La Región.- La intolerancia política, ideológica y la xenofobia ya no es un fenómeno residual en la provincia, tal como evidencia la evolución de las denuncias por delitos de odio que maneja el Ministerio del Interior. En el último año con estadística cerrada, Ourense se convirtió en la provincia gallega con más delitos de odio en relación al número de habitantes: 5,5 infracciones por 100.000; seguido de A Coruña con 2,8 y Pontevedra con 2,7. Lugo está a la cola con 0,9. Y no es buena noticia porque se pasó de un caso en 2018 a 17 en 2019.
Y ello pese a que, según calculan fuentes policiales, solo se denuncia el 20% de las infracciones que se producen. En la Guardia Civil reconocen que este tipo de delitos se están vigilando más en redes sociales desde los últimos años, haciendo rastreos selectivos en busca de conductas atentatorias contra distintos colectivos.
En Ourense, los delitos más frecuentes son los provocados por motivaciones ideológicas: en total, seis de los 17 denunciados. Pero casi a la par que el segundo gran bloque, las infracciones de racismo y xenofobia, con cinco denuncias, a las que hay que añadir una más que tuvo como víctimas a miembros de la comunidad gitana. Las creencias o prácticas religiosas generaron otros tres conflictos y dos por la orientación sexual o la identidad de género. about:blank
El mayor número de denuncias también tiene su extrapolación a los juzgados. El pasado mes de diciembre el Penal 1 condenaba a una joven de Carballiño a un año de prisión, junto a una multa de 6 meses, por instar a «prenderles fuego con gasolina» a personas de raza negra a través de su perfil de Facebook. Según la sentencia, la mujer instaba a «promover y fomentar el odio y la discriminación hacia la raza negra» .
En marzo del 2018, empleó su perfil en la red social para escribir comentarios «discriminatorios y provocadores de odio y xenofobia» hacia un grupo o colectivo, en este caso la raza negra. Los mensajes que fueron considerados delito de odio fueron: «Que les prendan fuego con gasolina, al menos dan calor y sirven para algo», «malditos monos» y «monos a la selva». El caso se destapó por un rastro realizado por la Guardia Civil.
