El Correo.- La xenofobia del precandidato Éric Zemmour cala en los votantes y provoca división en el discurso de la izquierda.
Aunque todavía no ha anunciado oficialmente su candidatura a las elecciones presidenciales francesas de abril de 2022, el polemista y ensayista de extrema derecha Éric Zemmour ha logrado, con su defensa de la teoría supremacista del ‘gran reemplazo’ y sus declaraciones xenófobas, imponer la inmigración como uno de los temas centrales de la campaña electoral para estos comicios.
Azuzados por Zemmour, la ultraderechista Marine Le Pen y los candidatos de la derecha endurecen el tono en materia migratoria para no parecer blandos a su lado. El Gobierno francés trata de mostrar con varios gestos que mantiene el control de las fronteras y lucha contra el islamismo radical. Y la izquierda se encuentra dividida sobre la cuestión migratoria.
El potencial candidato ultra -autor de ensayos de gran éxito de ventas como ‘El primer sexo’, ‘El suicidio francés’, ‘Destino francés’ y ‘Francia no ha dicho su última palabra’- exhibe una islamofobia y xenofobia sin complejos. Zemmour defiende la teoría supremacista del ‘gran reemplazo’, teoría conspiracionista que sostiene que la población blanca está siendo reemplazada por inmigrantes. Denuncia una «invasión migratoria». Acusa a los inmigrantes musulmanes de no integrarse en la sociedad francesa y de tratar de imponer sus costumbres y la sharia. Y aboga por el cierre de fronteras y la expulsión sistemática de los extranjeros penalmente condenados.
Las declaraciones públicas del ensayista le han llevado incluso a los tribunales. Zemmour fue juzgado el miércoles pasado por «complicidad en la provocación al odio racial y a la injuria racial» por decir en septiembre de 2020 en televisión que los migrantes menores no acompañados «son ladrones, asesinos y violadores» y «no tienen nada que hacer» en Francia. La sentencia se conocerá el próximo mes de enero.
Le Pen, que parece más moderada, considera que las propuestas de su rival en la extrema derecha son «más inmaduras» que las suyas porque su partido lleva tiempo trabajando en un programa. Le Pen propone un proyecto de ley sobre inmigración que será sometido a referéndum si ella resulta ganadora de los comicios de abril.
Los Republicanos, el partido de Nicolas Sarkozy, elegirán en diciembre a su candidato a las presidenciales. Y en los debates previos a las primarias, los cinco candidatos conservadores han sacado músculo en materia migratoria. Michel Barnier, exnegociador en jefe de la Unión Europea para el Brexit, sorprendió al prometer que si es elegido presidente anunciará una moratoria de tres a cinco años para cerrar la frontera francesa a la migración. También quiere convocar un referéndum sobre política migratoria. La líder ultraderechista Marine Le Pen propone también estas dos cosas.
Xavier Bertrand, favorito en las primarias conservadoras, quiere organizar un referéndum para modificar la Constitución y permitir al Parlamento fijar cada año cuotas de inmigración. Bertrand quiere prohibir la regularización de todos los extranjeros que hayan entrado ilegalmente en Francia. Y apuesta por dividir por tres la inmigración familiar y por dos el número de visados de estudiantes. La tercera candidata mejor valorada de los conservadores, Valérie Pécresse, quiere imponer cuotas para los visados y los permisos de residencia. Y quiere prohibir el acceso a cualquier ayuda de asistencia social antes de cinco años de residencia legal en Francia.
Pasos cerrados
El presidente Emmanuel Macron, que todavía no ha anunciado oficialmente que se presenta a la reelección, anunció a finales de septiembre una reducción «drástica» del número de visados para ciudadanos marroquíes, argelinos y tunecinos por el «rechazo» de estos tres países a otorgar salvoconductos consulares para el regreso de sus nacionales que tienen una orden de expulsión del territorio francés.
El Gobierno galo también ha ordenado el cierre de varias mezquitas y disuelto asociaciones sospechosas de hacer propaganda yihadista, en su lucha contra el islamismo radical. Además, París mantiene cerrados diez puestos en la frontera española en un intento por mostrar a los franceses que el Gobierno galo lucha contra la inmigración ilegal, la amenaza terrorista y el tráfico de drogas. Aunque España ha pedido a Francia que los reabra, a Macron no le conviene hacerlo en plena campaña electoral, pues parecería laxo en materia migratoria.
La influencia de este discurso ha afectado incluso a la izquierda. Los candidatos progresistas pusieron el grito en el cielo cuando Arnaud Montebourg, exministro socialista y aspirante a la presidencia como independiente, propuso bloquear las transferencias de dinero de migrantes hacia aquellos países que no acepten el regreso de sus nacionales con una orden de abandonar el territorio francés. Montebourg tuvo que dar marcha atrás después de que sus rivales de la izquierda le recordaran que Zemmour propone lo mismo.