Líderes locales y grupos internacionales afines denuncian ataques contra minorías religiosas y sociales, especialmente en el norte de India. Mientras tanto, el supremacismo hindú campa a sus anchas
ÁNGEL MARTÍNEZ. EL CONFIDENCIAL.- A finales del mes pasado, tres personas fueron linchadas, una de ellas hasta la muerte, por una turba de vecinos a plena luz del día en una aldea cercana a Ranchi, capital de Jharkhand, estado al noreste de India. Como tantas otras veces, la violencia fue desencadenada por los rumores falsos de compraventa de carne de vaca, animal sagrado del hinduismo, religión mayoritaria en India. Las víctimas pertenecían a una de las minorías religiosas, en este caso cristiana. Ambos factores son comunes en este tipo de violencia contra inocentes alentada por la xenofobia del renacido nacionalismo radical hindú, lo que ha llevado a líderes cristianos indios a expresar temor por el futuro de esta comunidad religiosa en el país asiático.
“Asesinaron a uno de nuestros feligreses y apalearon a un discapacitado, miembro de una tribu. Atacan a los vulnerables para infundir miedo a las minorías religiosas”, dice por teléfono el padre Abraham Mathew, en el coche de regreso de la misión que investiga el asesinato. “Son crímenes organizados y motivados por la fe. Algunos informes registran 18 casos similares desde principios de año, solo en Jharkhand”, explica el padre Mathew, que también es secretario general del Consejo Nacional de Iglesias de India (NCCI, en sus siglas en inglés). Este grupo representa a todas las comunidades cristianas y sus intereses ante el gobierno de India y organismos como la Comisión Nacional de Derechos Humanos o la de Minorías. Pero “las denuncias no cambian nada porque la religión está politizada por el gobierno nacionalista hindú del país”, resume.
Hasta tres casos de este tipo se registraron en el estado oriental de Jharkhand solo en septiembre, según el medio local ‘The Economic Times’, para un total de 21 asesinatos en la región relacionados con la protección de vacas o rumores de secuestro de niños, lo que ya causó una ola de linchamientos a nivel nacional en 2018. Pero líderes cristianos denuncian ser víctimas de una violencia sistemática.
India, un país peligroso para cristianos
“Vivimos bajo el miedo, aún más en el norte de India donde somos minoría”, se lamentaba hace cinco días en un encuentro Kishore K. Kujur, obispo del vecino estado de Odisha, donde la cacería anticristiana causó más de 100 muertos y 50.000 sin techo tras el ataque a 4.500 casas y 250 iglesias en 2008. Según el censo, el cristianismo es la tercera religión más importante en India -detrás de hinduismo y el islam- con 28 millones de seguidores (o un 2,3% del total de 1.300 millones de habitantes) que se concentran, sobre todo, en las regiones del sur del país asiático.
Según colectivos afines estadounidenses, los ataques contra esta minoría en India alcanzaron los 477 en 2018. En enero de 2019, el grupo Open Doors incluía al país asiático por primera vez entre los diez países de más peligrosos para los seguidores del cristianismo. Según los datos ofrecidos por la oficina india de la Alianza por la Defensa de la Libertad (ADF), organización internacional cristiana, 12.500 feligreses y unas 100 iglesias han sido víctimas de algún tipo de incidente, incluidos 200 arrestos y una decena de asesinatos en lo que va de año. A esto ha contribuido, dice la organización, el hecho de que nueve estados indios hayan aprobado leyes Anti-Conversión. Ante el miedo, el grupo británico de Ayuda a los Necesitados de la Iglesia hacía un llamamiento global con mención a Jharkhand y regiones vecinas.
“El hostigamiento de las autoridades de Jharkhand es continuo. Un párroco nuestro fue arrestado en base a la Ley Nacional Anti-Conversión, nos difaman diciendo que somos elementos antinacionales, investigan nuestras propiedades y congelan nuestras cuentas bancarias”, explica a este diario, bajo anonimato, uno de los máximos líderes católicos en el estado y alto cargo de la Conferencia Episcopal de India (CBCI). La persecución que sufre la minoría cristiana india, según sus líderes, está motivada por la contribución de sus misioneros a la educación de grupos marginales de la región como comunidades tribus y dalits (intocables) y su apoyo en la protección de sus tierras, lo que indigna a las élites de las castas altas hindúes. “El Primer Ministro Modi dice trabajar para el desarrollo y la confianza común. Pero no controla a los miembros de su partido. Es hora de que predique con el ejemplo”, se queja este alto representante católico en India.
El supremacismo hindú
La persecución religiosa amparada por la política ha hecho que medio millar de celebridades e intelectuales indios enviasen la semana pasada una carta al primer ministro para denunciar, entre otras cosas, los ataques a las minorías. Según investigaciones independientes, el 97% de los casos de violencia ligada a la protección de vacas entre 2010-17 ocurrieron bajo este gobierno y la mitad en estados dirigidos por el Bharatiya Janata Party (BJP). Si bien la mayoría de las víctimas fueron musulmanes, la minoría cristiana también está entre el objetivo del nacionalismo radical hindú. A comienzos de este verano, en mitad de los ataques a cristianos y musulmanes en los estados del norte del país, un conocido político del BJP de esa región dijo: “La cultura y los principios de India están siendo destruidos por el Islam y el Cristianismo”.
En enero de este año, el grupo Open Doors incluía a India por primera vez entre los diez países más peligrosos para los seguidores del cristianismo
Lejos de ser un comentario aislado, esas palabras suscriben la actual corriente del hinduismo político que pretende un modelo de estado religioso alejado de la India secular nacida tras su escisión de Pakistán. El máximo representante de esta ideología (hindutva) es el grupo Rashtriya Swayamsevak Sangh (RSS), cuyas bases son el soporte electoral del gobierno de India. Este martes, en su primer discurso desde que el BJP renovó su mayoría absoluta, el líder de RSS felicitó al gobierno y justificó los actos de violencia atribuidos a sus seguidores diciendo que los linchamientos son prácticas que se recogen por primera vez en la Biblia, no en tradiciones hindúes. Hace años, el mismo líder no corrigió a una de sus figuras regionales cuando anunció en televisión que tanto cristianos como musulmanes serían eliminados de India para diciembre de 2021.
“Desde que el BJP ha llegado al poder, y más aún después de las últimas elecciones, los ataques aumentan gracias a la connivencia policial”, explica a este diario Dolphy D’Souza, líder de Vigilantes para la Reforma de la Policía, un grupo que vela para que las fuerzas de seguridad operen con equidad en todo el estado de Maharashtra, del que el Bombay es capital. D’Souza subraya que, en muchos ataques a locales cristianos en la capital financiera de India, la policía interroga a los denunciantes y deja libres a los radicales hindúes. “Si esto ocurre la ciudad india donde mejor impera la ley y el orden, ¿qué no sucederá en otras localidades?”.
Ante las acusaciones de conversiones forzosas al cristianismo, D’Souza explica que el 98% de los 400.000 estudiantes de las escuelas cristianas en Maharashtra, como la conocida Universidad de Saint Xabier, no son cristianos. “Es más, los políticos de todo credo y partidos intentan inscribir a sus hijos en nuestras instituciones por la calidad educativa”, continúa, para concluir: “Durante los años claves para el desarrollo de las personas, estas mantienen su fe. Lo que se traduce en que los rumores de conversiones no son más que propaganda del radicalismo hindú para justificar sus ataques contra la minoría cristiana”