E. VELEZ. LA NUEVA ESPAÑA.- «Sudaca de mierda. Soy concejala del Ayuntamiento de Oviedo y te vas a enterar. Te voy a hacer deportar porque no tienes papeles». El ovetense de origen colombiano Marco Mesa asegura que la concejala de Foro Belén Arganza lo insultó, amenazó y empujó en lo alto del Naranco después de conducir bajo los efectos del alcohol. Ninguno de los dos declaró ante el juez, sino una tercera persona, una mujer que responde a las siglas M. J. M. G., que iba con Arganza en el coche, y ahora paga una multa de 420 euros además de no poder coger un vehículo a motor hasta dentro de ocho meses. El magistrado Ángel Sorando, el del «caso Marea», la encuentra culpable de un delito de imprudencia temeraria al volante tras haber arrojado un resultado de 0,68 miligramos por aire espirado en el alcoholímetro. Arganza también dio positivo, 0,44 mg/l, pero lo hizo dos horas después del incidente.
Arganza asegura que ha puesto el caso en conocimiento de la fiscalía porque, declaró ayer a este periódico, «es una denuncia falsa».
Para entender el enredo y el papel de los protagonistas hay que remontarse al martes 11 de marzo, a eso de las 19.00 horas. Mesa, de 35 años y trabajador asalariado en la capital asturiana, subía con su coche por la carretera del Naranco. Delante iba otro vehículo que pronto llamó su atención. «Me puso muy nervioso porque no paraba de zigzaguear invadiendo el carril contrario; así que me concentré y me separé de él todo lo que pude para no tener un accidente. Pero como unas veces frenaba y otras aceleraba, vi que dentro había dos personas. El copiloto estaba agachado». Mesa recuerda con todo lujo de detalles la escena, que transcurrió en la subida a los monumentos prerrománicos. «A la altura de San Miguel de Lillo, el coche tomó la curva bruscamente y casi se lleva por delante a un grupo de personas». Entonces, decidió llamar su atención tocando la bocina. «No sirvió de nada porque en ese momento, cerca de un asador, un ciclista que bajaba tuvo que salir de la calzada para que no le dieran un golpe».
La singular ascensión al Naranco hizo cumbre en la explanada junto a las antenas de telecomunicaciones. Los dos estacionaron allí. La primera persona en salir del vehículo, siempre según la versión de Mesa, fue el copiloto. Era la mujer M. J. M. G. «Tenía pinta de estar como una cuba y empezó a increparme diciendo que por qué les había pitado, que si tenía algún problema». Después, salió el conductor. «Era otra mujer borracha. Yo no la conocía, pero luego me enteré de que era Belén Arganza, aunque me repitió varias veces que era concejala y que tenía poder».
Cuando el rosario de insultos dio paso a empujones, un cuarto personaje entró en acción. «Un hombre salió de otro coche aparcado para tratar de calmarlas, pero no dio resultado», explica Mesa, que llamó a la Policía Local.
«En ese momento, las mujeres volvieron a su coche, pero se cambiaron de sitio. Arganza se sentó en el lugar del copiloto y la otra condujo». Tras el vehículo en el que viajaba la edil salieron el conductor colombiano y el otro testigo. Comenzó entonces una carrera kafkiana hacia Oviedo, hasta que encontraron la patrulla de la Policía alertada por Mesa. Según el joven, «allí le hicieron el control de alcoholemia a la que conducía, y Arganza, muy enfadada, se puso a sacarme fotos con el móvil a mí y al señor que había tratado de ayudarme en la explanada».
La tercera parte de la historia es aún más increíble. «El hombre del aparcamiento explicó que había intervenido porque era Policía Nacional y mostró su placa». La concejala forista, «sin inmutarse demasiado», dijo que no le estaba sacando a él, sino que hacía fotos «del entorno». El relato de Mesa va más allá y señala que la acompañante de Arganza imploró a los agentes que la dejasen beber agua, que tenía sed y que no entendía por qué le hacían la prueba a una persona como ella, «muy deportista».
Los agentes trasladaron a M. J. M. G. al cuartel del Rubín. Una grúa se llevó el coche de las mujeres, propiedad de Arganza, al depósito municipal. La edil fue al cuartelillo en taxi y Mesa en su propio vehículo. «Les dije a los agentes que la concejala había conducido el coche en la subida, y conseguí que le hicieran la prueba de alcoholemia». La petición de Mesa se vio atendida casi dos horas después del suceso y Arganza dio positivo.
La Policía levantó un atestado de los hechos ese mismo día. Cuarenta y ocho horas después se celebró un juicio rápido contra M. J. M. G.
El colombiano acudió a la Comisaría de la Policía Nacional el 15 de marzo, cuatro días después del incidente, a poner una denuncia por insultos, amenazas y empujones. «Me dijeron que no era necesario porque ya existía un atestado en la Local». Sin embargo, tras asesorarse, volvió a la sede de la Policía Nacional para hacer el escrito.