Los feminicidios registrados entre el 8 y 9 de marzo se mantienen en máximos históricos, pese a que las cifras de asesinatos en todo el país disminuyeron este fin de semana
ELENA REINA. EL PAÍS.- Mientras en las principales ciudades de México cientos de miles de mujeres protestaban por una causa primordial —Ni una más—, en el resto del país la estadística se imponía con fuerza. Diez mujeres asesinadas al día, gritaban las pancartas. Y en esas 24 horas de protesta, el pasado 8 de marzo, 11 mujeres fueron asesinadas. El lunes, durante la huelga general de mujeres, otras 10. El presidente López Obrador ha anunciado las cifras este martes y la insistencia en relacionar las reivindicaciones feministas con una campaña de oposición, irritan todavía más a la mitad de la población, que reclama medidas urgentes.
Las cifras de homicidios generales en el país disminuyeron este fin de semana. Y el presidente presumió los efectos de su estrategia de seguridad pública, pues la media de más de 90 al día —la tasa más alta desde hace tres décadas— quedó reducida a 72 asesinatos. La noticia escondía, no obstante, una guerra que no le ha dado tregua a las más de 63 millones de mujeres mexicanas. La cifra, también histórica, de más de 10 feminicidios al día, se mantenía sin variación y explica por qué no se puede relacionar los crímenes machistas con la violencia generalizada en el país, comúnmente asociada al crimen organizado. Mientras el narco deja de matar, el machismo no cesa.
En México murieron asesinadas en 2018 —el último año registrado por el Instituto Nacional de Estadística— 3.752 mujeres, el dato más alto en 29 años. Y la alerta de feminicidios unió a un movimiento en un reclamo básico: luchar contra la violencia.
Las jornadas del 8 y 9 de marzo han supuesto para el feminismo mexicano un momento histórico. Nunca el país había sufrido este nivel de violencia machista y tampoco una marcha por los derechos de las mujeres había tenido una acogida semejante. Mucho menos se había convocado y acatado una huelga general de mujeres en todo el país.
Las calles, el metro y los comercios de la capital estaban casi vacíos este lunes. El Sistema de Transporte Público registró una disminución del 40% de usuarios, esto es alrededor de 660.000 personas menos. Además de que las conductoras de los trenes y 340 taquilleras del metro (de un total de 370) secundaron la huelga, según las cifras de la institución. El Gobierno de la Ciudad de México ha anunciado además que un 40% de las trabajadoras de la Administración local se sumaron al paro, es decir, unas 60.000 empleadas de las diferentes secretarías públicas.
La Secretaría de Educación Pública (SEP), que cuenta con 1,3 millones de maestras (el 62% de la fuerza magisterial) había prometido no sancionar a quienes se sumaran a la huelga. Y el anuncio hizo que fuera imposible para centenares de escuelas abrir sus puertas este lunes.
Aunque no hay datos del impacto económico real que supuso la huelga de mujeres y tampoco de la efectividad de la convocatoria, las estimaciones de algunos expertos apuntaban a que, dado que la fuerza laboral femenina supone el 45,5%, si el 100% de las mujeres trabajadoras hubieran parado, representaría alrededor de 23.400 millones de pesos, unos 1.100 millones de dólares. Suponiendo que el paro hubiera sido secundado por el 40% de ellas —como ha sucedido en las instituciones públicas de la capital—, el impacto económico sería de 9.360 millones de pesos, unos 450 millones de dólares. Y la cifra podría ser mayor, pues el 60% del trabajo informal lo hacen las mujeres.