«El acoso sexual es más frecuente en las mujeres con titulaciones universitarias»

| 15 septiembre, 2019

Ana Sánchez de la Coba, secretaria de Política Social de UGT-Madrid, alerta de cómo las conductas de acoso sexual en el trabajo y el acoso por razón de sexo, son “la expresión más evidente de la violencia” que se ejerce sobre las mujeres en el ámbito laboral

NURIA CORONADO SOPEÑA. EL PAÍS.- Hay una alfombra sobre la que cada día pisamos y que si levantáramos iba a mostrar el infierno que sufren o han sufrido miles de mujeres en su empresa y que en muchos casos les hace vivir situaciones extremas porque su trabajo es el plato de lentejas para su familia. “Aunque el acoso sexual a nivel social ha existido siempre en nuestro país, el ámbito laboral no es una excepción. No me cabe la menor duda de que la precariedad laboral y las grandes dificultades que existe en nuestro mercado de trabajo para encontrar un puesto acorde a las capacitaciones profesionales de las mujeres, hace sin duda que estas, soporten situaciones extremas, que poco a poco van minando su salud y su integridad física y psíquica”, tal y como afirma Ana Sánchez de la Coba, secretaria de Política Social de UGT-Madrid.

Conductas machistas que no son otra cosa que violencia invisibilizada y tolerada socialmente con el silencio como se está viendo con casos como el del tenor Plácido Domingo. “Las víctimas tienen grandes dificultades para expresar y comunicar el problema, y aún más para denunciarlo. Temen exponerse a represalias y acabar perdiendo el empleo, de forma que sufren el acoso, pero en muchísimos casos no lo denuncia”, añade la entrevistada.

Datos demoledores

Y es que según advierte Sánchez de la Coba las cifras del acoso sexual en el trabajo son cuanto menos apabullantes. “Estamos hablando que un 63,5% de las mujeres admiten haber sufrido situaciones de acoso físico o psicológico, mientras un 26% de ellas declaran haber sido en algún momento víctimas de agresiones físicas o sexuales, de las que solo el 8% denuncia”.

Unos datos que se extrapolan no solo a España. “Según un estudio realizado por la Agencia de la Unión Europea de Derechos Fundamentales de 2014 y basado en 42.000 entrevistas directas con una muestra aleatoria de mujeres de 28 estados miembros de la Unión Europea, más de una de cada tres mujeres, 38%, con edades comprendidas entre los 18 y los 29 años sufrió al menos una forma de acoso sexual en los 12 meses previos a la entrevista, así como casi una de cada cuatro mujeres, 24%, de entre 30 y 39 años”, añade.

Además, la representante sindical de UGT subraya que en el ámbito laboral, “el acoso sexual es más frecuente en las mujeres con titulaciones universitarias y en las pertenecientes a los grupos profesionales de más alto nivel: el 75% de las mujeres en puestos de alta dirección y el 74% de las que tienen capacitación profesional han sido víctimas de acoso sexual a lo largo de su vida en comparación con el 44% de las mujeres con capacitación profesional de la categoría trabajador manual cualificado o con el 41% de las mujeres que indican que nunca han realizado un trabajo remunerado”. Algo que para Sánchez de la Coba podría deberse a razones diversas. “Entre ellas que las mujeres profesionales son más conscientes de lo que constituye acoso sexual, así como a su exposición a situaciones y entornos de trabajo en los que el riesgo de abuso es más elevado”.

Y es que pese a que la Ley Orgánica 3/2017, del 22 de marzo, para la igualdad efectiva de hombres y mujeres, prohíbe el acoso sexual y acoso por razón de sexo, y recoge determinadas obligaciones de las empresas en dicha materia con el fin de prevenir la misma, al mismo tiempo que el Código Penal tipifica como delito el acoso sexual, el fenómeno del acoso sexual y del acoso por razón de género está a la orden del día. “En España, según datos de la Inspección de Trabajo, del año 2009 al 2016, unas 2484 mujeres se vieron afectadas por infracciones en materia de acoso sexual y se efectuaron 1489 requerimientos y se impusieron sanciones por valor de 237.748 euros”.

