Dos años después del ataque racista en Charlottesville y días después del tiroteo a una sinagoga en San Diego, Trump se enfrenta a su postura sobre el racismo
GUILLERMO RODRÍGUEZ. EL ESPAÑOL.- Casi dos años después del ataque racista en Charlottesville (EEUU), en el que un supremacista blanco mató a una mujer, Heather Heyer, e hirió a decenas de personas en una manifestación antiracista, el fantasma del ataque sigue persiguiendo a Trump, que se enfrentó a esa crisis cuando apenas llevaba medio año en el cargo.
El ataque se produjo en una manifestación que protestaba contra otra, en la que el lema de «Unir a la derecha» protestaba contra la retirada de una estatua del general Robert E. Lee, que se oponía fervientemente a la liberación de esclavos negros en el país durante el siglo XIX. Los manifestantes coreaban que «los judíos no nos remplazarán».
Mientras cientos de personas se manifestaban en contra de la protesta racista, James Alex Fields Jr. se abalanzaba contra la multitud con su coche, matando a una mujer e hiriendo a otras 19 personas. Después del ataque, Donald Trump -que llevaba desde enero en el cargo- sembró la polémica diciendo que había «buenas personas en ambos lados».
Biden ‘pica’ a Trump con Charlottesville
Ahora, tres años después de la victoria de Trump y en plena campaña para las elecciones de noviembre de 2020, el fantasma de Charlottesville persigue al presidente de EEUU. En el vídeo de presentación de la campaña de Joe Biden, ex vicepresidente con Obama, hace referencia a las polémicas palabras de Trump tras el ataque.
Desde el equipo del presidente no ven del todo bien que Trump siga respaldando sus palabras sobre el ataque, las cuales califica de «casi perfectas». «El manejo del presidente de Charlottesville no fue uno de sus mejores momentos en el cargo», dijo el estratega republicano Ryan Williams, según recoge The Washington Post. «No debe coger el cebo de Joe Biden y volver a litigar esta controversia».
Al día siguiente del ataque de Biden a Trump, ocurrió el ataque a una sinagoga en Poway (San Diego). Un muerto y cuatro heridos tras un tiroteo de «seis o siete disparos» que hirieron también a un rabino de la sinagoga.
Trump se pronunció con palabras prudentes aunque contundentes sobre condenar «con fuerza el mal del antisemitismo». Añadió que «debe ser eliminado» y que llegarán «al fondo» de lo que está ocurriendo en el país, refiriéndose a todos los ataques racistas. Judd Deere, el portavoz de la Casa Blanca, dijo que la administración de Trump «continuará condenando el racismo, la intolerancia y la violencia de cualquier forma».
Los ataques racistas han aumentado con Trump
Y es que, a pesar de que Trump no crea que el supremacismo blanco en EEUU sea un problema, las estadísticas no dicen lo mismo. Según la organización ‘Liga Antidifamación’ (ADL), 39 de los 50 asesinatos relacionados con extremistas en 2018 fueron cometidos por supremacistas blancos, superando la marca de 2017.
Pero Trump sigue firme en creer que «es un pequeño grupo de personas que tienen problemas muy, muy graves». Desde ADL dicen que necesitan que «nuestros líderes sean claros y consistentes para expresar el odio cuando sucede y para reconocer que existe una línea que une Charlottesville con Pittsburgh -otro ataque a una sinagoga- y Poway».
Trump ha intentado aclarar en entrevistas recientes que en su afirmación de que había «buenas personas en ambos lados» de las protestas en Charlottesville se refería a los que «protestaban por el derribo de estatuas». Lo que Trump tiene que evaluar es qué factura le va a pasar en las elecciones de 2020 su negación del supremacismo blanco en EEUU.