La acción se produjo durante la marcha contra la gestión de la pandemia, que según el ministro del Interior fue instrumentalizada por los ultras
JUAN CARLOS BARRENA. DIARIO HOY.- El Gobierno y los partidos políticos alemanes han reaccionado con indignación y han exigido una actuación consecuente y dura por parte de las fueras de seguridad y la justicia ante los brotes de violencia extremista por parte de elementos ultraderechistas y neonazis en la manifestación del sábado contra las medidas del Ejecutivo para combatir la epidemia de coronavirus. Sobre todo el intento de asalto al Reichstag, sede del Parlamento alemán, por parte de grupos radicales de derechas que ondeaban banderas de la época imperial, que los neonazis utilizan en sustitución de la prohibida esvástica, y que fue rechazado por unidades antidisturbios, ha provocado fuertes reacciones.
«El edificio del Reichstag es la sede de nuestro Parlamento y con ello el centro simbólico de nuestra democracia liberal. Que caóticos y extremistas intenten instrumentalizarlo para sus fines es insoportable», señaló el ministro federal del Interior, Horst Seehofer en declaraciones al dominical ‘Bild am Sonntag’, en las que agradeció la «rápida y consecuente» actuación de la Policía y subrayó que «el Estado debe actuar contra esa gente con tolerancia cero y la máxima dureza».
Seehofer destacó que «la diversidad de opiniones determina una sociedad sana, pero el derecho de manifestación tiene sus límites allá donde las normas del Estado son pateadas». Una opinión que comparte el titular de Exteriores, Heiko Maas, quien reconoció que «todo el mundo tiene derecho a polemizar sobre cómo afrontar la crisis del coronavirus y naturalmente a manifestarse para defender su opinión». Maas advirtió de que «nadie debería para ello secundar a los ultraderechistas, amenazar a la policía y poner en peligro de contagio a otras personas» y denunció que «ondear banderas imperiales ante el Parlamento es una vergüenza».
El jefe de la diplomacia alemana recordó que «nuestra ley fundamental garantiza la libertad de opinión y el derecho de manifestación» y es «respuesta al fracaso de la República de Weimar y los horrores del nazismo», pero afirmó que la simbología nazi y las banderas de la era imperial que acabó con la Primera Guerra Mundial «no pintan nada ante el Bundestag alemán».
38.000 participantes
Por parte de Los Verdes, su portavoz y diputado Konstantin von Notz calificó de «asqueroso y vergonzoso» que participantes en la manifestación, «a la que habían llamado el partido ultranacionalista Alternativa para Alemania (AfD) y la formación neonazi Partido Nacionaldemócrata (NPD)» intentaran tomar el Reichstag al asalto. Una opinión que comparte el secretario general de los socialdemócratas alemanes, Lars Klingbeil quien expresó su «ira y estupor» por el intento de asalto a uno de los símbolos de la democracia en Alemania.
Unas 38.000 personas participaron en la protesta contra las medidas para combatir la pandemia en el centro de Berlín. Aunque la manifestación transcurrió en su mayoría de manera pacífica hubo brotes de violencia ante el Reichstag y la Embajada de Rusia en la avenida Unter den Linden, que la Policía sofocó enérgicamente.
El senador de Interior de Berlín, Andreas Geisel, señaló por la noche en televisión que los sucesos eran previsibles. «Era de esperar lo que ha sucedido», dijo Geisel, quien lamentó la decisión del Tribunal Superior Administrativo de Berlín-Brandeburgo de autorizar la protesta y anular la prohibición que había sido dictada por las autoridades de la capital alemana.
Entre tanto, el presidente de la Federación Alemana de Funcionarios de Investigación Criminal, Sebastian Fiedler, advirtió de las peligrosas consecuencias de manifestaciones contra la política para luchar contra el coronavirus como la de Berlín. «Ese tipo de protestas son un ambiente ideal para movimientos radicales que tratan de ganar adeptos para sus ideologías», señaló Fiedler en el diario ‘Rheinischen Post’. «En ellas se mezclan enemigos de la democracia con partes del centro de la sociedad y las teorías conspirativas alcanzan así mayor difusión», comentó el experto, para el que se produce un sentimiento de comunidad entre grupos que antes nada tenían que ver unos con otros. Tras apuntar que eso es algo que el Estado de Derecho está obligado a tolerar a la hora de respetar el derecho de manifestación, subrayó que «puede resultar peligroso para la estabilidad de la sociedad y la democracia liberal».
Fiedler afirmó que los políticos deben ahora más que nunca explicar pública y claramente las medidas que adoptan y soportar también el debate público que pueda producirse. «Y las fuerzas de seguridad tienen que vigilar con lupa y combatir las estructuras sospechosas en internet». Para el experto en materia criminal, «esa es la única manera de afrontar la acelerada difusión de teorías conspirativas».
Nuevas protestas y cargas
lLa Policía volvió a desplegar ete domingo un fuerte dispositivo porque 2.000 personas se concentraron nuevamente cerca del Reichstag, en la Columna de la Victoria, en una rotonda en el centro de la ciudad, y luego en la Puerta de Brandeburgo, a un paso del Parlamento. Fueron rápidamente dispersados por las fuerzas de seguridad, que procedieron a «varios controles de identidad».
El Reichstag, donde se reúnen los diputados alemanes en sesión plenaria, tiene una fuerte carga simbólica en Alemania. El edificio y su célebre cúpula fueron incendiados en 1933 por los nazis, en un acto destinado a poner de rodillas lo que quedaba de la democracia alemana de entreguerras.