A solas con su calvario

Pero además de la situación de indefensión de la víctima que la impide dar un paso al frente y denunciar, hay otro motivo que explica su silencio. “Es la dificultad de prueba en vía judicial, tanto en lo Penal como en lo Laboral, que revela que las mujeres no cuenten con la seguridad necesaria para hacer valer sus derechos en la vía jurisdiccional. Las resoluciones judiciales de condena son escasas y las penas para los agresores en la vía penal son muy bajas. La protección penal solo tiene lugar en casos muy graves y las penas son tan solo de algunos meses de prisión”, agrega.

Un escenario que para Ana Sánchez de la Coba se tiene que cambiar mediante la prevención. “Hay que informar sobre los derechos de las mujeres víctimas de acoso sexual y por razón de sexo, y facilitar la eliminación de obstáculos para la denuncia tanto en vía interna dentro del empresas como en la vía judicial, es otra asignatura pendiente, de ahí la importancia de establecer protocolos de actuación vinculados a los planes de igualdad y a los convenios colectivos”, recalca.

Con todos los casos que ha visto a lo largo de los años, de la Coba tiene claro que el acoso sexual en el trabajo no cesa porque los victimarios saben de su poder. “Sin duda la desigualdad laboral que sufrimos las mujeres es una de las formas de expresión del poder que ejercen los hombres sobre las mujeres y que se extiende a todos los ámbitos de la vida, y sin duda es también violencia de género, y el acoso sexual es la expresión más extrema de esta violencia”.

Sin embargo, esta conocida feminista destaca que el acoso no solo se produce porque exista un grado de superioridad. “El acoso no procede siempre de un superior, a veces el acosador es otro compañero e incluso, varios compañeros. Pero si es cierto, que cuanto más poder tiene el acosador este está más crecido, más seguro está de sí mismo y de su poder y a la vez provoca más inseguridad y más pérdida de la autoestima a la víctima”. añade.

Las consecuencias de esta impunidad las sufren las víctimas en cuerpo y alma. “Todas ellas padecen tal grado de tensión emocional que poco a poco va minando la salud y la integridad física y psíquica, de la mujer que lo soporta. El maltratador en muchos casos suele ser un superior consciente del acoso que está cometiendo hacia una trabajadora y que se va creciendo, reforzando esta conducta, a medida que comprueba que la víctima cada vez tiene menos herramientas psicológicas y personales para combatir esta agresión. Las consecuencias son múltiples, aunque podríamos resaltar los problemas de ansiedad, depresión, desarrollo de enfermedades psicosomáticas… bajas laborales por incapacidad laboral transitoria y por último renuncia al puesto de trabajo.

Y ante tal situación de desigualdad de la Coba puntualiza que establecer protocolos anti acoso no es suficiente. “No basta con que exista un protocolo. De nada sirve si la “víctima” no denuncia y de nada vale si no hay un compromiso de la empresa, de los trabajadores y de los y las delegadas sindicales, de acabar con estas situaciones y de erradicar estas conductas, que son delitos y están tipificadas como tal”.

Circunstancias aberrantes e indeseables

Pero ¿qué sucede cuando el acoso sexual se produce en pequeñas empresas sin representación sindical? De la Coba indica que la ley no exime a ninguna empresa de cumplir la norma. “En este caso el que suceda este tipo de conducta, obliga, sin lugar a duda a la empres a tomar medidas. De no hacerlo, los responsables de la misma, serian cómplices de un delito tipificado. Por otra parte, si no existiera representación sindical en el centro, yo siempre aconsejo a las mujeres que acudan al sindicato. Aquí siempre, pondremos nuestros recursos para evitar situaciones tan aberrantes e indeseables como estas”.

