Varios Estados despliegan fuerzas militares en una noche de manifestaciones masivas, seguidas de destrozos y duros enfrentamientos. Al menos una persona murió por disparos en Indianápolis
PABLO XIMÉNEZ DE SANDOVAL / AMANDA MARS. EL PAÍS.- Grandes ciudades por todo Estados Unidos declararon en la tarde del sábado el toque de queda en un intento in extremis de contener antes de que sea demasiado tarde una escalada de violencia callejera sin precedentes recientes en cuanto a intensidad y extensión. La muerte de George Floyd, un hombre negro, a causa de una brutal agresión por parte de un policía blanco de Minneapolis, encendió por quinto día consecutivo la mecha del resentimiento racial en el país. El paisaje en la mañana del domingo mostraba la destrucción de comercios y edificios públicos Washington hasta Los Ángeles. El enorme despliegue policial por todo el país para contener la ira ha llegado hasta desplegar fuerzas militares de la Guardia Nacional en varios Estados.
A pesar de la violencia de las imágenes que todo el país pudo ver durante horas en televisión y en las redes, solo trascendió un caso de uso de armas de fuego. Cerca de la medianoche del sábado en Indianápolis, Indiana, el jefe de policía informó de que tres personas habían sido alcanzadas por disparos durante las protestas y una de ellas había muerto, informó el Indianapolis Star. Se trata del suceso más grave hasta el momento desde que comenzaron los disturbios hace cuatro días y se generalizaron por todo el país hace dos. El jefe Randal Taylor acusó a un pequeño grupo violento de ser el causante de los destrozos.
En Los Ángeles, la ciudad a la que mira todo el país cuando hay una protesta racial por haber sido el escenario de los peores disturbios del siglo pasado, hace 28 años, el alcalde anunció un toque de queda en el distrito centro desde las 20:00 hasta las 5:30 de la mañana. En la noche del viernes, una pequeña protesta que apenas ocupó cuatro calles del centro había provocado amplios destrozos en comercios y se había saldado con 533 detenidos y seis policías heridos. A media tarde era evidente que la protesta del sábado, esta vez en varios puntos de la ciudad, era más numerosa y violenta aún. A las 19.00 (hora local), Los Ángeles extendió el toque de queda a toda la ciudad y municipios cercanos.
Por la noche, el alcalde pidió la ayuda de la Guardia Nacional. El cuerpo militar reservista de California patrullaba las calles de la ciudad el domingo por la mañana, una imagen poderosa que no se repetía desde los disturbios de Rodney King. El propio alcalde de Los Ángeles, Eric Garcetti, pronunció las palabras en las que todo el mundo estaba pensando al decir en televisión que no había vivido una situación tan grave desde aquel levantamiento civil de 1992, cuando murieron al menos 60 personas en las calles de la ciudad.
A pesar del gigantesco despliegue policial, una numerosa manifestación pacífica en la zona turística de Fairfax dio paso a graves enfrentamientos de pequeños grupos con la policía casi inmediatamente. Los violentos destruyeron y asaltaron negocios en la calle comercial y en el centro comercial The Grove. Los enfrentamientos con la policía duraron hasta bien entrada la madrugada. Numerosos vehículos oficiales fueron quemados o dañados. A mediodía del domingo, el Departamento de Policía informó de que había practicado 398 detenciones. Cinco agente fueron heridos, dos de ellos hospitalizados.
En Minneapolis, la ciudad donde ocurrió el suceso original el pasado lunes y desde donde se ha extendido la indignación a todo el país, el sábado era la segunda noche seguida con toque de queda. Centenares de jóvenes de distintas razas volvieron a desobedecer la orden y se manifestaron por distintos puntos de la ciudad, pero se encontraron con una respuesta más contundente por parte de la Guardia Nacional, que lanzó gas lacrimógeno.
En el que ha sido epicentro de los disturbios esta semana, la comisaría del llamado tercer precinto, el paisaje era desolador el sábado. Prácticamente todos los inmuebles a lo largo de cinco manzanas en la calle Lake estaban quemados, algunos derruidos: restaurantes, tiendas, una oficina bancaria y un lugar muy simbólico en esta crisis: El Nuevo Rodeo. Se trata del club latino donde tanto el afroamericano George Floyd como el agente acusado de homicidio en tercer grado habían trabajado como vigilantes nocturnos un año atrás. Solo quedan el esqueleto y el rótulo.
