El incremento de los contagios importados de otros países dispara la siempre latente xenofobia china. La población negra de la provincia de Guangdong es la más afectada
ZIGOR ALDAMA. LA RAZÓN.- «Se nos ha informado de que, de ahora en adelante, la gente de raza negra no puede acceder al restaurante. Por su salud, contacte con la policía local para ser aislado. Disculpen las molestias». Esta sorprendente notificación ha sido aprobada por un McDonald’s de la ciudad de Guangzhou, y se muestra en un vídeo remitido a este periodista por un residente en este centro manufacturero del sur de China. Para certificar que es cierta, El Confidencial llama al establecimiento, ubicado en el barrio de Xiaobei, uno de los que congrega a la mayor población africana del país.
– ¿Puedo ir a comer con un amigo negro? He escuchado rumores y quiero cerciorarme antes de ir-, decimos.
– Sí, ahora hay restricciones en el restaurante-, comenta la empleada de la cadena estadounidense de comida rápida que atiende el teléfono.
– ¿Qué quiere decir con restricciones? ¿Supone que mi amigo no puede entrar?
– ¿De dónde es su amigo?
– Eh. No sé, es negro.
– Recomendamos que los negros no vengan al restaurante, porque tenemos que registrar sus pasaportes. Los negros no pueden.
– O sea, que los negros están vetados.
– Los negros están vetados.
McDonald’s se ha disculpado en las últimas horas por lo ocurrido en sus restaurantes de Guangzhou, ha cerrado temporalmente los ubicados en el barrio de Xiaobei y entre 4.500 negros a los que se les han hecho tests, 111 han dado positivo. Este es solo uno de los muchos ejemplos de racismo que la población negra en esta provincia suroriental china está denunciando en los últimos días.
Se han producido redadas indiscriminadas, a muchos se les ha expulsado de sus viviendas, y multitud de vídeos reflejan el acoso al que está siendo sometida por la Policía. En algunos casos, incluso se han pegado carteles con la fotografía de algunos residentes africanos que han sido supuestamente contagiados por el coronavirus para que la población china tenga cuidado e informe a las Autoridades en caso de que haya tenido contacto con ellos. En varios complejos residenciales se exige a los vecinos de raza negra que se sometan a tests del SARS-CoV-2 en lugares públicos frente al comité vecinal, mientras que en otros esas pruebas se realizan a domicilio. El brote de racismo no solo afecta a los ciudadanos de raza negra, también a los extranjeros en general. Y está saltando de forma muy preocupante de las campañas de acoso en redes sociaes y ‘apps’ de mensajería a la calle y la vida misma.
La situación de las personas de raza negra es tan crítica que el diario keniata ‘The Nation’ publicó en portada el pasado día 11 la desesperada petición de sus compatriotas: ‘Rescatadnos del infierno’. El periódico recogía testimonios de personas obligadas a dormir a la intemperie, algo que también corroboró la cadena estadounidense CNN. Varios países africanos han protestado formalmente y el Consulado de Estados Unidos ha publicado una circular en la que advierte sobre “la discriminación a los afroamericanos”.
El comunicado señala que se está vetando la entrada de personas negras a diferentes establecimientos y que “se está obligando a realizar tests de coronavirus y a guardar cuarentena a cualquiera que haya tenido ‘contacto con africanos’, independientemente de dónde hayan estado o de si han cumplido ya con el confinamiento”. La legación diplomática americana finaliza recordando que “todos los ciudadanos estadounidenses en China deben acatar la ley local” y que “el sistema judicial chino puede ser opaco y la interpretación e implementación de las leyes, arbitraria”.
El portavoz de la policía de Guangzhou, Cai Wei afirmó en una conferencia de prensa que el Cuerpo trata “de la misma forma a chinos y extranjeros” y añadió que “protege sus derechos de acuerdo con la ley”. Pero también recordó que “deben cooperar en los controles de la Policía” y que aquellos que se resistan “serán castigados de acuerdo con la ley”. El portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores Zhao Lijian incidió en que China tiene “tolerancia cero con la discriminación” y reiteró que “el virus no conoce fronteras”.
Aunque este diario no ha logrado declaraciones oficiales en las repetidas llamadas a la Policía de Guangzhou, un agente de la ciudad que acepta hablar con este diario bajo condición de anonimato denuncia que “los negros viven en condiciones de hacinamiento que facilitan el contagio, a menudo se saltan las normas, y algunos rompen el pasaporte para que no se pueda identificar el país al que pertenecen”. Una joven china de la misma ciudad tiene la misma sensación. “Son maleantes, se dedican a las drogas, y deben ser expulsados”, sentencia.
