NAIZ. Las autoridades ruandesas han celebrado los entierros oficiales en el Memorial del Genocidio de cerca de 9.200 víctimas del conflicto que asoló a a este país y al vecino Burundi en 1994.
Las autoridades de Ruanda procedieron este jueves a enterrar los restos de cerca de 9.200 víctimas en el Memorial del Genocidio en Nyanza, situado en los alrededores de la capital, Kigali.
Según el diario ruandés ‘The New Times’, los cadáveres de 9.181 víctimas fueron exhumados en distintas zonas de los distritos de Nyarugente y Kicukiro y trasladados al memorial para «un entierro digno» después de las matanzas ocurridas hace tres décadas.
La mayoría de los restos, cerca de 9.000, fueron descubiertos en Kabuga-Gahoromani, un barrio densamente poblado en los alrededores de la capital, mientras que 181 fueron localizados en el Hospital Universitario de Kigali (CHUK) y el sector de Mageragere, en el distrito de Nyarugenge.
El funeral fue organizado dentro de los actos por el 28º aniversario del genocidio de 1994 y contó con la asistencia del alcalde de Kigali, Pudence Rubingisa, quien lamentó que «aún se estén exhumando víctimas del genocidio», para añadir que «las autoridades trabajan para continuar estos esfuerzos».
«Dar un entierro decente a las víctimas juega un gran papel a la hora de sanar los corazones heridos de los supervivientes del genocidio y allana el camino para promover la unidad y la reconciliación», argumentó. «Aún estamos buscando y recopilando pruebas», explicó.
Por su parte, el ministro de Unidad Nacional, Jean-Damascène Bizimana, pidió a los supervivientes de la masacre que sigan mostrando resiliencia y criticó que «los que ocultan información [sobre el lugar donde fueron enterradas las víctimas] siguen queriendo dañar a los supervivientes, en un signo de ideología negativa y negación».
Genocidio del 94
Alrededor de 800.000 ruandeses, la inmensa mayoría de ellos tutsis y hutus moderados, resultaron muertos a manos de extremistas hutu durante cerca de tres meses en 1994. A día de hoy todavía se están descubriendo fosas comunes, especialmente desde que los condenados que han cumplido sus penas han aportado información sobre el lugar en el que enterraron o abandonaron a sus víctimas.
Las raíces del conflicto se remontan varias generaciones, si bien la muerte el 6 de abril de 1994 del entonces presidente de Ruanda, Juvenal Habyarimana, al ser derribado su avión –en el que también viajaba el mandatario de Burundi, Cyprien Ntaryamira– desencadenó rápidamente unas matanzas encabezadas por la milicia hutu Interahamwe.
Este grupo armado lanzó una campaña de ejecuciones que se prolongó durante 100 días, en muchas ocasiones despedazando a sus víctimas en sus casas, en iglesias, estadios de fútbol o en barricadas.
De esta forma, el Gobierno de Ruanda compuesto por hutus trató de exterminar a la población tutsi del país, que se calcula que perdió a un 70 % de sus miembros. En consecuencia, según distintas fuentes, llegaron a matar entre 500.000 y un millón de personas.
Finalmente, el genocidio fue detenido después de que el Frente Patriótico Ruandés (FPR), liderado por el actual presidente del país, Paul Kagame, e integrado por tutsis opuestos al Gobierno de Habyarimana, se hiciera con el control de la capital.