Los magnates conservadores de EE UU se ponen del lado de los sin papeles

, | 22 junio, 2014

ReformamigratoriaUSASILVIA AYUSO.- Al millonario empresario Sheldon Adelson no le gusta irse por las ramas, y en su último mensaje a los republicanos a los que siempre ha apoyado con generosas contribuciones, tampoco se anda con rodeos: Estados Unidos necesita una reforma migratoria que dé una solución a la situación de los 11 millones de personas que viven sin papeles en el país y que son necesarias, subraya, para impulsar la economía. “Seamos realistas”, dijo.

“Estados Unidos no tiene un proceso –real o imaginario– para deportar a 11 millones de personas. Esa posición sencillamente no es realista. No existe una varita mágica para resolver esa tarea. Ni debería existir”, afirma el magnate de Las Vegas –que quiso llevar a Madrid con Eurovegas– en una columna en el diario Politico publicada el jueves. Y tampoco se debe permitir que el Partido Demócrata sea el único identificado con la causa migratoria, advierte. “Los demócratas no tienen el monopolio de los corazones. Como republicano, pienso que los esfuerzos para completar la reforma migratoria deberían ser liderados por nuestro partido”, insiste.

Adelson no está solo, ni mucho menos, a la hora de presionar por una reforma migratoria. En la misma semana, también el poderoso magnate de los medios Rupert Murdoch, hacía uso de su periódico The Wall Street Journal para abogar por esta causa. “Si de verdad queremos mejorar el futuro económico y crear empleos en Estados Unidos, tenemos que darnos cuenta de que resulta suicida sugerir que cerremos nuestras puertas a los emprendedores del mundo o, peor aún, continuar con deportaciones a gran escala”, sostenía el australiano nacionalizado estadounidense.

Dos días, dos columnas de opinión de dos de los más influyentes magnates de la derecha apoyando la reforma migratoria, el gran proyecto legislativo del demócrata Barack Obama para su segundo mandato que, tras aprobarse en el Senado a finales de junio de 2013, languidece en la Cámara baja del Congreso, que dominan los republicanos.

No es casualidad.

La publicación de los artículos coincidió con la elección del congresista californiano Kevin McCarthy como nuevo líder de la mayoría republicana en la Cámara de Representantes. Sustituirá a Eric Cantor, que provocó un terremoto en las filas conservadoras al perder en las primarias de su distrito de Virginia contra el hasta entonces desconocido David Brat, del populista Tea Party.
No son pocos los analistas y políticos que han querido separar la cuestión migratoria de la derrota de Cantor, achacándola sobre todo a su falta de conexión con su electorado. Aun así, abundan también los que consideran su inesperado revés electoral como el “último clavo que sella el ataúd de la reforma migratoria”. Porque aunque Cantor estaba considerado como uno de los mayores obstáculos para la reforma migratoria en la cámara baja, su contrincante le acusó de ser demasiado tibio en esta materia durante la campaña de las primarias.

“Algunos políticos argumentarán que este no es el momento de llevar al pleno del Congreso la reforma migratoria, que ello (…) alentará a candidatos más extremos, especialmente de la derecha”, reconoce Murdoch en su artículo. “Puede que tengan razón en la política de corto plazo, pero están totalmente equivocados en los intereses a largo plazo de nuestro país”, afirma.

Y no solo del país, también del propio Partido Republicano. De Murdoch y Adelson no caben dudas sobre su conservadurismo. Ni de su fidelidad al Partido Republicano, al que apoyan con la chequera y con sus plataformas mediáticas, con la cadena Fox de Murdoch como buque insignia de la derecha. No están además solos: también llevan tiempo presionando por una reforma migratoria —que prevé una vía a la ciudadanía para los indocumentados, aunque con muchas condiciones y una espera de hasta 13 años y va ligada además a mayores medidas de seguridad en la frontera sur del país— los hermanos Charles y David Koch, que ocupan la quinta y la sexta posición en la lista de los más ricos del mundo y acérrimos opositores al Gobierno de Obama, o la Cámara de Comercio de Estados Unidos, el principal lobby empresarial del país.

Desde la debacle presidencial republicana de 2012, existe asimismo la coalición Bibles, Badges and Business (biblias, placas y empresas) que agrupa a religiosos, agentes de la ley y empresarios «conservadores» que también apoyan una solución para los indocumentados del país.

Porque además del factor económico, hay otra lógica tras este contundente –e influyente– respaldo migratorio: desde Adelson a los Koch o a los pastores y policías todos saben, como han reconocido numerosos estrategas republicanos, que para ganar la Casa Blanca, premio mayor de la política nacional, necesitan el creciente voto hispano.

Y aunque al elector latino, como a tantos otros estadounidenses, le preocupan también temas generales como la economía, la salud o la educación, tras años de dura retórica antiinmigrante –con expresiones ultraconservadoras como «amnistía» o «autodeportación»– la reforma migratoria se ha convertido para muchos en una cuestión personal.

Con el receso estival a la vuelta de la esquina y las elecciones parlamentarias en noviembre, los días para que la Cámara de Representantes actúe de una vez en materia migratoria se cuentan ya con los dedos de la mano.

Un motivo más para reclamar, como dice Adelson, «una dosis de realidad para aquellos que usan a 11 millones de personas para juegos políticos».

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