Más de 40 personas sin hogar protestan desde hace diez días enfrente del Ministerio de Sanidad para pedir a los partidos soluciones para ellos
LUCÍA FRANCO. EL PAÍS.- Una veintena de tiendas de campaña en fila india que combinan con el verde de las copas de los árboles del Paseo del Prado protegen de la lluvia a más de 40 personas sin hogar que han pasado diez noches manifestándose enfrente del Ministerio de Sanidad para pedir a los partidos políticos medidas que acaben con el sinhogarismo en España. “No somos invisibles”, dicen los carteles que tienen enfrente del campamento.
Los nuevos residentes del Paseo del Prado se levantan todos los días muy temprano para planear su día. El mal clima no es una excusa para no trabajar por la causa: unos se han ido a la puerta del Decathlon, que está al lado de la estación de Atocha, a pedir a la gente que les compre tiendas de campaña. “Empezamos durmiendo en unos plásticos y gracias a la solidaridad de la gente ahora tenemos para dormir de dos en dos refugiados del frío”, dice Micky, de 32 años que ha decidido volverse portavoz de la manifestación.
También hay otras tareas pendientes que tienen que realizar durante el día. Algunos van a pedir comida, otros a repartir folletos a personas sin hogar para que se unan a la manifestación y los mayores deben quedarse a atender a la gente que se acerca al campamento.
La encargada de la limpieza y la comida del campamento es Angelines Ávila, de 69 años. Micky la encontró durmiendo en la iglesia de San Antón y le entregó un folleto en donde explicaba las razones de la protesta. “Me dijo que iba a estar más cómoda y decidí venirme”, dice Ávila. “Soy como la mamá de todos acá”, dice mientras limpia con una escoba el agua del suelo del pasillo enfrente de las camas improvisadas hechas de cartones y mantas que les han donado.
La iniciativa surgió porque el año pasado en Barcelona las personas sin techo decidieron hacer una gran protesta en la Plaza Cataluña. Explican que cada año suben las cifras de las personas que no tienen un hogar y esperan que ahora con las elecciones algún político los incluya en su agenda. “Nada ha cambiado y decidimos volver a manifestarnos”, dice Micky. “Vamos a estar acá hasta que hablen con nosotros, aunque por ahora nadie lo ha hecho”.
Cualquier persona que viva en la calle puede unirse a la protesta. “El único requisito es respetar el lugar y ser buen compañero”, dice Javier Villalonga, de 42 años, mientras le ofrece un pedazo de napolitana de chocolate a Ávila que está sentada a su lado en unos cartones improvisados que hacen de cocina dentro del campamento. Antes dormía en un albergue de los Mensajeros de la Paz, pero no le gustaba porque dice que lo echaban muy temprano a la calle y le tocaba pasar el día dando vueltas por los McDonald’s.
Villalonga vivía en Barcelona con su esposa. “Empecé a juntarme con malas compañías y mi esposa decidió dejarme”, recuerda. Con el poco dinero que le quedaba se fue a vivir a Madrid en octubre. “Todo me recordaba a mi mujer, no podía seguir en esa ciudad”, dice Villalonga, que lleva tres días en el campamento, pero asegura que se va a quedar todo el tiempo que sea necesario.
Su compañero catalán es Alejandro Teniente, de 21 años, que lleva viviendo en la calle 10 meses porque unos empresarios le ofrecieron un trabajo y una casa en la capital, pero cuando llegó todo resultó ser una estafa y se quedó sin techo. Está en el campamento con su madre y su padre. “Me quiero quedar acá todo el tiempo posible hasta que el Gobierno nos dé una respuesta porque todos merecemos un techo digno”, dice Teniente.
La protesta empezó el 16 de abril, la primera acción fue ir a los refugios, centros de acogida y las plazas a entregar a los sin techos folletos con la información de la acción que se quería realizar. “Los albergues de Madrid están masificados, los baños son insuficientes, hay mucha gente que viene con adicciones y duermes con miedo a que te puedan robar”, dice Marco Avelino, de 48 años. “Te tratan como un número y no como persona y a las 6.45 te echan a la calle muchas veces sin comida”, relata. Avelino lleva seis meses esperando una paga por discapacidad que espera le ponga un techo sobre la cabeza. “Yo había trabajado 27 años en atención al cliente en una empresa”, dice todavía extrañado con que esta sea ahora su situación.
Todos concuerdan en que la soledad y el hambre son lo peor de vivir en la calle. “Aquí nos comprendemos y nos sentimos respaldados”, explica Avelino que duerme con los ojos abiertos en la calle agarrado de sus pertenencias.
Casi 2.800 personas sin hogar en Madrid
El conteo de personas sin hogar realizado el pasado 13 de diciembre en la capital muestra que hay 2.772 personas sin hogar, frente a las 2.059 de hace dos años, según el informe coordinado por el Samur Social y organizado por el Ayuntamiento con la ayuda de varias ONG. La cifra supone un incremento del 24% en apenas 24 meses. La cifra total incluye personas que duermen en la calle (al menos 650) y otras que lo hacen en albergues (1250 alojados en centros y 683 en viviendas). Según el Ayuntamiento, el aumento tiene que ver fundamentalmente con un cambio en el perfil de las personas que residen en la calle. Hay un número importante de personas que esperan asilo.