El clima social de Alemania ha cambiado. La ideología ultraderechista, proscrita durante décadas, ha vuelto a ganar aceptación. La responsabilidad de la política no se puede infravalorar
DEUTSCHE WELLE.- Angela Merkel nunca había dicho de forma tan clara que Alemania tiene un problema con el racismo. «El racismo es un veneno. Este veneno existe en nuestra sociedad y es responsable de demasiados crímenes”, dijo la canciller alemana luego de que un hombre asesinara a tiros en la ciudad de Hanau a nueve personas que presuntamente no tenían aspecto alemán. El perpetrador tenía una «convicción profundamente racista”, afirmó más tarde el fiscal general federal.
Es la tercera vez en solo nueve meses que un extremista de derecha abre fuego. En junio de 2019, el político conservador Walter Lübcke fue asesinado en Kassel. En octubre, un atacante intentó provocar un baño de sangre en una sinagoga de la localidad de Halle. Y aparentemente había planes de más ataques contra políticos, solicitantes de asilo y musulmanes: hace unos días fueron arrestados doce hombres clasificados como terroristas derechistas.
¿Tiene AfD la culpa de todo?
¿De dónde viene el odio, el «veneno”, del que habla no solo la canciller? ¿Cuál es el caldo de cultivo de la violencia racista en Alemania? La xenofobia no es nueva en el país. Los estudios muestran que estas ideas discriminatorias están presentes en entre el 15 y el 20 por ciento de la población. Pero nadie nace racista.
Tras los asesinatos en Hanau se ha vuelto a apuntar al partido Alternativa para Alemania (AfD, por sus siglas en alemán). «Estamos viviendo un clima social que ha estado siendo envenenado desde hace tiempo por parte de AfD; se alimenta el odio, se divide a la sociedad”, ha dicho el secretario general socialdemócrata, Lars Klingbeil, quien llamó al partido «brazo político de los ultraderechistas”.
El otro como enemigo
AfD no solo resta importancia al nacionalsocialismo. El partido también intenta hacer socialmente aceptable la ideología racista que concibe una nación basada en la ascendencia. Las personas cuyo nombre o apariencia hacen presuponer que sus padres o abuelos tienen un trasfondo migratorio son atacadss verbalmente o tratados con desprecio. «Ver a las personas como enemigos y considerarse mejor, tratando a nuestros conciudadanos como extraños, es un veneno que penetra en nuestra sociedad con cada vez más fuerza y que al final puede llevar a estos actos”, dijo Annegret Kramp-Karrenbauer, líder de la Unión Cristianodemócrata (CDU).
Christian Lindner, jefe del liberal FDP, también habla de un clima social que favorece la violencia ultraderechista. «Hay un clima de odio y hostilidad contra los extranjeros, pero también contra los demócratas, y ese clima puede influir en que individuos o grupos hagan uso de la violencia”.
Salones de shisha como objetivo
Los lugares en los que se produjeron los ataques de Hanau fueron dos bares de shisha frecuentados mayoritariamente por jóvenes con trasfondo migratorio. Hace tiempo que AfD lidera una campaña contra este tipo de locales. También en Hesse, el estado federado en el que se encuentra Hanau. La policía ha confiscado en numerosas ocasiones tabaco de contrabando en cafeterías de ese tipo. En base a eso, AfD ha intentado en sus mensajes vincular los bares con la criminalidad.
Ataque racista de Hanau conmociona a Alemania
Lorenz Gösta Beutin, diputado en el Bundestag por La Izquierda, cree que este partido ultraderechista no es el único responsable del crecimiento del terror de este signo en Alemania. Insiste en que también otros políticos, entre ellos el ministro federal del Interior, Horst Seehofer (CSU), habrían alimentado el miedo a los supuestos extranjeros tanto antes como durante la crisis de refugiados. «Fue gente como él la que esparció las semillas intelectuales del odio”, opina Beutin. Pone como ejemplo cuando, en 2011, el bávaro Seehofer dijo que había que oponerse «hasta la última bala” a que llegase «la inmigración al sistema social alemán”. Cuatro años más tarde, en 2015, describió la migración como la «madre de todos los problemas”.
El Consejo de Europa lleva tiempo advirtiéndolo
¿Tiene Alemania un problema de fondo? Hace años que Naciones Unidas y el Consejo de Europa advierten que el Gobierno federal alemán debería estar haciendo más contra la discriminación, la xenofobia y el racismo. En febrero de 2014, la Comisión Europea contra el Racismo y la Intolerancia pidió a las autoridades una reforma penal: como en otros países de la Unión Europea, el Derecho alemán debería contemplar el agravante racista de los delitos.
Dicho organismo criticó que la incitación al odio solo estaba penada en Alemania en caso de perturbar la paz pública, algo que es difícil de probar. En lo relativo a la «incitación al odio” habría una notable impunidad, según el informe del órgano.
La Policía alemana es criticada porque, al ser destapadas las acciones de la organización terrorista de ultraderecha Clandestinidad Nacionalsocialista (NSU), la posibilidad de una motivación racista fue descartada. «En 2013 las autoridades turcas tuvieron que pedir en varias ocasiones a la Policía, tras los incendios que vivieron personas de origen turco, que tomaran en serio esta posibilidad. La Comisión también tuvo noticias de que las fuerzas de seguridad dudaron a la hora de procesar denuncias de delitos racistas, homofóbicos y transfóbicos”.
Hanau llora a las víctimas del tiroteo
Jan Korte, diputado izquierdista del Parlamento alemán, argumenta de forma similar tras el atentado en Hanau. A su juicio, el Gobierno federal habría subestimado durante años el creciente extremismo de derecha en Alemania. Y recuerda «cómo en los últimos años las asociaciones de víctimas y otras iniciativas apuntaron a este terror y a cómo se estaba eludiendo, cómo se estaba dejando solos a los alcaldes y políticos municipales”.
Más de 200 personas han sido asesinadas desde 1990 a manos de extremistas de ultraderecha. «Aquí se trata de la esencia de la comunidad democrática, que en efecto no fue reconocida en los últimos años y décadas. Se burlaron de quienes advertían sobre cómo crecía esto”, según Korte.
La mayoría de los alemanes no son xenófobos
No obstante, cierto es que el Gobierno federal ha aprobado recientemente una serie de leyes para combatir el odio derechista, la creciente violencia y el terror de ultraderecha. Luego del ataque en Hanau van a desplegarse más agentes policiales. Pero la política debe hacerse la pregunta de si estas medidas no llegan demasiado tarde. «Vamos a proteger a las personas que se sienten amenazadas en este país, que ya no se sienten seguras”, prometió Klingbeil. «Para ello es importante que todos los demócratas de este país se pongan en pie”, agregó.
Tras los asesinatos en Hanau, miles de personas se están congregando de manera espontánea por todo el país en forma de protesta. El presidente alemán, Frank-Walter Steinmeier, fue aplaudido en Hanau al decir: «Nos mantenemos juntos como sociedad, no nos dejamos intimidar, no nos dejamos solos unos a otros”. Y así habló en nombre de la mayoría de los alemanes, que no es xenófoba ni racista.