Sobre el perfil de las acosadas que denuncian la sindicalista destaca que “son aquellas que reconocen el problema desde el principio o porque, y esto es fundamental, encuentran el apoyo necesario para dar el paso de denunciar”. Sin embargo, aunque va creciendo el número de casos que salen a la luz dicha reconoce que son pocas las que dan este paso. “El gran problema reside en que muchas veces, la propia mujer acosada, no es consciente de que la conducta del acosador es delito, y esto ocurre prácticamente siempre en el inicio. A medida que el acosador va reforzando y aumentando sus conductas acosadoras, la mujer sufre la situación inversa, es decir, cada vez está más insegura y con menos autoestima lo que hace que no sea capaz de romper con la situación. Por estas razones hay muy pocas denuncias”, añade.

Además, en los casos que se llevan a juicio la respuesta de la ley no suele ser suficiente para resarcir del daño a las víctimas. “El daño, sobre todo el psicológico, no es fácil de resarcir. Pero a nivel laboral creo que si, al menos en parte. El problema suele estar en la pequeña empresa, porque, aunque se gane el juicio tras la denuncia de acoso, la mujer acosada ya no quiere incorporarse a su puesto porque sabe que allí va a encontrar a su acosador, aunque haya sido sancionado legalmente. En estos casos, se suele pactar una indemnización económica, que, por supuesto no es ni lo justo ni lo deseable, puesto que la mujer se queda sin empleo”.

Por otro lado, la secretaria de Política Social de UGT-Madrid reconoce que, si ahora es más fácil acceder a servicios sindicales y denunciar, lo pasado en otras décadas por mujeres agredidas y acosadas es para echarse a temblar. “El acoso ha sido de escándalo. La diferencia, está claro es que ahora incluso la Inspección de Trabajo anima a las mujeres a denunciar y las leyes nos respaldan claramente. Antes las mujeres han sido víctimas socialmente hablando, de una cultura patriarcal instalada en las instituciones que ha perpetuado, a lo largo de los siglos, la superioridad legal de los hombres frente a las mujeres. Por desgracia, aun sufrimos esta lacra…pero ya, las leyes han cambiado y tenemos la posibilidad de denunciarlas y exigir que se respeten nuestros derechos”.

Cómplices necesarios

La soledad por la que pasan las víctimas se suele ver acrecentada porque para más inri son casos sabidos por el círculo más cercano. Un entorno que a sabiendas de todo miran para otro lado porque dicen que dependen de su puesto de trabajo para vivir. “Hace años, sacamos desde UGT Madrid una campaña cuyo slogan decía, “Acabar con la Violencia de Género, es responsabilidad de todos” y esto está vigente. Hay una responsabilidad subsidiaria cada vez que miramos hacia otro lado y no nos implicamos en la denuncia. Desgraciadamente, el miedo, la falta de solidaridad y de nuevo la precariedad laboral están detrás de estas conductas, pero también, la comodidad, el no querer líos, el egoísmo…”, recalca la dirigente.
A pesar de ello de la Coba anima a denunciar siempre. “Solo dando visibilidad a estos hechos se puede combatir esta aberración. Se necesitan compañas de información y sensibilización en las empresas tanto para trabajadores como para empresarios y a continuación hay que implicar a los mismos en la implantación de protocolos que ayuden a eliminar estas conductas en el ámbito laboral”.

Mientras se da un vuelco a esta realidad tan machista el trabajo de sensibilización es el mejor antídoto a medio y largo plazo. “Sin duda hay que seguir trabajando, aun nos queda mucho por hacer. Las mujeres deben saber y conocer sus derechos y deben vernos, siempre como aliados. Las organizaciones sindicales y empresariales tenemos que intentar implantar protocolos en todas las empresas que garanticen los derechos laborales de trabajadoras en situación de violencia y a su vez hay que exigir una implicación más activa de la Inspección de Trabajo siempre que las mujeres víctimas sufran perjuicios laborales. Junto a los protocolos de acoso sexual y al acoso por razón de sexo, debemos impulsar la negociación de convenios y planes de igualdad para el desarrollo de los derechos de las víctimas de la violencia de género”, finaliza la secretaria de Política Social de UGT-Madrid.

HISTÓRICO

Enlaces internacionales