Los conservadores islámicos han presentado un proyecto de ley que, de aprobarse, obligará a homosexuales y transgénero a someterse a «rehabilitación»
ANA SALVÁ. EL PAÍS.- Andin fue acosada por sus familiares durante décadas y forzada a exorcismos para tratar de salvarse de sí misma por ser transexual. Estos iban desde ser bombardeada con versos coránicos mientras permanecía encerrada en una habitación durante días, hasta ser sometida a rituales religiosos liderados por un imán que vertía agua helada sobre ella para “purgar su enfermedad de género”.
En una ocasión, Andin también fue obligada a visitar a un gurú cerca de su ciudad natal, Medan, en Sumatra, que le advirtió que iría al infierno si no renunciaba a vivir como una mujer. Él le mostró una mortaja de entierro comúnmente utilizada para cubrir a los muertos y rezó por ella. Por desgracia para la familia, nada cambió en Andin después de tanto esfuerzo, pero esta mujer indonesia de 31 años, lo que lleva peor son los recuerdos, que no dejan de atormentarla, contó a la agencia AFP.
En Indonesia es posible que muy pronto estos exorcismos forzados pasen a ser una práctica común. Recientemente, los conservadores islámicos han presentado un nuevo proyecto de ley llamado Resiliencia familiar que, de aprobarse, obligaría a las personas homosexuales y transexuales a someterse a una rehabilitación para ser curadas con estas técnicas y otros tratamientos de conversión. Así, el país estaría persiguiendo la libertad sexual y de género pese a que las relaciones sexuales adultas, siempre y cuando fueran consentidas, hasta ahora eran vistas como un asunto privado.
Como indica Andreas Harsono, investigador senior en Indonesia para la organización Human Rights Watch (HRW), los exorcismos “son una práctica que está en aumento” en Indonesia. Con más de 219 millones de musulmanes (el 87% de la población), este es el país del mundo con más seguidores de esta religión, pero las creencias tribales animistas y chamanistas tradicionales se han incorporado a la identidad cultural y religiosa en todo el archipiélago. Los exorcismos se utilizan desde hace mucho tiempo para abordar las enfermedades mentales y limpiar las aldeas de supuestas apariciones de espíritus malignos, por ejemplo.
Harsono prevé que se desempeñen exorcismos para las personas trans si se aprueba el nuevo proyecto de ley, que cree que saldrá adelante en 2021. El proyecto se ha incluido en la lista de prioridades del Programa de Legislación Nacional, lo que significa que se debatirá intensamente durante los próximos meses, dice.
Usman Hamid, director del movimiento Amnistía Internacional de Indonesia, explica que hasta ahora no ha habido ningún progreso significativo en el comité debido al debate interno dentro de la propia Cámara y que incluso el portavoz adjunto de la Asamblea Consultiva del Pueblo llegó a solicitar en una ocasión que se retirara el proyecto.
Según Hamid, los impulsores de esta propuesta de ley defienden que su objetivo es conseguir que las familias sean más “fuertes y resilientes”, aunque varios artículos contradicen los principios de la igualdad de género. Por ejemplo, el artículo 25 enfatiza la obligación de las mujeres en los trabajos domésticos y esto tiene potencial de vulnerar sus derechos. “Nos preocupa que esto restrinja la libertad de expresión de las mujeres. Si eso sucede, puede constituirse como una violación de los derechos humanos”, dice el activista.
Las encuestas de los últimos años indican que la intolerancia y el radicalismo están en aumento en Indonesia
Otros apartados tienen el potencial de discriminar a las personas LGBT (lesbianas, gais, bisexuales, transexuales), o miembros de la familia que se considera que tienen diferentes orientaciones sexuales, según lo estipulado en los artículos 86 y 87 del proyecto de ley. Las disposiciones dicen que todas las familias cuyos miembros tienen orientación sexual «desafiante» están obligadas a informar a un centro de rehabilitación. “Se supone que la familia es el primer y más grande sistema de apoyo, pero esto claramente contradice el espíritu de fortalecerla”, opina Hamid.
La homosexualidad es legal en todas partes en Indonesia, excepto en Aceh, una provincia con cierta autonomía localizada en el extremo norte de la isla de Sumatra, donde rige la ley islámica y las relaciones sexuales con personas del mismo sexo son castigados con latigazos públicos. En 2018, la policía detuvo a un grupo de mujeres trans en esta misma región y las humilló públicamente cortándoles el pelo y obligándoles a vestirse con ropa masculina.
Más allá de Aceh, las encuestas de los últimos años indican que la intolerancia y el radicalismo están en aumento en toda Indonesia. Una proporción significativa de la población apoya la implementación de la ley islámica, la sharia, según una encuesta realizada en 2017 por el Instituto ISEAS-Yusof Ishak en Singapur. El 82% de los 1.620 encuestados también consideran que el uso del hiyab o el velo islámico es un signo importante de religiosidad para las mujeres. Según otra encuesta elaborada por una organización radicada en Yakarta el mismo año, uno de cada cinco estudiantes apoya el establecimiento de un califato.
En esta evolución han contribuido muchos factores. Harsono, de HRW, menciona como ejemplo “la democratización del país, el asesinato de los comunistas hace unos años y la desaparición de algunas organizaciones que hacían de balanza al avance del islam han desaparecido”. El investigador argumenta que, mientras tanto, “las influencias de los saudíes y de otras corrientes de oriente medio que persiguen a la comunidad LGTBI siguen creciendo”.
Las propuestas en el nuevo proyecto de ley están siendo combatidas por los defensores de los derechos humanos. Para Charles Santiago, miembro del Parlamento de Malasia y presidente del grupo Parlamentarios del Sudeste de Asia por los Derechos Humanos (APHR), se ha demostrado que estas supuestas terapias son extremadamente dañinas para las personas LGTBI, ya que están relacionadas «con la depresión, la ansiedad y el suicidio».
Las personas LGTBI en Indonesia ya enfrentan una creciente persecución y odio; por lo tanto, la presentación de un proyecto de ley que legitima una mayor discriminación contra ellos “es una preocupación importante y puede aislar todavía más a la comunidad”, concluye Santiago.