Varios países de la región están registrando un incremento en las denuncias de violencia doméstica desde que se impuso la cuarentena por la pandemia
EMILY BARTELS – BAND. EL PAÍS.- La pandemia del coronavirus (covid-19) está poniendo a prueba las fragilidades existentes en el tejido social, y en el caso de América Latina y el Caribe, una región ya asolada por una pandemia paralela de violencia contra las mujeres y las niñas, la enfermedad amenaza con borrar los avances logrados en las últimas décadas en términos de igualdad de género.
En varios países latinoamericanos se está registrando un aumento significativo —en algunos casos del doble— en las denuncias de violencia doméstica y en los homicidios de mujeres y niñas desde que se impusieron las cuarentenas para contener el virus, según diversas fuentes.
El aislamiento en casa no es seguro para todos. Muchas mujeres se encuentran en la disyuntiva de tener que elegir entre exponerse al virus o a un aumento de la violencia en el hogar. En algunos países con datos disponibles, la violencia doméstica se duplicó o hasta triplicó. Gran cantidad de las víctimas de la violencia doméstica son mujeres y la mayoría de los infractores, hombres.
En una región donde una de cada tres mujeres ya está expuesta a la violencia de género, la capacidad de los servicios de respuesta —sobrepasada por la emergencia— limita la protección y el apoyo disponibles, algo que podría contribuir a una percepción más alta de impunidad entre los hombres.
Algunos ejemplos de la región subrayan la seriedad del asunto:
- En Colombia, las llamadas a la línea de atención a víctimas de violencia doméstica aumentaron en un 91% desde que se impuso la cuarentena.
- En México, se incrementaron en un 60%.
- En Argentina, donde siete de cada 10 homicidios de mujeres y niñas tienen lugar en el hogar, las llamadas de emergencia por violencia doméstica aumentaron en un 25%.
- Y en Bolivia, la ciudad de Santa Cruz informó el mayor número de casos de violencia doméstica y covid-19. Junto a Paraguay, Bolivia también muestra la mayor tasa de homicidios de mujeres y niñas en Sudamérica.
De hecho, se podría asegurar que el número de incidentes de violencia doméstica es mucho mayor, ya que menos del 40% de los supervivientes denuncia un crimen o busca algún tipo de ayuda. La menor disponibilidad de servicios de salud y un bajo acceso a servicios de respuesta inmediata hacen que se vuelva más difícil obtener ayuda, mientras que algunas mujeres podrían no querer solicitar servicios de salud por miedo a infectarse con el virus.
Además de los resultados negativos sobre la igualdad de género registrados en anteriores pandemias, estos acontecimientos ponen de relieve la necesidad de continuar los esfuerzos por empoderar a la mujer en la región, potenciando su voz y su capacidad de actuar; erradicando la violencia contra ellas; eliminando los obstáculos a la propiedad y control de activos por parte de las mujeres; asegurando una transición exitosa de la escuela al trabajo entre las mujeres jóvenes y evitando los embarazos adolescentes, además de eliminar las restricciones a más y mejores empleos, según los expertos.
“Debemos abordar la dimensión de género en nuestra respuesta a la covid-19”, dice Miriam Müller, científica social del Banco Mundial y coautora de los informes Cerrar las Brechas de Género en América Latina y el Caribe y Dimensiones de género de la pandemia covid-19 (inglés). “No obstante, esta crisis también subraya la necesidad de erradicar la desigualdad de género para siempre”.
Participación en el mercado laboral
Cuando una mujer pierde su trabajo, y con él su independencia financiera, puede terminar dependiendo de una pareja violenta. En los países de ingreso bajo, particularmente, muchas mujeres se dedican a trabajos informales u otras formas de empleo vulnerable, como el empleo autónomo en pequeñas empresas de subsistencia o el trabajo doméstico. Esto las deja fuera de cualquier medida de protección social formal como seguros de desempleo, de acuerdo a al informe Gender Dimensions of the covid-19 Pandemic (inglés) del Banco Mundial.
Asimismo, hay más mujeres que hombres trabajando en las industrias más afectadas, como comercio minorista, hotelería y turismo. Se estima que en el Caribe, donde muchas economías dependen en gran medida del turismo, algunos países verán a la mitad de la fuerza laboral perder su trabajo.
Las mujeres, tradicionalmente responsables de atender a niños y ancianos, a menudo también quedan a cargo de asistir a los enfermos durante una epidemia. Dadas sus múltiples responsabilidades, las mujeres probablemente tengan que asumir una carga adicional sobre su tiempo, a medida que cierran las escuelas y se extienden las cuarentenas. Esto puede derivar en una reducción del horario de trabajo o una salida permanente del mercado laboral. Antes de la pandemia (en 2018), el 52% de las mujeres participaba en el mercado laboral de la región, frente al 77% de los hombres.
Embarazo adolescente
Además de un aumento en el nivel de violencia y pérdida de independencia financiera, existen otras dimensiones de la desigualdad de género agravadas por esta pandemia. El traslado de recursos puede trastocar servicios de salud clave para las mujeres y las niñas, como la salud sexual y reproductiva, incluida la planificación familiar. Existe evidencia de un aumento en los embarazos adolescentes y en la mortalidad materna debido a la falta de recursos críticos en crisis similares.
En una región con la segunda tasa de fertilidad adolescente del mundo, la pandemia supone un revés potencialmente mayúsculo en los esfuerzos por reducir el embarazo adolescente. Las mayores tasas de fertilidad adolescente se encuentran en República Dominicana (94 nacimientos cada 1000 mujeres de entre 15 y 19 años), Venezuela, Nicaragua, Panamá y Ecuador, de acuerdo al informe Cerrar las Brechas de Género en América Latina y el Caribe.
¿Qué podemos hacer?
Reforzar los sistemas de respuesta inmediata a la violencia doméstica, ampliar el número de refugios y viviendas provisorias para supervivientes, atención para la salud mental y reducir la percepción de impunidad por parte de los infractores son todos pasos cruciales, de acuerdo a ONUMujeres.
También serán necesarios programas de transferencias en efectivo para los grupos más vulnerables, incluidas jefas de hogar, así como iniciativas para apoyar el regreso de las mujeres a la actividad económica y esfuerzos por asegurar el acceso a servicios de salud clave para mujeres y niñas, como atención para la salud sexual y reproductiva.
Cerrar las brechas de género más acuciantes demandará iniciativas más fuertes y mejor financiadas para potenciar la educación y la salud de las mujeres, eliminar los obstáculos a la propiedad y control de activos por parte de las mujeres, además de incrementar su voz y su capacidad de actuar.
El informe Cerrar las Brechas de Género en América Latina y el Caribe subraya no solo las brechas de género en la región antes de la covid-19, también examina algunos proyectos innovadores donde el Banco Mundial está ayudando a los países miembro a cerrarlas. Urge más que nunca aprender de estas experiencias, así como ampliar al alcance de las iniciativas que funcionan, si queremos evitar reveses mayúsculos en términos de igualdad de género.
Emily Bartels-Bland es productora online del Banco Mundial