No obstante, la xenofobia que el coronavirus ha desatado en China no tiene exclusivamente en su diana a la raza negra. Ni mucho menos. Se han disparado los casos de discriminación entre residentes con pasaportes y tonos de piel muy diversos desde que el gigante asiático comenzó a registrar un notable incremento del número de infecciones de coronavirus importadas del extranjero. Pero los datos no sustentan la afirmación de quienes señalan el miedo de la población para justificar esta situación, porque a finales de marzo se cerraron las fronteras para todos los foráneos -a pesar de que en un inicio China criticó a los países que restringieron la entrada de quienes procedían de China- y desde entonces solo pueden entrar al país quienes tienen pasaporte chino. Incluso antes, el 90% de quienes llegaban a China eran sus propios nacionales, que son también la principal fuente de infecciones importadas.
El canal de YouTube Expat Rights muestra en uno de los vídeos los controles especiales que se han establecido en el metro de Guangzhou para inspeccionar exclusivamente a ciudadanos extranjeros. En el clip, una pareja de hispanohablantes tiene que mostrar su pasaporte, el visado, el último día de entrada a China, el registro domiciliario, el código QR verde, y el test de la COVID-19 solo para acceder al suburbano. En otro vídeo, una ciudadana rusa también recoge cómo fue retenida por la Policía en una estación a pesar de que tenía todos los papeles en regla.
La comunidad española no se escapa a la discriminación xenófoba. Lo sabe bien Carlos Miranda, empresario del sector del vino que lleva residiendo en China más de una década. En los últimos días, una de sus mayores odiseas ha sido encontrar un hotel que le permita pasar la noche. “Me han rechazado siete solo en la ciudad de Shenzhen, así que últimamente ya llamo de antemano para saber si me dejarán entrar”, cuenta. “En uno que me dijo que no podían admitirme por la nueva regulación, me recomendaron otro en el que sí me aceptarían. Pero lo busqué, vi las fotos, y era un cuchitril de mala muerte”, recuerda.
Miranda asegura que no le importa que la gente se aparte de él cuando ven que es extranjero, algo cada vez más habitual en el país, pero afirma que sí le afectan las restricciones en los hoteles porque le han obligado a retrasar viajes de trabajo. “Me tengo que mover por ciudades más pequeñas y temo que allí sea todavía más difícil”, comenta. De momento, ha pospuesto a mayo la mayoría de los viajes. “Así está el tema”, se lamenta.
Otro residente vasco, que pide mantenerse en el anonimato porque teme las represalias, cuenta que el gimnasio al que suele ir le ha vetado la entrada. “Llevo yendo desde que se abrió tras la epidemia, pero voy siempre a primera hora, cuando no hay nadie. El sábado cometí el error de ir a correr un rato cuando había más gente y, al parecer, alguien se quejó. Una autoridad fue a decirles que no pueden aceptar a gente de Hubei -epicentro de la pandemia- ni a extranjeros, me pidieron el pasaporte para enviar una foto a la administración del gimnasio, y a la media hora llamaron a mi mujer a decirle que no puedo volver”, relata. “Llevo diez años aquí y lo que he visto esta semana no lo he visto nunca. Tengo amigos realmente asustados”, concluye.
Otros españoles que han hablado con este diario también comparten situaciones similares en las que se les ha negado el acceso a edificios públicos o centros comerciales por el mero hecho de su nacionalidad. “Ni siquiera me han dejado pasar con el código verde. Les expliqué que no he salido de China desde el año pasado, y nada. Los españoles y los italianos no podemos pasar”, comenta un andaluz residente en Zhejiang.
En una circular enviada el lunes por el Consulado de España en Shanghái a los residentes se reproduce un comunicado de China en el que se recuerda “la importancia de respetar en todo momento las disposiciones legales de prevención y control de epidemias y de acatar estrictamente las leyes y reglamentos ya existentes”. No en vano, es cierto que la mayoría de quienes se resisten a llevar mascarilla en la capital económica de China, a pesar de que es obligatoria, son extranjeros.
