La mayoría fueron realizados por miembros de ultraderecha
PATRICIA BAELO. LA VOZ DE GALICIA.- Semana negra para los políticos alemanes. El lunes la Oficina Federal de Investigaciones Criminales informó que la diputada de La Izquierda Anne Helm figura desde hace años en la lista de enemigos de un ultraderechista, sospechoso de perpetrar una serie de atentados en el barrio turco de Berlín, Neukölln. El miércoles en la ciudad de Halle las ventanas del despacho del portavoz de Integración en el grupo parlamentario socialdemócrata, Karamba Diaby, que nació en Senegal y ya había recibido numerosas amenazas de la extrema derecha, amanecieron con disparos de bala. Y durante la noche del jueves unos neonazis pintaron una cruz gamada junto a las palabras «traidor del pueblo» en la oficina del diputado de la CSU en Múnich Stephan Pilsinger.
Solo en el 2019 se registraron 1.241 ataques a políticos alemanes, según el ministerio del Interior. De esa suma, 440, es decir la mayoría, fueron cometidos por miembros de ultraderecha, mientras que 246 casos son atribuidos a la extrema izquierda. Otros seis de ellos tenían un trasfondo religioso y once estaban relacionados con ideologías extranjeras. En el resto de las agresiones, 538, aún no se han esclarecido los motivos. «Ninguna formación se libra de estos episodios de odio», reconoce la vicepresidenta del Bundestag, Petra Pau.
«Por ahora se ha hecho muy poco para evitarlos, salvo archivar causas», denuncia indignado Christian Haase. El diputado de la CDU, el partido que más ataques recibió el año pasado, con 161, propone obligar a todos los ciudadanos a revelar su verdadera identidad en Internet, así como crear fiscalías especializadas en este tipo de violencia. Los políticos deben contar con la «pertinente protección de las fuerzas de seguridad», aboga la ministra de Defensa, Annegret Kramp-Karrenbauer. Eso sí, la también líder de la CDU se mostró contraria a intentar responder a las amenazas con la autodefensa, en alusión al alcalde de Kamp Lintfort, Christoph Landscheidt, quien acaba de solicitar la licencia de armas, porque teme por su vida y la de su familia.
La realidad es que las intimidaciones, el acoso, las agresiones físicas y las amenazas a través de Internet a políticos, sobre todo municipales y regionales, no dejan de aumentar desde el 2015, cuando el país recibió a más de un millón de refugiados. El caso más grave fue el de Walter Lübcke, parlamentario de la CDU en la ciudad de Hesse y defensor de la acogida de inmigrantes, que murió de un tiro en la cabeza el año pasado, presuntamente a manos de un neonazi. Asimismo los alcaldes de Colonia y de Altena, ambos comprometidos con la recepción de demandantes de asilo, fueron atacados con cuchillos por ultras.
AfD en el punto de mira
Los socios que forman parte del Gobierno de gran coalición, CDU, CSU y SPD, aunque también los opositores Verdes, Izquierda y FDP responsabilizan al partido de extrema derecha Alternativa para Alemania (AfD) de incitar al odio contra los refugiados y contra los cargos públicos promotores de la acogida. Por su parte, el diputado de AfD Martin Hess, se defendía criticando la inacción del Estado ante la violencia del otro extremo. “Hacen todo lo posible en la lucha contra la llamada derecha, pero están ciegos del ojo izquierdo”, señaló.