MARCA.- La Constitución francesa de 4 de octubre de 1958, una de las más antiguas de Europa, aunque sometida después a sucesivas reformas, establece en su primer artículo «una República indivisible, laica, democrática y social que garantiza la igualdad ante la ley de todos los ciudadanos sin distinción de origen, raza o religión y que respeta todas las creencias«. No se alude directamente, como en la Carta Magna española, a nacimiento, a sexo, a opinión o a cualquier otra condición o circunstancia personal o social, pero se da por entendido. Igualdad, conviene insistir en la palabra.
Porque un ciudadano francés, Noel Le Graet, no ha tenido problema esta semana para, desde la presidencia de la Federación Francesa de Fútbol, apostar de forma evidente por la desigualdad. En un ámbito reducido, el del balón, y en un contexto concreto, el de la homofobia que se traslada desde ciertas gradas en forma de cánticos o de pancartas, pero por la desigualdad al fin y al cabo. Porque tales actitudes no son para el dirigente motivo suficiente que justifique detener un partido, tal y como ya han hecho varios colegiados desde que comenzó la temporada futbolística francesa, pero sí lo son las que puedan tildarse como racistas, también presentes en los estadios. Osea, más protección por raza que por orientación sexual.
«Para ser claros, creo que detenemos demasiados partidos. Estoy totalmente en contra. Trataremos de que las manifestaciones de ese tipo desaparezcan, pero eso es otra cosa. El juego es algo complicado y hermoso cuando lo miras», ha asegurado Le Graet, añadiendo que sí serían excusa suficiente para la suspensión «cánticos racistas o razones de seguridad». Su discurso finalizó con una andanada que tenía destinataria: «Da la impresión de que todos los estadios se han convertido en lugares homófobos. Niego de forma contundente esa imagen. Puede que guste a algunos ministros, pero a mí me molesta».
Efectivamente, la respuesta más contundente llegó desde el ministerio del ramo, Deportes, ocupado ahora por Roxana Maracineanu: «El fútbol debe aportar su contribución a la lucha contra todas las discriminaciones. En ese sentido la consigna, apoyada por la FIFA, es de tolerancia cero. Este tipo de cánticos en los estadios no son aceptables ni deben tolerarse, porque estigmatizan a algunos de nuestros conciudadanos. Ni en un recinto deportivo, ni en el exterior. Pronunciar palabras homófobas es un crimen, ya sea con intención o no… ¡Hay otras formas de apoyar a un equipo!» Maracineanu ya había aplaudido la actitud de los colegiados que pararon los partidos en cuestión. A ellos es precisamente a los que esta situación pone en un compromiso de cara a la reanudación del campeonato, una vez certificados los compromisos de las selecciones: de momento se han disputado siete partidos, dos el viernes, cinco ayer, y no se han producido incidentes, así que las ‘instrucciones’ de Le Graët permanecen en el limbo. ¿Qué harán los del silbato?
No se sabe lo que harán, pero sí lo que hicieron. Aún en agosto, el internacional Clément Turpin decretó la suspensión del choque que disputaban Niza y Olympique de Marsella tras la aparición de pancartas con referencias homófobas y la repetición de cánticos del mismo jaez. En realidad la novedad pasaba por tratarse de la máxima categoría, de la Ligue 1: días antes ya se había interrumpido otro duelo, el que una división por abajo jugaban Nancy y Le Mans. El Mónaco-Nimes o el Rennes-PSG registraron episodios similares, aunque la amenaza de parón no llegó a tomar forma. Conviene aclarar, por otra parte, que todos y cada uno de esos partidos se terminaron completando, más allá de que la actitud de ciertas hinchadas radicales parezca pasar directamente por la provocación: muchas de las pancartas homófobas procuran tirar de sarcasmo más que de alusiones directas.
RECHAZO Y DENUNCIA
Desde España también se ha entrado en el debate. La asociación Deporte y Diversidad ya había aplaudido a través de un comunicado las acciones de la Ligue 1 (detener partidos, sí, pero también reunir a las partes implicadas para diseñar estrategias que erradiquen la LGTBIfobia y formar y sensibilizar a las hinchadas en el respeto a la diversidad), pero ahora se posiciona respecto a las palabras de Le Graet a través de Primera Plana. «Por desgracia estamos acostumbrados a la sensibilidad selectiva que se da en el fútbol», asegura su presidente, David Guerrero. «La del racismo es una lucha asumida, quizás porque la raza no se puede ocultar, pero no ocurre lo mismo con la homofobia. Nosotros rechazamos, lamentamos y denunciamos esas declaraciones, porque suponen un ataque frontal a los derechos de las personas, y esperamos que se movilicen los clubes en un momento en el que Francia estaba avanzando sensiblemente en esa materia», añade.
La propia UEFA, en ese sentido, lleva años queriendo enviar un mensaje especialmente contundente contra el racismo en su campaña ‘Respect’, sin que, más allá de que se aluda de forma genérica a la discriminación y a la intolerancia, se conceda una importancia similar a la lucha contra la homofobia. En cuanto a los estadios españoles, más de lo mismo: cualquier alusión a las tendencias sexuales se veía mucho más como una gracia que como un ataque frontal a las libertades, de modo que nunca se ha hecho gran cosa por evitarlas. «El mundo del fútbol es un gran negocio y el problema está en que es tanto el dinero que se mueve que los intereses económicos chocan con los derechos de las personas», denuncia Guerrero. «Por eso se conceden Mundiales o patrocinios a países que no garantizan la situación de nuestros colectivos o en los que yo directamente estaría condenado a muerte por mi condición«, completa, insistiendo en «la importancia que puede tener el deporte para transformar la sociedad».
Noel Le Graet tiene 77 años, de los que, más allá de ser empresario de la industria alimentaria, ha pasado buena parte en los sillones del fútbol francés: antes de presidir la Federación, algo que hace desde 2011, ocupó el mismo cargo en el Guingamp, primero, y en la propia Ligue 1, después. Roxana Maracineanu, de origen rumano, tiene 44 años, 33 menos que su antagonista, y antes de acceder a la política fue deportista en activo, concretamente nadadora, de modo que su currículo incluye medallas en campeonatos mundiales y Juegos Olímpicos después de sabrosos duelos con, entre otras, la española Nina Zhivanevskaia. Por ahí, por la diferencia de edad, también pueden entenderse unas discrepancias que, en ese caso, apuntarían a un futuro mucho más preparado para las Maracineanu que para los Le Graet.
Pero mientras llega ese tiempo, el presente abona ciertas polémicas. «No sé si se pueden evitar los cánticos, pero las pancartas sí. Es necesario que se identifique a los alborotadores y echarles de los estadios«, interviene Olivier Giroud, delantero del Chelsea y del combinado nacional francés. «Hay que ser intransigente con ese tipo de hechos, pero es un problema difícil de solucionar, que requiere una reflexión muy profunda«, matiza Didier Deschamps, seleccionador galo. «Es preocupante que surjan ciertos debates que parecían superados, pero hay que ser positivos y seguir educando en un deporte transversal. Lo que ocurre, en lo que al mundo LGTBIrespecta, es que no hay visibilidad en los jugadores de élite, al menos en el fútbol masculino. Eso es lo que podría marcar la diferencia», repasa Guerrero.
Conviene recordar en ese sentido que el desaparecido Justin Fashanu nació un 19 de febrero (el de 1961) y que por tal motivo ése es precisamente el Día Internacional contra la Homofobia en el Deporte. El inglés fue el primer futbolista de élite que se declaró abiertamente homosexual.