MARTA GIL FARCHA. SHANGAY.- “El matrimonio es la unión entre un hombre y una mujer”. Este argumento es el que Vladimir Putin defendió durante una reunión que intentaba abordar la reforma de la constitución rusa. Sostuvo que era una idea lógica, y que tan solo había que tener cuidado con cómo y dónde se transmitía.
A pesar de la impresión que puedan causar estas palabras, no resultan en absoluto inesperadas, pues ya en 2013 se impuso en Rusia una ley cuyo objetivo fue prohibir cualquier tipo de diversidad sexual demostrada públicamente, así como la ilegalización de adopciones realizadas por parejas homoparentales y de manifestaciones del colectivo LGTB como la celebración del Orgullo gay.
Putin parece tenerle auténtico pavor al surgimiento de términos como “padre número uno” y “padre número dos”, y asegura que mientras él sea presidente no se promulgará ningún tipo de ley que facilite la unión de dos personas que, según su ideología homófoba, no deberían estar juntas.
Sin embargo, esto no es lo más preocupante, pues según varias encuestas realizadas, ni siquiera los jóvenes rusos de entre 18 y 30 años se muestran favor de este tipo de inclusiones. Pensar que una juventud tan poco receptiva al cambio será la que dirija el país el día de mañana resulta cuando menos inquietante.
Así, todo apunta a que la prohibición expresa del matrimonio entre personas del mismo sexo no hará más que popularizar la reforma de la constitución que tanto se empeña Putin en llevar a cabo.