Dommilli, un joven afroamericano de 31 años, defendía las revueltas. “Llevamos intentando hacer esto de forma pacífica desde Martin Luther King, y se lo hicieron pagar, esta es la única manera, lo hemos probado de muchas”. El gobernador de Minnesota, Tim Walz, sostuvo este sábado que hasta un 80% de los detenidos proceden de fuera del Estado, aunque los datos de detenciones, según la agencia Reuters, solo reflejan ocho no residentes en el condado desde el martes, cuando comenzó la trifulca.
Pasadas las ocho de la tarde, entre 200 y 300 jóvenes se concentraron de forma pacífica frente a la comisaría quemada el jueves, con la rodilla hincada en el suelo, en recuerdo del modo en el que Floyd se fue al otro mundo, inmovilizado en el suelo con la rodilla de un agente apretándole el cuello. Coreaban su nombre, “George Floyd”, gritaban “no puedo respirar”, sus últimas palabras, y también el lema conocido: “Las vidas negras importan”. Luego marcharon calle arriba y calle abajo durante horas. “¡Esto es una guerra! Quien no sea consciente, gracias por sus servicios, apártense a la acera”, arengaba uno de los cabecillas de la protesta, sobre las diez de la noche. La Guardia Nacional dispersó a los últimos que quedaban por la zona poco después.
Chicago, Denver, Philadelphia, Cleveland, Portland, Rochester (Nueva York), Milwaukee, Salt Lake City, Seattle, Atlanta o Miami también decretaron toques de queda en la noche del sábado. El toque de queda sirve como instrumento legal para que la policía pueda detener a cualquier persona solo por el hecho de estar en la calle, sin causa aparente. Su uso es muy excepcional, solo en situaciones de violencia generalizada o en grandes desastres naturales, para evitar pillajes. Un recuento de Associated Press cifra en 1.400 los detenidos en 17 ciudades de Estados Unidos en estas protestas, sin contar la noche del sábado.
La Guardia Nacional también se ha desplegado en Texas y Colorado y en la capital del país, Washington DC, donde una nueva protesta se concentró frente a la Casa Blanca. En vez de llamar a la calma, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha echado más leña al fuego el sábado por la mañana con una serie de tuits en los que decía que había visto la operación táctica de contención de los manifestantes desde su residencia y que si alguien intentaba entrar, los Servicios Secretos (cuerpo policial de protección del presidente) “se echarán sobre ellos rápido, no sabrán por dónde les ha venido”.
Cientos de personas se volvieron a concentrar frente a la Casa Blanca el sábado gritando “¡sin justicia no hay paz!” y “¡no puedo respirar!” (las últimas palabras de Floyd antes de morir, mientras el policía Derek Chauvin le presionaba el cuello con la rodilla durante casi nueve minutos). La policía trató dispersarlos con gases lacrimógenos, pero los manifestantes se mantuvieron en el lugar hasta bien entrada la noche.
Algunas de las escenas de mayor violencia se produjeron en Seattle, donde los manifestantes quemaron coches de policía y decenas de comercios en el centro de la ciudad, según la televisión local King 5. En Jacksonville (Florida), un agente fue trasladado al hospital tras haber sido “apuñalado o sufrir un corte” en el cuello, según informó el sheriff Mike Williams en declaraciones recogidas por la CNN. En Nashville, los manifestantes incendiaron el edificio de los juzgados. En Ferguson, Missouri, donde se produjo el anterior brote de disturbios raciales de características parecidas y por las mismas razones en 2014, el departamento de policía del condado comunicó que su sede había tenido que ser evacuada por los daños sufridos en la protesta del sábado.
La protesta masiva por todo el país contra el racismo sistémico también dejó otras imágenes simbólicas. En algunas ciudades, el cuerpo de policía local se solidarizó con la protesta. En Flint, Michigan, los agentes se quitaron el equipo táctico para juntarse a la manifestación pacífica. Escenas parecidas se vieron en Camden, Nueva Jersey, o Kansas City, Missouri. En Santa Cruz, California, el jefe de policía y varios agentes se solidarizaron con las protestas poniendo una rodilla en el suelo, un gesto solemne contra el racismo que inició el deportista Colin Kaepernick.