La Vanguardia.- Un 46% de las personas que viven en la calle en Barcelona, que tienen una media de edad de 43 años, afirman haber sufrido algún tipo de agresión, seis puntos porcentuales más que hace dos años, mientras que también ha subido el tiempo medio que llevan viviendo al raso: 4 años y ocho meses.
Estos son algunos de los resultados de la encuesta que llevó a cabo la noche del 10 al 11 de junio la Fundación Arrels, que hizo entrevistas a 289 personas sin techo y que detectó a 1.064 personas pernoctando en la calle, casi un 20% menos que en el 2019, cuando se cifraron en 1.239, aunque el director de la fundación, Ferran Busquets, considera que el número real podría superar las 1.100 personas.
Con la ayuda de 530 voluntarios, las personas sin hogar que quisieron respondieron a un cuestionario para conocer su grado de vulnerabilidad y su realidad social. Esa encuesta ha revelado que un 30% de quienes viven en la calle en Barcelona son de nacionalidad española, un crecimiento del 6% respecto al 2019.
“Que el 46% de las personas que hemos entrevistado nos digan que han sufrido agresiones físicas y verbales es un indicador muy preocupante y, seguramente, la punta del iceberg. La mayoría de las personas que viven en la calle normalizan el hecho de vivir en la calle y todo lo que conlleva, no suelen denunciar ni explicar situaciones de agresiones”, ha denunciado Busquets.
“Hace un año, cuando estábamos en casa confinados, localizamos 1.239 personas viviendo en las calles de Barcelona. La estimación que hacemos ahora hablaría de más de 1.100 personas”, afirmó Busquets, que atribuyó el descenso a “la disminución de la movilidad de las personas a causa de la pandemia y el cierre de fronteras y a la conversión de algunas plazas de emergencia en plazas estables”.
“Pero no nos podemos relajar en la lucha contra el sinhogarismo y sus causas porque hablar de más de 1.100 no es una buena noticia”, puntualizó el director de Arrels.