La organización critica a los Gobiernos europeos de aprovecharse de políticas contra el terrorismo y el tráfico de personas para limitar la asistencia a los migrantes
ANTONIO PONCE. EL PAÍS.- “Los refugiados se han convertido en un arma arrojadiza en el juego político entre Turquía y la Unión Europea (UE)”, ha considerado este martes Amnistía Internacional sobre la crisis humanitaria en la frontera turco-griega durante la presentación del informe Castigando la solidaridad, en el que la organización tacha a las autoridades europeas de acosar y de arrestar a los activistas que asisten a los refugiados y de utilizar políticas contra el terrorismo y el tráfico de personas para limitar la asistencia a los migrantes.
“Estamos viendo como actos de dar agua, comida, ropa, o lo que es en fin, salvar vidas, se están convirtiendo en un delito”, ha advertido la organización, que ha registrado en países europeos al menos 158 procesos judiciales entre 2015 y 2018 contra activistas por supuestamente “facilitar la estancia irregular de personas”. El texto recoge casos como la incautación temporal de barcos de rescate, multas económicas o condenas de cárcel.
“En nuestra misión de salvamento en el Mediterráneo, después de que nos hubiese amenazado la guardia costera libia, estuvimos detenidos durante horas en Sicilia, donde nos notificaron que la Justicia italiana nos iba a investigar por pertenecer a una organización criminal y por tráfico de personas”, ha detallado Anabel Montes, jefa de misión de Open Arms, durante la presentación del informe, que recoge su caso. También se incluye en el texto el proceso de Martine Landry, activista en la frontera franco-italiana, que defiende haber ayudado a dos menores perdidos en la frontera, y la justicia francesa le ha pedido cinco años de cárcel y 30.000 euros de multa.
“Las autoridades europeas están haciendo un uso inapropiado de las leyes contra el contrabando y contra el terrorismo”, señala Amnistía, que cuenta con un largo recorrido en los campos de migrantes. “Están aprovechando estas herramientas para gestionar la migración y evadir derechos fundamentales marcados por la Convención de Ginebra, los Derechos del Niño o los propios fundamentos de la Unión Europea”. Landry, a sus 74 años, lo lamentaba así: “Es una pena que hasta Francia se olvide de lo que es la fraternidad”, en referencia a uno de los derechos básicos que forman parte del lema del país.