Los «lobos blancos» de la ultraderecha europea acumulan armas y se fanatizan en las redes al calor de las matanzas en EEUU.

, , , | 28 mayo, 2022

PÚBLICO/DANILO ALBIN@DANIALRI.- Distintas investigaciones advierten sobre el incremento de las actividades de individuos y organizaciones neonazis y de supremacistas blancos en Europa. En la última redada de este tipo en España se incautaron armas y explosivos.

El odio ultraderechista huele a pólvora. Hay quienes aprietan el gatillo y se deleitan en un baño de sangre; están también los que se nutren de armas y explosivos, a la espera de dar el paso. A un lado u otro del Atlántico, los sueños de muerte son los mismos. Las víctimas soñadas, también. Es el supremacismo blanco con pistola. Es la amenaza del terrorismo de extrema derecha.

«Lo que necesitamos es resiliencia. Necesitamos que estos atentados no se produzcan, que las ideas que impulsan a estos terroristas no encuentren un terreno fértil», se vio obligado a escribir el activista noruego Bjørn Ihler hace pocos días. En su ordenador y en los de todo el planeta volvía a parpadear una noticia horrenda proveniente de EEUU: un supremacista blanco acababa de asesinar a 10 personas en Buffalo. Lo transmitió en directo por internet. Tuvo 22 espectadores.

Ihler sabe de lo que habla: en 2011 sobrevivió a la matanza ejecutada por el ultraderechista Anders Breivik en la isla de Utøya, donde asesinó a 68 personas. El terrorista de Buffalo fue totalmente anodino. Su libro de jugadas ha sido –tanto literal como figurativamente– copiado de otros», destacó el pasado 20 de mayo en un texto difundido por Antifascist Europe, una iniciativa promovida por la Fundación Rosa Luxemburg para seguir de cerca las actividades de los grupos neonazis en este continente.

El supremacismo blanco está también en España. En enero pasado, la Policía Nacional desarticuló un grupo de estas características con ramificaciones en Barcelona, Torrejón de Ardoz, Alcoy y Onteniente. Hubo en total siete detenidos que, según destacó entonces el cuerpo policial, «conformaban un grupo cohesionado a través de las redes sociales, incitaban al odio y a la violencia extrema contra colectivos antagónicos y vulnerables». 

Los agentes a cargo de la investigación advirtieron entonces sobre la posible existencia de «una o varias células compuestas por personas alineadas ideológicamente que podrían estar captando y adoctrinando a otros sujetos con el fin de cometer acciones violentas destinadas a subvertir el orden constitucional». Durante los registros incautaron un revólver, tres carabinas, armas de fuego simuladas, munición, armas blancas, bates de béisbol y manuales de fabricación de explosivos.

«Dada la creciente gravedad del fenómeno en otros países occidentales, es necesario prestarle atención también en España, a fin de tomar las medidas preventivas necesarias», señala un informe publicado en febrero pasado por el Centro Memorial de Víctimas del Terrorismo, con sede en Vitoria-Gasteiz.

En un detallado estudio, los historiadores Juan Avilés Farré y José Luis Rodríguez Jiménez destacan que «el rasgo más característico del nuevo terrorismo ultraderechista es que quienes cometen atentados son actores solitarios que no forman parte de organizaciones, pero que están muy conectados, incluso a nivel transnacional, a través de las redes online». 

El documento detalla que «en 2019 se contabilizaron en España 1.706 delitos de odio, incluidos 320 de lesiones, pero afortunadamente ningún homicidio; el 35% del total tuvo una motivación ideológica y el 30% racista o xenófoba». En cualquier caso, los autores del informe remarcan que la Fiscalía no distingue aquellos delitos de odio «cuya motivación responde a una determinada ideología», lo que dificulta conocer su verdadero alcance.

Sus autores apuntan que actualmente «existe un debate acerca del grado de similitud entre delitos terroristas y delitos de odio». «Lo cierto es que, en muchos países occidentales, la violencia de extrema derecha tiende a ser considerada como delito de odio, por lo que su gravedad resulta menos visible«, subrayan.

Esta preocupación quedó plasmada en el Plan de Acción de la UE sobre el Tráfico de Armas de Fuego 2020-2025. En ese documento, la Comisión Europea advertía que «el foco se está colocando cada vez más sobre los activistas de extrema derecha, por la acumulación de armas que están llevando a cabo». «Todo ello muestra cómo las armas de fuego pueden aumentar el peligro que supone la delincuencia grave y organizada, incluido el terrorismo», remarcaba.

Según constató entonces la Agencia de la Unión Europea para la Cooperación Judicial Penal (Eurojust), «las redes de tráfico han interactuado con terroristas individuales u organizaciones terroristas». En esa línea, varios informes de evaluación de las amenazas elaborados por Europol situaban a los Balcanes Occidentales «entre las principales zonas de origen del tráfico a la UE».

Los informes que manejaba la UE apuntaban precisamente que las armas usadas en los ataques terroristas ocurridos en territorio europeo en los últimos años «fueron adquiridas a través de mercados locales de armas de fuego ilícitas, cuyo origen se detectó en los Balcanes».

Más atención

Existen otros datos que apuntalan esos temores. El Índice Global de Terrorismo elaborado por el Institute for Economics & Peace (IEP) constató en 2019 «un aumento del 320% del terrorismo de extrema derecha en Occidente en los últimos cinco años».

El aumento de los atentados de extrema derecha «ha llevado a algunos observadores a afirmar que el terrorismo interno de extrema derecha no se ha tomado lo suficientemente en serio en Occidente, y que los servicios de seguridad e inteligencia deberían prestar más atención a esta amenaza», señalaba el IEP. 

Por su parte, el informe publicado por el Centro Memorial de Víctimas del Terrorismo advierte sobre «el terrorismo de una nueva generación de lobos blancos, agrupados en comunidades virtuales de Internet» y mentalizados en torno a un concepto aterrador: «Un solo terrorista puede matar a muchas personas».

Los investigadores citan algunos puntos en común entre el terrorismo de ultraderecha y el yihadismo. Según destacan, en ambos casos «los terroristas se apoyan en la inquietud que muchos ciudadanos, tanto occidentales como musulmanes, sienten ante un cambio social acelerado que pone en cuestión su sentimiento de identidad tradicional», lo cual les proporciona «una base de apoyo social que en el caso del terrorismo ultraderechista sigue siendo muy minoritaria, pero que podría incrementarse en los próximos años».

Guerra civil

El último informe de Europol sobre terrorismo advierte que «si bien no todos los defensores del supremacismo blanco son violentos, este constituye el componente ideológico de extrema derecha más susceptible de inspirar actos graves de violencia o ataques terroristas».

El antisemitismo también sigue muy presente en estos discursos, «por lo que la inmigración y el feminismo son a veces presentados como instrumentos de una conspiración judía mundial, o incluso de un gobierno sionista en la sombra cuyo propósito es la eliminación de la raza blanca».

«Algunos esperan la llegada de un Día X en el que comenzará una guerra civil entre ‘los blancos’ y sus enemigos, incluidos políticos, judíos, musulmanes, feministas y personas LGTB«, apuntan. 

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