La organización de derechos civiles ACLU presenta una queja en contra del Departamento de Policía de Detroit y pide que deje de usar el software en las investigaciones
ANTONIA LABORDE.- Robert Julian-Borchak Williams tiene antecedentes penales por un delito que no cometió. El afroamericano de 42 años fue detenido fuera de su casa frente a sus dos hijas y su esposa el pasado enero por la policía de Detroit (Michigan). Le tomaron unas fotos, las huellas digitales y el ADN, pero los agentes no le informaron el motivo del arresto hasta 18 horas después. Los detectives lo interrogaron sobre cuándo había sido la última vez que visitó la tienda de lujo Shinola y le mostraron unas imágenes de una cámara de vigilancia. Williams les dijo que no era él y se las puso junto a su rostro: “Espero que no piensen que todas las personas negras se parecen”, les dijo a los detectives. Los investigadores aceptaron entonces que la tecnología de reconocimiento facial aparentemente se había equivocado. Lo pusieron en libertad bajo fianza y luego la Fiscalía desestimó el caso por falta de pruebas.
Williams estaba indignado con el arresto injustificado. Pero “como cualquier otro hombre negro tenía que considerar qué podría pasar si hacía demasiadas preguntas” o mostraba su ira abiertamente. “Aunque sabía que no había hecho nada malo”, dijo este jueves en una carta abierta publicada en The Washington Post. La policía lleva más de dos décadas utilizando el polémico sistema de reconocimiento facial, pero estudios académicos y gubernamentales han demostrado que su nivel de error para identificar a las personas de color es notoriamente más frecuente que cuando analizan rostros de personas blancas, en parte debido a la falta de diversidad en las imágenes utilizadas para desarrollar las bases de datos. El caso de Williams llega cuando el debate sobre el racismo policial está sobre la mesa desde hace más de un mes, con la mayor ola de protestas en medio siglo en Estados Unidos.
“No me sorprendería que otros como yo se convirtieran en sospechosos, pero no supieran que una tecnología defectuosa los hizo culpables a los ojos de la ley”, dijo Williams en el Post. Él se enteró de que ese había sido el problema solo porque un detective lo dijo durante la interrogación sobre el caso del robo de relojes de lujo valorado en 3.800 dólares. El dueño de la tienda le pasó las imágenes de la cámara de vigilancia al Departamento de la Policía de Detroit y estos las remitieron a la Policía Estatal de Michigan. Ellos fueron los que usaron el sistema de reconocimiento facial, que les entregó el resultado incorrecto de la cara de Williams por una vieja foto de su licencia de conducir.
Dos semanas después de la detención, Williams compareció ante un tribunal y el fiscal desestimó el caso por falta de pruebas. La policía de Detroit se ha defendido en los medios locales alegando que no ejecutan arrestos basados únicamente en el reconocimiento facial. “El investigador revisó el video, entrevistó a testigos, realizó una comparación de fotos”. Este miércoles la organización por los derechos civiles ACLU de Michigan presentó una queja ante la ciudad, pidiendo un rechazo absoluto del caso, una disculpa y que borren la información de Williams de las bases de datos criminales de Detroit. Además, solicitó que el departamento dejara de utilizar el sistema de reconocimiento facial.
Amazon, Microsoft e IBM anunciaron en las últimas semanas que suspenderán las ventas de tecnología de reconocimiento facial a las fuerzas del orden público. Pero el gesto es más simbólico que efectivo, ya que la mayoría de los departamentos de la policía se abastecen con sistemas de pequeñas empresas especializadas.