Las mujeres saudíes ya no tendrán que entrar en los restaurantes por una puerta reservada

| 10 diciembre, 2019

Arabia Saudí relaja la segregación por sexo, que aún se mantiene en el empleo

GEMMA SAURA. LA VANGUARDIA.- Las saudíes ya no tendrán que entrar por una puerta especial cuando vayan a un restaurante, el último de una serie de avances en los derechos y la vida cotidiana de las mujeres impulsados por el polémico joven príncipe heredero, Mohamed bin Salman .

El Ministerio de las Municipalidades y Asuntos Rurales ha anunciado en Twitter que los restaurantes ya no estarán obligados a tener dos entradas, una para hombres y otra para familias. No está claro, sin embargo, si la medida se limita a la puerta o si los establecimientos dejarán también de estar obligados a habilitar un espacio protegido –normalmente, oculto tras un biombo o una pared– para mujeres. Los que son demasiado pequeños para un doble espacio sencillamente están prohibidos para ellas.

Los establecimientos dejan de estar obligados a tener una entrada para familias

En Arabia Saudí, una monarquía absoluta que se rige por la corriente más rigorista del islam, impera una estricta segregación por sexo en el espacio público. Sin embargo, en los últimos meses, aprovechando un ambiente más permisivo, la norma se ha relajado en algunos locales modernos de ciudades como Riad, la capital, o Yida.

Tiene que ver principalmente con el hecho de que la policía religiosa, que velaba en calles, centros comerciales y parques que la segregación se respetase, haya visto recortados sus poderes. Desde hace tres años ya no puede detener a hombres y mujeres que vayan juntos sin ser parientes, ni amonestar a mujeres por su vestimenta indecorosa (a veces, unas simples manos al descubierto).

El ímpetu por modernizar el país de Mohamed bin Salman, que ascendió de forma fulgurante al poder en el 2017 y hoy es el hombre fuerte de facto en el reino, le ha hecho ganar el apoyo de jóvenes y mujeres a pesar de las denuncias de que ha intensificado la represión contra la disidencia. El príncipe ha abierto salas de conciertos y cines, ha concedido del derecho a conducir a las mujeres y, desde este verano, les permite viajar al extranjero sin el permiso de su guardián.

Poner fin a la segregación del espacio público sería una medida muy simbólica, pero los expertos son escépticos. “Aunque ya no es obligatorio que los restaurantes tengan entradas segregadas por sexo, se permite que los que quieran seguir segregando lo puedan hacer y no se hace ninguna mención si por dentro los locales tienen que seguir segregados”, apunta Rothna Begum, investigadora en derechos de las mujeres en Oriente Medio para Human Rights Watch. A su parecer, se trata de otro paso de las autoridades saudíes “para conseguir más titulares atractivos de reformas sobre las mujeres mientras hacen muy poco por desmantelar estructuralmente la discriminación que ellos mismos han establecido y han impuesto durante años, como la segregación por sexo y el sistema de tutelaje”.

Begum advierte de que la segregación sigue siendo una obligación en el lugar de trabajo, lo que tiene un impacto directo sobre el acceso de las mujeres al mercado laboral. Así, la ley del trabajo exige a las empresas que contraten a mujeres que habiliten un espacio segregado para ellas, bajo pena de una multa de 10.000 riales (2.400 euros). “Es cinco veces la multa que se impone a un empresario que retenga el pasaporte de un trabajador y la mitad por utilizar trabajo infantil”, subraya la investigadora. Asimismo, las empresas también deben garantizar que hombres y mujeres no estén juntos a solas, así como imponer un código de vestimenta para las mujeres, incluido el velo obligatorio. Aunque algunos empresarios deciden ignorar las normas, el mero hecho de que existan y haya multas desincentiva la contratación de mujeres, porque no todo el mundo puede permitirse habilitar espacios separados.

Las empresas que contratan a mujeres están obligadas a tener un espacio segregado, bajo amenaza de multa

El derecho a conducir o a viajar son avances incontestables para las mujeres, pero mientras no se desmantele del todo el sistema de tutelaje la discriminación seguirá, advierten los expertos. Toda mujer saudí, del nacimiento a la muerte, está bajo la tutela de su wali, su guardián legal: su padre, su marido, incluso un hijo si está divorciada o es viuda. Las mujeres mayores de 21 años ya no necesitan su permiso para sacarse el pasaporte, pero siguen precisándolo para casarse, para salir de prisión e incluso para someterse a tratamientos médicos. Aunque la ley sólo exige el aval del guardián para tratamientos relacionados con la salud reproductiva, algunos hospitales lo piden también para otro tipo de intervenciones.

“Una mujer que decida abandonar el hogar familiar, por ejemplo porque sufre maltratos, puede ser denunciada por desobediencia por su guardián. Acabará detenida o recluida en un centro de acogida, del que sólo podrá salir con la firma de su guardián, a quien sólo se le pedirá un juramento de que no va a hacerle daño”, señala Begum.

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