La Junta afirma que más del 80% de los delitos de odio quedan ocultos

| 21 diciembre, 2020

Señala «el miedo a las represalias» y la «vulnerabilidad» de las víctimas como causas

DIARIO DE CÓRDOBA.- La Junta de Andalucía ha constatado que más del 80% de los delitos de odio permanecen ocultos «porque el miedo a las represalias, la especial vulnerabilidad de los colectivos que suelen ser objeto de estos ataques y su desconfianza en las instituciones o el desconocimiento de cómo, cuándo y dónde denunciar dificultan que salgan a la luz unas conductas».

Como ha expuesto en un comunicado el director general de Justicia Juvenil y Cooperación de la Junta, Francisco Ontiveros, estos delitos «no solo afectan a la persona en cuestión que los padecen, sino que ponen en riesgo la convivencia pacífica».

Por ello, la Consejería de Turismo, Regeneración, Justicia y Administración Local apuesta por la formación de agentes policiales, fiscales, jueces, abogados, profesionales de los servicios de atención a las víctimas y de asociaciones que trabajan con colectivos especialmente vulnerables para que sean capaces de detectar casos y apoyar a quienes sufren violencia física o verbal, y discriminación por tener unas características que ni pueden ni quieren cambiar.

Como parte de esta formación, la Consejería que dirige Juan Marín organizó la semana pasada unas jornadas, con más de 210 participantes conducidos por la fiscal delegada de delitos de odio de Málaga, María Teresa Verdugo, en las que expertos en la materia han abordado la misma desde un enfoque «multidisciplinar».

Este tipo de delitos se basa en el odio al diferente, en una «selección clara de la víctima» y en considerar «la violencia como el camino a seguir», según explicó durante las jornadas el inspector de Policía y director del Centro de Estudios e Iniciativas sobre Discriminación y Violencia (Cediv), David Docal, que analizó las características de los grupos urbanos violentos, que en España las fuerzas de seguridad dividen por su «ideología radical».

Manifestaciones, estadios de fútbol, conciertos de grupos «cuyas letras incitan al odio» y gimnasios donde «entrenan juntos artes marciales y diferentes formas de lucha» son los escenarios en los que actúan estos grupos, si bien «en la era de la información y las telecomunicaciones, se retroalimentan en las redes sociales».

El inspector alertó de que «cada vez más» detectan miembros «de más edad y de todas las clases sociales», para desterrar la idea de que se trata de un fenómeno exclusivo entre «chavales de 15 o 16 años» de entornos desfavorecidos y desestructurados. Gráficamente, Docal habló de integrantes de grupos radicales de hinchas de fútbol que «tienen su trabajo, incluso de funcionarios, son padres de familia y llega el día del partido y le dan un beso a su hijo y se van al campo», donde lanzan mensajes de odio y se ejerce la violencia física cada vez más en los alrededores.

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