El inmueble, ya desalojado, que ocuparon grupos ultras de ideología nazi en agosto en el barrio madrileño de Tetuán llevaba su nombre.
BELÉN SÁRRAGA. EL DIAGONAL.- Si por algo se ha caracterizado el fascismo español fue por la falta de un componente intelectual del que sí se nutrió en otros países. A excepción de la figura de Ernesto Giménez Caballero o quizá la de Ramiro de Maeztu, el fascismo español ofreció poco bagaje intelectual. Y aun así habría que matizar los casos como los de Maeztu, que aunque se sintiesen persuadidos por el fascismo tienen más vinculación con la corriente del tradicionalismo español que con el propio fascismo.
Ese vacío intelectual también provocó que hubiese un pobre bagaje ideológico. Y uno de los pocos ideólogos que tuvo el fascismo fue precisamente Ramiro Ledesma Ramos. Porque lo que podemos denominar puramente fascismo en España hubo muy poco. Las corrientes fascistas en España entroncan con otros elementos como el catolicismo o el tradicionalismo. Lo que existió en España de forma extendida desde el inicio de la Guerra Civil fueron unas practicas fascistas que el golpe de Estado de Franco puso en marcha. Si comparamos lo que decía la ideología fascista con lo que defendieron alguno de los golpistas en 1936 quizá tiene poco ver. Pero todo dio la conformación del fascismo español. Y Ramiro Ledesma es uno de los ideólogos.
Ramiro Ledesma Ramos nació en un pueblo de Zamora (Alfaraz de Sayago, 1905) en seno de una familia acomodada, lo que le permitió tener estudios y licenciarse en filosofía y letras, ciencias físicas y matemáticas por la Universidad Central de Madrid. Si algo interesó a Ledesma Ramos fue la filosofía alemana, sobre todo Martin Heidegger, así como la filosofía de Ortega y Gasset, del que se consideraba un discípulo. Por ello colaboró en La Gaceta Literaria junto a Ernesto Giménez Caballero.
Persuadido por los totalitarismos de los años 30, Ledesma Ramos se hizo un profundo admirador de Adolf Hitler. Por ello comenzó a poner en marcha algunos proyectos políticos con la intención de desarrollar el fascismo en España. Fundó el periódico La Conquista del Estado en los albores de la proclamación de la Segunda República. Financiado por el Banco de Vizcaya, el objetivo de Ledesma Ramos fue persuadir a la clase obrera para mantenerla dentro de un espíritu revolucionario pero en los términos nacionales, lo que le convierte en uno de los iniciadores del nacional-sindicalismo. Como enemigo del marxismo, Ledesma Ramos y su reducido grupo fascista intento persuadir a integrantes de la CNT, considerando que el anarcosindicalismo podía ser la punta de lanza de su movimiento. Craso error. Los fascistas acudieron a vender La Conquista del Estado al congreso que la CNT celebró en mayo de 1931 en Madrid (Congreso del Conservatorio) encontrándose con la oposición de los libertarios que expulsaron a los fascistas de los alrededores del congreso. Igualmente lo intentaron apoyando la huelga de la Telefónica que convocó la CNT en ese mismo año.
La estrategia de Ledesma Ramos no era nueva. Benito Mussolini puso los ojos en España para poder desarrollar el fascismo. Y Mussolini creía que el fascismo español tenía que nacer del seno del movimiento obrero, tal como había sucedido en Italia con su propia persona. Mussolini se fijó en Ángel Pestaña, pero el viejo líder obrero, que había sido uno de los más destacados militantes de la CNT y que durante la República pasó al campo parlamentario con el Partido Sindicalista estaba en las antípodas ideológicas del fascismo. Poco confiaba Mussolini en ese núcleo de Ledesma Ramos para articular nada en España.
Aun así Ramiro Ledesma intentó imponer un modelo basado en la supremacía del Estado y en el dominio sindical de la economía. La cuestión sindical no es baladí para entender el nacimiento y desarrollo de los fascismo en diversos países. Carente de cualquier fuerza social, el fascismo intentó buscar sus fuerzas en elementos ajenos a él. Y esa fuerza se quiso encontrar en el seno del movimiento obrero. Y los fascistas en cada país se fijaron en los movimientos obreros que eran mayoritarios en su entorno. El fascismo italiano había nacido de una suerte de ex de varias tendencias. Antiguos socialistas, comunistas y anarquistas se reunieron en 1919 en la Plaza del Santo Sepulcro (por eso se les llamó sansepolchristis, al inicio) y dieron lugar a los Fasci di Combatimento. En Alemania se adoptó el nombre de nacionalsocialismo porque el socialismo era el movimiento mayoritario entre la clase obrera. Incluso la bandera de los nazis fue roja. En España fue el sindicalismo el mayoritario y ahí es donde pretendían hacerse fuertes los fascistas.
