El ex rockero neonazi Manuel Canduela, actual jefe del partido Democracia Nacional, está convencido de que en España existe «racismo antiblanco». El abogado fascista Pedro Pablo Peña, líder de la no menos xenófoba Alianza Nacional, cree que habría que disparar fuego real contra los inmigrantes que se aproximen a la frontera. El próximo 25 de mayo, uno y otro estarán muy pendientes de las urnas: sus nombres figuran en algunas de las candidaturas de extrema derecha que acuden a las elecciones europeas.
En medio de encuestas que vaticinan un posible avance ultraderechista en todo el continente, los extremistas españoles también sueñan con romper, aunque sea un poco, su ya clásica marginalidad electoral. Frente a esa situación, diversos grupos y organizaciones han iniciado una contracampaña para tratar de frenar el más mínimo avance de estos partidos, que pretenden aprovecharse de la crisis para propagar un discurso cargado de amenazas e insultos contra homosexuales, inmigrantes, musulmanes, judíos…
«Por desgracia, debo decir que sí se va a notar un aumento de la extrema derecha», señala a Público Beatriz Villahizán, integrante de SOS Racismo en Navarra. Hace algunos días se acercó hasta la localidad de Orkoien, donde ofreció una charla sobre el auge de los partidos xenófobos en Europa. Los asistentes a la conferencia sabían muy bien de lo que hablaba: hace cinco años, Orkoien fue uno de los pueblos navarros en los que actuó Falange y Tradición (FyT), un grupo violento que se dedicaba a amenazar a simpatizantes de la izquierda independentista y defensores de la memoria histórica. Los cinco miembros de esta organización que fueron detenidos por la Guardia Civil se encuentran actualmente en libertad, a la espera de juicio.
«Régimen cristiano»
En las elecciones europeas del próximo domingo 25, los integrantes de FyT -que defendían la creación de un régimen «cristiano» en España, en el que nada tendrían que hacer los que no pensaran como ellos- podrán elegir entre varias propuestas muy cercanas a su ideología. Por un lado está La España en Marcha, una coalición formada por Nudo Patriota Español -autor de un tragicómico cartel en el que figuraba el rostro del dictador Franco con la inscripción «vuelva general»-, Alianza Nacional, La Falange -o mejor dicho, una de sus escisiones- y el Movimiento Católico Español de José Luis Corral, uno de los rostros más habituales en las misas de honor a Franco.
Los amantes del nacionalcatolicismo también se debatirán entre las papeletas de Falange Española de las JONS y las de «Impulso Social», la plataforma electoral inscripta por Alternativa Española -partido dirigido por el abogado Rafael López Diéguez, yerno del fallecido dirigente franquista Blas Piñar-, Comunión Tradicionalista Carlista y el Partido Familia y Vida. Además de soñar con una «Europa Cristiana», entre sus principales obsesiones figuran la férrea prohibición del aborto y la eliminación de lo que denominan como «ideología de género».
Los menos eclesiásticos podrán elegir a Democracia Nacional, que lleva como número dos al escritor revisionista Manuel Galiana, o al Movimiento Social Republicano (MSR), un grupo neofascista que hace algunos días envío a dos de sus jefes a Atenas para participar en un mitin del partido nazi Amanecer Dorado.
«Antes y después del acto pudimos compartir opiniones con varios candidatos al Parlamento europeo y comprobar muchas de las similitudes que nos unen a ellos, tanto en lo referente a puntos de vista políticos como a las situaciones de ambos países», señaló el MSR en una nota publicada en su página web.
Un peligro llamado Vox
El abanico electoral de la extrema derecha se completa con VOX, la escisión del PP liderada por los ultraconservadores Santiago Abascal y Alejo Vidal Quadras. «Existe el peligro de que ese partido pueda entrar al parlamento europeo y dar alas al fascismo», afirma David Karvala, integrante de la plataforma catalana «Unidad Contra el Fascismo y el Racismo» (UCFR).
En los próximos días, este colectivo pondrá en circulación algunos materiales informativos sobre el verdadero rostro de VOX, tal como ya hiciese en las elecciones autonómicas catalanas de 2012 con Plataforma X Catalunya. Tras la campaña de UCFR, este partido de marcado discurso racista pasó del 2,4% que había obtenido en 2010 a un todavía más humilde 1,6%.