A ese respecto, el Consulado recuerda que “en aquellos casos en los que se cometa infracción legal o reglamentaria el Departamento de Seguridad podrá anular el visado expedido a los ciudadanos extranjeros o confiscar otros documentos, obligarles a salir de China en un plazo determinado, repatriarlos o deportarlos según la gravedad de la violación. Los extranjeros repatriados no podrán volver a China en un plazo de uno a cinco años a partir de la fecha de repatriación. Asimismo, los extranjeros deportados no podrán volver a China en los 10 años siguientes a la fecha de deportación”.
Un odio que nace en la red
Lo que está sucediendo en China va mucho más allá de la justificada crítica hacia quien, muchas veces en un ejercicio de arrogancia y supremacismo, se salta la ley. Y buen ejemplo de ello es el cómic que hace un par de semanas se hizo viral en WeChat, el WhatsApp chino. En las viñetas, tituladas ‘Manual para clasificar basura extranjera’, muestra cómo una persona lanza a los contenedores de basura a diferentes ciudadanos foráneos que han protagonizado actitudes reprobables que se han viralizado desde que estalló la epidemia. Luego, un empleado municipal protegido con traje biológico desinfecta el contenedor.
Curiosamente, todos los ejemplos de “basura extranjera” son de raza blanca o negra, aunque uno de los episodios que más indignación han provocado en el país es el que protagonizó una mujer china con pasaporte australiano que se saltó la cuarentena a la que estaba obligada para salir a correr sin mascarilla. Fue despedida de su trabajo y expulsada del país, pero sus rasgos asiáticos la han protegido de aparecer en el polémico cómic, que finalmente ha sido retirado de WeChat. Como este caso hay muchos otros ejemplos de acoso y racismo que nace en las redes sociales, se viralizan en ‘apps’ de mensajería y acaba convirtiéndose en realidad palpable.
Sin duda, esta es una situación paradójica, ya que China es muy sensible a las muestras de racismo que sufre en el mundo -sonadas fueron las polémicas provocadas por sketches de humor de Telecinco-. De hecho, fue la comunidad china en Europa la primera que denunció el racismo que estaba sufriendo cuando la epidemia solo afectaba al gigante asiático. Así surgieron las etiquetas #iamnotavirus y su versión en español #nosoyunvirus en las redes sociales, donde muchos asiáticos compartieron experiencias indignantes. Ahora, no obstante, el silencio de la comunidad china ante lo que sucede en el país del que es originaria resulta atronador.
“Lo que está pasando se puede justificar por el miedo a volver a contagiarse”, comenta Antonio Liu Yang, abogado especializado en relaciones interculturales con base en Valencia y uno de los promotores de la campaña antirracista de España. Eso sí, subraya que ese ‘justificar’ tiene el mismo valor que el “justificar que el virus salió de China ‘porque comen cosas raras’”. Liu Yang asegura que ha visto muchos comentarios en las redes sociales “rechazando este tipo de discriminaciones por parte de la diáspora china”, pero reconoce que también hay otros del estilo de “por los menos solo les prohíben entrar con un cartel y no les pegan como a nosotros o ahora sabrán que se siente al ser discriminado”.
A Zhong Feifei, una joven nacida de madre africana y padre chino, le han llovido los insultos en la red social Weibo: «Vuelve a tu África, gracias»
Ha pasado un siglo desde aquel vergonzoso cartel en el que los occidentales, amparados por las leyes coloniales, prohibían la entrada de perros y de chinos -con excepción de las cuidadoras- al parque Huangpu de Shanghái. Ahora, la tortilla ha dado la vuelta, pero el problema perdura. Y tener pasaporte chino no siempre es un escudo. Lo ha demostrado Zhong Feifei, una joven nacida de madre africana y padre chino. Ha saltado a la fama por el programa televisivo ‘Chuang zao ying’ -del estilo de Operación Triunfo-, y puede que ya esté lamentando haber participado, porque le han llovido los insultos en redes sociales como Weibo.
La mayoría hacen referencia exclusivamente a su físico, desde su tez morena, hasta su pelo rizado: “Vuelve a tu África, gracias”, “no eres bienvenida”, “lo peor ha sucedido: negros en programas chinos”, o “los genes de los negros son más fuertes que los chinos, por eso, si esto se generaliza, cada vez seremos más oscuros y no me gustaría ver muchos niños negros”, son algunas de las lindezas que le dedican. “Sí, discrimino a los negros. ¿Es eso ilegal?”, se pregunta otro. #Nosoyunvirus en chino se escribe #我不是病毒 y se pronuncia ‘wo bushi bingdu’.