20Minutos.- Marcos Fernández tiene 38 años y es natural de A Coruña, pero reside con su marido, el británico Alexander Docherty, en Berlín (Alemania) desde hace cinco años. En la madrugada del domingo ambos resultaron heridos al sufrir una agresión homófoba en el barrio Montealto de A Coruña, cuando un hombre de unos treinta años les golpeó reiteradamente con una «porra extensible» al grito de: «Maricones, maricones».
La pareja salía de un bar cercano al domicilio familiar de Fernández a las tres de la madrugada, cuando un hombre al que adelantaron caminando por la acera se les encaró a gritos. «La agresión fue a un minuto de mi casa. De repente, un señor nos empieza a gritar maricones. Y yo le digo, pero ¿qué te pasa? Y entonces saca una porra extensible, que ya me dirás quién tiene una porra extensible a mano. y me empieza a golpear. Mi marido intercedió y yo me llevé varias contusiones, pero él se llevó los golpes más fuertes en el codo, que no sabemos si tendrá incluso una fisura», ha explicado Fernández a 20minutos.
Testigos de la agresión avisaron a la Policía Nacional, que se personó rápidamente en el lugar de los hechos. Al ver a los agentes, el agresor dejó de pegarles, explica Fernández. Allí mismo fue identificado, así como uno de los testigos, según consta en el atestado policial.
«Yo estaba muy nervioso, tengo como una visión de túnel, me dio hasta un ataque de ansiedad. Vino una ambulancia. Yo dije que no tenía lesiones, aunque ahora tengo varios golpes en el cuerpo, pero a mi marido sí le vieron la posible fisura del codo», explica la víctima.
Agredidos por su aspecto gay
Al día siguiente, un poco más recuperados del susto, la pareja, que no visitaba la ciudad desde hace dos años por motivos de la pandemia del covid, acudió a la comisaría a poner la denuncia pertinente. Al mismo tiempo han querido remitirla al Observatorio Coruñés contra la LGTBifobia.
Marcos Fernández se pregunta por qué el agresor no fue detenido, y espera que al menos le hayan requisado al porra con la que les propinó los golpes físicos.
Al no haber mediado palabra con el hombre que les pegó, Fernández cree que simplemente les agredió por su aspecto gay. «No íbamos de la mano, ni nada. Caminábamos por la calle tranquilamente. Es verdad que tengo pinta de marica, pero no hace falta que me pegues por eso», defiende Fernández, que nunca antes había vivido una situación semejante, ni en Coruña ni en Berlín.
Ahora la pareja agredida espera que salga un juicio rápido antes de que tengan que regresar a la capital alemana, aunque están dispuestos a volver a Galicia si es necesaria su presencia en la causa por lo que consideran un delito de odio contra su identidad sexual.
En el observatorio coruñés contra la LGTBifobia aseguran que estas agresiones no son frecuentes en la ciudad. A Fernández el agente que le tomó declaración de la denuncia le reconoció que pensaba que hechos así ya no ocurrían.
En el observatorio consideran que la mayor visibilización del colectivo LGTBI+ está detrás de las agresiones como la sufrida por esta pareja. «No podemos decir que hayamos notado un incremento de los delitos de odio. Pero es cierto que siempre cuando te expones a una visibilización mayor, como ocurre en junio, el mes del Orgullo, llegas a más gente, gente que está de acuerdo y gente que no», asegura Pablo Zas, técnico del observatorio. Sin embargo, recuerda que la visibilización es necesaria porque anima a la gente que sufre discriminación a denunciarla. Zas augura que el agresor saldrá con una «mera sanción administrativa» del juicio, de ahí que su colectivo luche por «legislar mejor sobre los delitos de odio e incorporar un código sancionador a la ley gallega».
De momento, en la manifestación del Orgullo LGTBI que se llevará a cabo en A Coruña este mismo lunes los organizadores denunciarán públicamente la agresión sufrida por Fernández y Docherty, para que se sepa que ocurren.
Agresiones físicas y verbales
El observatorio gallego, en 2020, incorporó a su memoria anualun total de 48 denuncias por incidentes de odio. La mayoría (47,9%) fueron situaciones de acoso, el 20%, agresiones verbales y un 16,7% agresiones físicas y verbales.
Ataques que se cerraron judicialmente sin consecuencias para los agresores, denuncian. El observatorio ha constatado que todas las agresiones físicas de la comunidad LGTBI vinieron acompañadas de insultos. y la mayoría fue en la vía pública, aunque las redes sociales son ya el segundo lugar con más agresividad, por delante de domicilios y el entorno escolar y laboral.