Infobae.- Un grupo de oenegés presentó el jueves una demanda colectiva contra el Estado francés por discriminación étnica en los controles aleatorios de identidad, tema que envenena las relaciones entre la polícía y los jóvenes de las minorías negra y árabe.
En enero, seis oenegés, entre ellas Human Rights Watch y la rama francesa de Amnistía Internacional, habían advertido que emprenderían acciones legales si el gobierno no tomaba medidas para poner fin a lo que denominaban controles de identidad discriminatorios en un plazo de cuatro meses.
El jueves, afirmaron que iban a seguir adelante con su denuncia ante el Consejo de Estado, el más alto tribunal administrativo de Francia, tras no recibir respuesta de las autoridades.
Las ONG afirman haberse inspirado en una histórica demanda colectiva presentada por negros y latinos contra la ciudad de Nueva York en 2008. Tras un juicio de nueve semanas, un juez federal ordenó en 2013 a la policía neoyorquina que pusiera fin a la elaboración de perfiles raciales, lo que provocó un drástico descenso de los casos de supuesta discriminación.
Issa Coulibaly, presidente de la oenegé Pazapas Belleville, una de las seis que impulsan la demanda francesa, precisó que el hecho de que se les pida constantemente que muestren su identificación tiene un profundo impacto en los jóvenes de las minorías.
«Es algo que aparece muy a menudo en las historias personales de los jóvenes», indicó, señalando que creaba «un sentimiento de exclusión, y la impresión de no ser completamente francés porque se les trata de forma diferente».
– Crecientes casos de brutalidad –
Los jóvenes franceses de origen africano o árabe llevan mucho tiempo quejándose de que la policía los señala para realizar controles de identidad en la calle y en el transporte público.
Varios casos de jóvenes de barrios predominantemente inmigrantes -que han resultado heridos o muertos bajo custodia policial o durante las detenciones- también han puesto de manifiesto lo que los activistas denominan un patrón de racismo sistémico en las fuerzas del orden.
Las imágenes de agentes blancos golpeando a un productor musical negro desarmado en su estudio de París, en noviembre de 2020, galvanizaron las protestas de los activistas franceses de Black Lives Matter.
En otro caso que suscitó especial indignación, el joven trabajador negro Theo Luhaka sufrió graves lesiones en el recto en 2017 tras ser golpeado con una porra policial durante un control de identidad.
Un estudio realizado en 2009 por la ONG Iniciativa por la Justicia y el estatal Centro Nacional de Investigaciones Científicas (CNRS) mostró que, en París, las personas de raza negra tenían seis veces más probabilidades de ser detenidas para pedírsele su identificación que los blancos.
Las personas con rasgos considerados «árabes» tenían ocho veces más probabilidades de que se les pidiera la documentación.
Las oenegés piden que se modifique el código penal francés para prohibir explícitamente la discriminación en los controles de identidad.
También exigen que todas las personas que sean registradas reciban una constancia que puedan presentar para evitar que se les pida repetidamente su documentación.
La demanda, de 450 páginas, se basa en los testimonios de decenas de presuntas víctimas de controles por perfil racial en nueve ciudades francesas.
El presidente Emmanuel Macron ha reconocido los problemas, y reconoció en diciembre que «cuando tienes un color de piel que no es blanco, se te detiene mucho más. Se te identifica como un factor problemático. Y eso no se puede justificar».
Pero más tarde pareció retractarse de sus declaraciones tras las protestas de los sindicatos policiales, afirmando en abril que «no hay racismo sistémico» en el cuerpo de la policía.
En 2016, el tribunal supremo de Francia ya denunció al Estado por controles «discriminatorios» y lo condenó a pagar daños y perjuicios a tres personas.
Los sindicatos policiales han sugerido poner fin a los controles aleatorios de identidad.