El discurso antiinmigración y antiespañol va ganando terreno de la mano de algunas organizaciones separatistas
JAVIER GALLEGO. LA RAZÓN.- El independentismo siempre ha tratado de proyectarse como un movimiento de izquierdas, pero, poco a poco, la ultraderecha -que siempre se ha tratado de asociar a España como arma de desprestigio- va aflorando. Las organizaciones políticas de ultraderecha han ido proliferando al calor de la frustración que ha generado las promesas incumplidas del “procés”, sobre todo, tras el 1-O. En paralelo, también ha ido abriéndose hueco un discurso cada vez más identitario y xenófobo -los linchamientos contra cualquier castellanohablante en las redes sociales están a la orden del día- que rompe claramente con el discurso que, hasta ahora, había intentado construir el separatismo en torno a conceptos como la democracia o los derechos humanos.
Lo cierto es que no es algo nuevo. Ya a principios de los años 30, previos a la Guerra Civil, los coqueteos de ciertos sectores del nacionalismo catalán con el nazismo o el fascismo fueron una realidad pese a que el independentismo siempre haya querido borrar ese pasado. Si bien, ese pasado, poco a poco, parece empezar a renacer: en este sentido, algunas de los partidos y entidades recientemente nacidas ahora se autodefinen herederas de organizaciones de aquella primeriza etapa del nacionalismo radical catalán y toman como referencia a figuras como Daniel Cardona o los hermanos Badia (Miquel y Josep) -también, en alguna ocasión, ensalzados por Quim Torra-.
Todas estas organizaciones, que tienen en común algunos puntos programáticos -la defensa acérrima del catalán y expulsión del castellano o el rechazo a la inmigración-, abanderan un discurso de enmienda a la actuación de los principales partidos (JxCat, Esquerra o la CUP) y llaman a materializar la independencia de Cataluña por la vía de la unilateralidad y, si hace falta, la violencia, sin más demoras. El protagonismo que han ido adquiriendo todas estas formaciones se ha podido ir constatando por su participación en determinados actos -como la ofrenda floral a Rafael Casanova en la Diada-, su cada vez más frecuente presencia en la calle -tanto en protestas como, incluso, en choques con grupos antifascistas independentistas de la órbita de la CUP- y en las redes sociales o por la aparición en medios de comunicación. De momento, también es cierto que en las últimas citas electorales se ha mantenido en un nivel residual de respaldo.javascript:false
Front Nacional de Catalunya
El partido político más destacado es el Front Nacional de Catalunya, que se autodefine heredero de las históricas siglas del FNC, frente creado en 1940 como fuerza de resistencia frente al franquismo y que agrupó a nacionalistas catalanes exiliados en Francia. El FNC irrumpió en las instituciones en las pasadas elecciones municipales al lograr representación en el Ayuntamiento de Ripoll, ciudad en la que crecieron los autores de los atentados de Barcelona del 17-A. Si bien, poco duró la alegría y enseguida llegaron los problemas porque la concejal –Silvia Orriols- abandonó el partido a principios de este año. El partido, nacido en 2013 y liderado por un exmilitante de Esquerra -Jordi Casacuberta-, pone ahora rumbo a las elecciones catalanas -a las españolas no se presenta, ya que las califica de extranjeras-. En su decálogo de medidas programáticas defiende la identidad catalana, que considera amenazada por España y Francia; el catalán como única lengua oficial; o, el rechazo a la inmigración.
Força Catalunya
Este año ha irrumpido Força Catalunya, el nuevo partido de Santiago Espot. Espot, que fundó Catalunya Acció en 2004 para promover la independencia y se ha movido en los últimos años en el entorno de otra entidad ultraderechista como Moviment Identitari Català, ha vuelto a la primera línea política con el objetivo de concurrir a las próximas elecciones catalanas. Cabreado con los principales partidos independentistas por la falta de avances hacia la independencia, decidió impulsar en febrero de este año su nuevo partido Força Catalunya.
Espot cuenta con una dilatada trayectoria de activismo político: adquirió fama gracias a su campaña en 2009 y 2012 para pitar al Rey en la Final de Copa que jugó el Barça -repartió hasta 10.000 silbatos, aunque tiempo más tarde fue multado (90.000 euros)-. Un año después se sumó al proyecto de Solidaritat Catalana per la Independència del expresidente del Barça Joan Laporta y lograron 4 escaños en el Parlament, aunque el proyecto político pronto se esfumó. Se ha convertido en un activista de referencia a favor del catalán: de hecho, no ha dudado en protagonizar episodios de rechazo a la inmigración, como un video difundido recientemente por Twitter en el que reprochaba la “descatalanización” del centro de Barcelona -el Raval-.
También tuvo eco la persecución que hizo a los comercios que no rotulaban en catalán años atrás o, también, recientemente, la campaña de linchamiento a un centro de atención primaria de Barcelona por dirigirse en castellano a una paciente.
Moviment Identitari Català (MIC) y Renaixença Nacional Catalana:
Moviment Identitari Català (MIC) es una asociación nacida el 27 de noviembre de 2017 que ha dado pie recientemente a la fundación del partido Renaixença Nacional Catalana. Se autodefinen como herederos de la Unió Catalanista (1891-1936) y también apuestan por aplicar de manera inmediata el 1-O, es decir, consumar la ruptura de Cataluña con España. Sin embargo, tanto el MIC como RNC ponen el acento en la inmigración y la identidad catalana. Así, el MIC subraya que luchan por una “Cataluña catalana” en la que las ayudas sociales sean para los catalanes y se exige un “control y garantías” para la inmigración.
El MIC se ha nutrido de Boixos Nois -radicales del Barça- y varios de sus miembros tienen frentes abiertos con la Justicia por delitos de odio y lesiones. Su emblema es un Ave Fénix, «símbolo del espíritu de construcción nacional”, según explican en su web. También emplean el ideograma 33, en referencia a la tercera letra del abecedario -C- y “Cataluña Catalana”, inspirado en el uso que hacen los movimientos neonazis del 88 -Heil Hitler-.
Som
Som Catalans, una escisión independentista de Plataforma per Catalunya, nació en 2014 y también, poco a poco, ha ido cobrando protagonismo en los últimos tiempos. De hecho, algunos de sus dirigentes han empezado a tener espacio en televisión para exponer sus radicales planteamientos antiinmigración e identitarios. Un claro ejemplo se ha podido comprobar recientemente cuando uno de sus portavoces, Jordi Garcés, en un debate, negó la catalanidad a otro contertulio, Anthony Sánchez, un hondureño que habla catalán y lidera la plataforma independentista Joves Nous Catalans.
En su decálogo programático, el partido liderado por la exmilitante de Esquerra Ester Gallego y el valenciano Enric Ravello reclama el cierre de fronteras a la inmigración, la repatriación inmediata de ilegales, delincuentes y parados de largo plazo; apuestan por fomentar la natalidad catalana; y piden situar el catalán como única lengua oficial.