Alerta por el aumento de las expresiones de odio en Barcelona

, | 29 junio, 2021

El periódico.- «Tengo derecho a decidir dónde voy y qué hago con mi vida, me frustra cuando me lo impiden«. Esta frase sale de los labios de Maria Girban, una joven con discapacidad que vive en el Eixample de Barcelona, pero que podrían suscribir las 436 personas que en 2020 sufrieron discriminación en la capital y lo han denunciado al Ayuntamiento o a las entidades sociales. Como ella, todos han sido atacados por el mero hecho de ser distintos, ya sea con palizas, insultos o con prohibiciones sin sentido. Al consistorio le preocupa la «normalización» y «desvergüenza» en la que actúan los agresores aupados por los discursos de la ultra derecha, dice el concejal Marc Serra. Una de cada cuatro discriminaciones atentan contra la integridad moral de las víctimas, y el 10% son agresiones físicas que se ceban contra las personas LGTBI y los migrantes.

La discriminación contra los más vulnerables no es nueva. Lo relevante es que los afectados la denuncien y las administraciones castiguen a los agresores para evitar que reincidan. De lo primero, los datos dan pie al optimismo. Cada año más personas se atreven a denunciar situaciones de discriminación en Barcelona, aunque aún hay mucho silencio. «Las personas que no tienen papeles o que se dedican al trabajo sexual son las más invisibles», confiesa Serra.

Odio a cara descubierta

El reto está acabar con la impunidad castigando a los agresores. «Estamos tardando entre tres o cuatro años para ir a juicio por palizas brutales, los jueces deben agilizar estos casos», se queja el concejal. A pesar de la pandemia y del confinamiento que nos encerró en casa, en 2020 se registraron 57 agresiones físicas. La mitad fueron contra personas homosexuales o transexuales. Y una de cada tres afectaron a personas migrantes. «Antes lo hacían de noche, en espacios escondidos y con la cara tapada. Ahora lo vemos en espacios públicos a cara descubierta y a plena luz del día», comenta Serra, que encuentra la causa en el discurso racista, xenófobo y machista de un partido como Vox, más presente que nunca. También hay cierto temor de que haya grupos organizados para apalear al diferente. «Cometen las agresiones sin intermediar palabra alguna con las víctimas, es algo que los Mossos están investigando», explica.

Aunque en realidad, el grueso de los actos discriminatorios son mucho más cotidianos e invisibles y generan un fuerte dolor emocional. Insultos, acoso o el hecho de no alquilar una vivienda o presionar para que se marchen de un lugar. «Tras la pandemia, vemos cómo la recuperación de las víctimas es más difícil. Necesitan más acompañamiento psicológico y durante más tiempo. Se desbordan antes», cuenta Serra.

El racismo vuelve a ser el primer motivo de discriminación en Barcelona. Hubo 163 casos y el 84% de ellos fueron contra los musulmanes. Uno de ellos le ocurrió a Emerson Vicente, doctor en Psicologia Social e investigador universitario que vino de Brasil hace más de una década. «La primera discriminación que viví en Barcelona fue un brutal asalto policial porque me confundieron con un carterista. Incluso tuve que pagar una multa pero no lo denuncié, aún tenía en trámite la documentación en España y estaba muy asustado», explica.

Esperando unas disculpas

La segunda vez no dudó en denunciar una discoteca de Sants que le había prohibido la entrada. «Me dijeron que no podía entrar por la ropa que llevaba, pero la realidad era porque era el único extranjero», asume. Pidió la hoja de reclamaciones, esperó dos horas a los Mossos y hasta se cambió la ropa con otro amigo para demostrar que el único problema era el racismo de los vigilantes de seguridad. «Sé que muchas personas no están preparadas para aguantar esto, pero debemos plantar cara y que haya constancia de ello», defiende. No ha recibido ninguna notificación de cómo terminó el asunto, aunque le gustaría, al menos, unas disculpas del local.

También las personas homosexuales y transexuales han sido víctimas de estos ataques más invisibles. La discriminación en las viviendas a este colectivo se triplicó en 2020, pasando de 9 a 23. Emerson la vivió en carne propia hace menos de un mes, después de subir en las redes sociales una foto dándose un beso con su marido. «Un hombre que nos decía que lo que hacíamos era pecado y que necesitábamos tratamiento médico para curarnos», cuenta. También lo ha denunciado a la OND.

Denuncias contra la administración

La tercera causa de discriminación en la capital fue contra las personas con discapacidad, que subió un 20% respecto al año anterior. La mitad de estas denuncias señalaban a la administración, por no disponer de un espacio accesible en la calle o en el transporte público. Maria Girban lo conoce de sobras. Tiene la espina bífida y dos enfermedades raras que le obligan a andar con una férula y dos muletas. Las escaleras del metro de Verdaguer, la parada del autobús de su casa, los pasos de cebra o la colocación de los contenedores de la basura le complican su rutina.

Hace cuatro años que denunció una barrera urbana y este año ha denunciado otra. «Es algo que me frustra, yo sé que puedo ser autónoma pero es que no me dejan«, lamenta. Aunque, explica, también sufre más formas de discriminación. Recuerda cuando una empresa le negó el trabajo de monitora en unos campamentos de verano. «Me dijeron que el currículum era impecable, pero en cuanto me vieron con las muletas me dieron el no. Y me lo dijeron a la cara, ‘no te cogemos por la discapacidad'», dice indignada. Agrega, además, que las miradas de pena o los comentarios de «pobrecita» son otra forma de discriminación.

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