El fracaso del ‘ambiente hostil’ del Reino Unido contra la inmigración: más de 5.000 personas ya han cruzado el Canal en 2020

| 3 septiembre, 2020

Esta semana registra un nuevo récord de personas que tratan de cruzar desde Francia gracias al buen tiempo en las aguas del Canal de la Mancha

ALBERTO MUÑOZ. EL MUNDO.- La línea marcada en inmigración por Theresa May cuando era ministra de Interior a principios de la década era clara: crear un clima de hostilidad que favoreciese el retorno a su lugar de origen del inmigrante irregular por voluntad propia. Hoy, con la ex ‘premier’ ya fuera de Downing Street y con su heredera en el Home Office, Priti Patel, poniendo más empeño que nunca en controlar la llegada de extranjeros, el problema sigue lejos de solucionarse. En el horizonte, el nuevo sistema de inmigración post Brexit que llegará el 1 de enero, pero, en esta misma semana, y con más de 5.000 solicitantes de asilo ya llegados a sus costas en este 2020, se vuelven a batir récords de personas que tratan de cruzar el Canal de la Mancha en busca de un futuro.

Según los últimos datos publicados, este martes lograron cruzar a suelo inglés al menos 409 personas aprovechando el buen tiempo que reinó ayer en las aguas en las que se establece la frontera entre el Reino Unido y Francia. Precisamente con los galos está intentando cerrar Patel un acuerdo que selle de una vez por todas el paso del Canal, pero ni siquiera desde el Ministerio del Interior británico se atreven a poner una fecha o un objetivo realista para la fructificación de esas negociaciones.

En el fondo, dos realidades: una, la de Patel, que está intentando copiar el modelo de inmigración australiano con todos sus vicios y virtudes; y otra, la de los inmigrantes irregulares, que admiten ser conscientes de que sus condiciones de vida serían mucho mejores en el Reino Unido que en Francia. Con los británicos, y sus ayudas, tienen una oportunidad de salir adelante y labrarse una vida en paz, mientras que los franceses les aseguran prácticamente una vida de pobreza y marginalidad. «Prefiero ahogarme a no llegar al Reino Unido, eso es lo que no entienden», admitía uno de ellos en el diario The Times.

Aun así, la ministra conservadora sigue empeñada en el modelo que quiere para el país una vez rompa definitivamente con la Unión Europea el próximo 1 de enero, día en que termina el periodo de transición y en que será, ya a todos los efectos, definitivamente independiente del resto del bloque. Para inspirarse, Patel habló ayer con Tony Abbott, ex primer ministro australiano y responsable de una política de inmigración basada en la tolerancia cero hacia los irregulares que ha llegado incluso a empujar sus embarcaciones hacia aguas indonesias. «Sus políticas consiguieron reducir la llegada de estos barcos a cero, estuvieron hablando acerca de cómo lo consiguieron», explican fuentes del Gobierno.

El problema, como no han tardado en señalar sus críticos, es que Reino Unido no dispone del mismo territorio geopolítico a su alrededor, y que, entre otras cosas, comparte frontera marítima con una nación fuerte como Francia. Una realidad con la que se ha topado de bruces la ministra, que a su llegada el pasado noviembre prometía que durante la primavera de este año la llegada de embarcaciones de inmigrantes irregulares sería un fenómeno «poco frecuente». La realidad, sin embargo, es que durante los primeros ocho meses del 2020 intentaron llegar a sus costas cinco veces más personas que el año anterior.

EL FRACASO DEL ‘AMBIENTE HOSTIL’

Para demostrar este fracaso de la gestión conservadora, el Instituto para la Investigación de Políticas Públicas, un ‘think tank’ de ideología cercana al laborismo, ha analizado datos publicados por el Home Office que demuestran que durante los últimos cinco años el número de inmigrantes irregulares que han decidido regresar a su lugar de origen ha disminuido en más de un 50%. Todo ello a pesar del «ambiente hostil» propuesto por Theresa May y la gestión tory, que buscaba involucrar a propietarios de viviendas, sanitarios y proveedores de empleo para rastrear a estas personas y hacerles más complicada su vida en el Reino Unido.

«Ha puesto en peligro la salud de la gente y su seguridad, alimentando el racismo y la discriminación e incluso afectando erróneamente a personas que tenían el derecho legal a vivir en este país. Entre ellos, por supuesto, los integrantes de la generación Windrush. Aun así, y a pesar de todo esto, hay muy pocas pruebas de que todas estas políticas excesivas estén teniendo algún tipo de resultado por sí mismas», asegura Marley Morris, director asociado del think tank.

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