Con esos datos a la vista, colectivos antifascistas de todo el Estado -nucleados en la Red Unitaria Contra el Fascismo y el Racismo- tratarán de hundir en la miseria a los restantes partidos ultras. Como primer paso, esta plataforma consiguió que 26 candidatos de distintas formaciones que competirán en las elecciones europeas firmasen una declaración conjunta, en la que llaman a la ciudadanía a «no votar a los herederos de Franco y Mussolini». Entre los adherentes figuran Javier Couso (IU), Pablo Iglesias (Podemos), Josu Juaristi (EH Bildu) o Josep-Maria Terricabras (ERC).
«Con la situación de crisis actual, el fascismo es una amenaza real, pero su victoria no es inevitable», señalan el manifiesto. En tal sentido, los firmantes se comprometen a «no permitir ninguna concesión a la extrema derecha» en caso de que llegue a ocupar escaños en el próximo Parlamento Europeo. «Exigiremos el cumplimiento lo más estricto posible del reglamento para evitar que tengan grupo propio, con acceso a informes, cargos y subvenciones que utilizarían para fomentar el odio; limitaremos al máximo su capacidad para envenenar la política europea», aseguran.
«No votes odio»
En este contexto, los colectivos antirracistas quemarán sus últimos cartuchos durante las jornadas previas a la cita electoral del próximo domingo 25. En el caso de Córdoba, el grupo local de «Unidad Contra el Fascismo y el Racismo» sacará a la calle 5.000 octavillas informativas «para pedir que la gente no vote a esos partidos», explica su portavoz, Luna Rodríguez. Los folletos, que también incluirán datos sobre algunos candidatos ultras con antecedentes delictivos, serán repartidos en institutos, centros de trabajo y hogares de la ciudad de Córdoba.
Por su parte, el Movimiento Contra la Intolerancia (MCI) también realiza su propia campaña contra los partidos ultras. Bajo el título de «No votes odio», la organización que dirige Esteban Ibarra intentará llegar principalmente a la juventud, para lo que aprovechará las redes sociales. «Los jóvenes son el sector de la población al que está dirigido el discurso de la xenofobia: se recurre al paro juvenil para plantear que es el inmigrante quien te quita el puesto de trabajo», comenta Ibarra. El MCI buscará amplificar su mensaje durante los próximos días, coincidiendo con los últimos actos electorales de la extrema derecha.
«El racismo también es institucional»
DANILO ALBÍN. PÚBLICO.- «Sacar leyes que prohíban hacer ruidos de mono, lanzar cacahuetes o plátanos a los ciudadanos negros es aceptar implícitamente que parecen monos y que se les debe proteger más que a los demás». La frase corresponde al líder de Democracia Nacional, Manuel Canduela, quien eligió esos términos para referirse al episodio registrado el pasado 27 de abril en el campo de fútbol del Villareal, donde un aficionado lanzó un plátano al barcelonista Dani Álves.
En un artículo publicado en la web de su partido, el dirigente ultra volvía a asegurar que existen «leyes que discriminan a los españoles y benefician a la gente de otras razas que llegan a nuestro territorio», algo que, a su entender, debe ser considerado como «racismo antiblanco y racismo antiespañol».
Al leer estas afirmaciones, el historiador y activista panafricanista Antumi Toasijé -de madre afrocolombiana y padre español- no sabe si reírse o llorar. «El racismo es una flagrante vulneración de los derechos civiles básicos de todo ser humano», afirma a Público. Tras participar en distintas organizaciones panafricanas y realizar diversos estudios sobre esta temática, Toasijé trabaja actualmente en un proyecto de investigación sobre la huella de la esclavitud en la Península Ibérica.
Este militante antirracista también está al frente del Partido Multicultural Por la Justicia Social, una formación compuesta por personas de distintas nacionalidades. «Estamos muy preocupados por el racismo de los grupos neonazis, pero también nos preocupa mucho el racismo institucional, que se produce cuando esos discursos de la calle se trasladan a las instituciones y se convierten en políticas efectivas y reales. La Policía, por ejemplo, tiene comportamientos racistas», denuncia.