En ese tiempo Ramiro Ledesma tomó contacto con otro personaje que tenía ideas similares a las suyas: Onésimo Redondo. Este último, procedente de la Acción Católica, había fundado en 1931 las Juntas Castellanas de Actuación Hispánica, de clara influencia fascista, y con el lema “Tradición y renovación”. Este grupo, junto con el de Ledesma Ramos, hace nacer las Juntas de Ofensiva Nacional Sindicalistas (JONS), organización de claro corte fascista, simpatizante de las propuestas de Mussolini y Hitler, que propugnaba una extrema violencia y que siempre fue marginal. Tenían enemigos declarados: marxistas, masones, anarquistas, catalanistas, etcétera. Partidarios de un Estado totalitario comenzaron a editar periódicos y llegaron a publicar Los protocolos de los sabios de Sión, el libelo inventado por la policía zarista que hablaba de una conspiración mundial de los judíos en el Congreso Sionista de Basilea de 1897.
Pero si de algún modo los fascistas de Ramiro Ledesma y Onésimo Redondo intentaron llevar adelante su propaganda fue a través de la violencia. Ramiro Ledesma era partidario de la creación de milicias uniformadas, al estilo de los camisas negras italianas o los camisas pardas de Hitler. Aunque Ramiro Ledesma jugó en ocasiones a la confusión y llegó a decir (con el seudónimo de Roberto Lanzas) que les venían mejor las camisas rojas de Garibaldi que las negras de Mussolini. Por su parte Onésimo Redondo dio encendidos discursos violentos para aniquilar a sus enemigos. Un fuerte antiliberalismo y antimarxismo (incluyendo en éste a todas las corrientes obreristas) inundaba su propaganda. Las agresiones de estos grupos no tardaron en aparecer.
A nivel político, las JONS y sus integrantes apoyaron el golpe militar de Sanjurjo y en 1933 se produjo a la fusión con el partido Falange Española de José Antonio Primo de Rivera. Nació así la FE-JONS. Se adoptó el yugo y las flechas, símbolo de los Reyes Católicos, que ya utilizaban las JONS con la bandera rojinegra. Una buena estrategia de confusión, ya que los colores rojinegros eran los utilizados por la CNT. El objetivo, confesado por los propios falangistas, era hacerse con el favor de las masas obreras afiliadas al anarcosindicalismo, por ser estructura sindical no marxista. Estrategia que no consiguió ningún resultado para los fascistas españoles.
Muy por el contrario, la coexistencia en el seno del mismo partido –con personajes como Primo de Rivera, Onésimo Redondo, Ramiro Ledesma, Ruiz de Alda, etc.– hizo insostenible las relaciones. Problemas de poder en el seno del nuevo partido así como divergencias ideológicas hicieron que Ramiro Ledesma saliese de la estructura falangista. Fuera de ella escribió las que probablemente sean las obras teóricas del fascismo más importantes en España: Discurso a las juventudes de España y ¿Fascismo en España?. En ellas y a veces bajo el seudónimo de Roberto Lanzas, hizo un análisis desde el punto de vista fascista de la situación del España y realizó también una crítica a Falange y las razones por la que no avanzaba el fascismo español. Sus posiciones fueron vanguardistas y revolucionarias en la misma línea que las que Hitler llevaba en Alemania. Para ello fundó efímeros periódicos como La Patria libre y Nuestra revolución.
Al estallar la Guerra Civil fue detenido en Madrid y encarcelado en Ventas. En el asedio que las tropas golpistas llevaban a la capital, fue sacado el día 29 de octubre de 1936 y fusilado en el cementerio de Aravaca, junto al escritor Ramiro de Maeztu.
El pobre y mediocre bagaje teórico que tuvo el fascismo español tuvo en Ledesma Ramos a uno de sus mejores representantes. Al igual que fue el mejor ejemplo como inductor de la violencia política que desencadenó el golpe de Estado y la Guerra Civil española en 1936.