados por la actitud de aquellos que no han sabido encajar con naturalidad el fallo del jurado, que estaba formado por varias mujeres que también han sido muy criticadas: “Ha habido amenazas explícitas a mi persona. Son las formas más claras de patriarcado. Después hay otras formas más sibilinas que se manifiestan a través de declaraciones deleznables de compañeros que han cuestionado el trabajo y la capacidad para juzgar de las mujeres que componían el jurado. Han llegado a decir que el jurado se ha dejado llevar por una visión infantil”.
“Está bien que se vayan quitando las caretas. Así una sabe por dónde pisa y por dónde hay que seguir la lucha y no estar cegada. Una vez pasado el disgustillo de ver que seguimos en el Paleolítico, una se empodera y dice que una cosa es ser humilde y otra es el pisoteo a tu dignidad. Me refiero a comentarios en Twitter y también a comentarios de compañeros que se han mostrado como auténticos machistas”, lamenta la autora.
“Mi objetivo era que el mensaje calara”
En general, hace un balance muy positivo de la experiencia porque siente que su mensaje ha calado: “Yo tengo mucha fuerza porque el amor al final siempre vence al odio. Por las calles las niñas van vestidas de We can do y eso es muy bonito. La gente se sabe las letras, nos siguen donde cantamos y mi Carnaval es para eso, todo lo demás ha venido por añadidura. Mi objetivo era transgredir y que el mensaje calara, por lo que no me puedo sentir más feliz”.
Marta militó en los inicios de Podemos y también en colectivos feministas y ahora ve cómo su creación va calando. “Me han hablado compañeras de Rota y de Huelva para decirme que se van a animar a escribir después de ver nuestra comparsa. Eso es maravilloso porque es un efecto dominó. Si eso pasa, ya me puedo retirar. Hemos empezado a actuar en Facultades de Cádiz como Filosofía y Letras y tenemos varios contratos con los departamentos de Igualdad. Es como un sueño”.
“Por suerte el Carnaval traspasa todo y me ha llegado una oferta muy bonita de la editorial La Galatea y hay proyectos todavía por definir con perspectiva de género y feminista”, finaliza.