Tiran agua hirviendo a una juez de línea en Argentina

, | 27 marzo, 2019

Rosana Paz, de 46 años, asegura que seguirá arbitrando pese a todo: “No por esto voy a bajar los brazos.

LA VANGUARDIA.- “No es fácil ser árbitro en sí mismo, imagínate siendo mujer”. Así se expresaba Rosana Paz, en declaraciones a la local Telesoldiario, después de sufrir un agresión insólita cuando solo faltaban dos minutos para el final del partido entre el Marquesado, equipo local, y el San Martín, correspondiente al Torneo Local A de la liga sanjuanina argentina. Juez de línea de 46 años y sin que una jugada conflictiva precediera al incidente, Paz cayó al suelo después de que le lanzaran desde la grada agua hirviendo en una botella.

El árbitro principal decidió parar el partido pero este acabó reanudándose con el acuerdo de los dos equipos, cuyos jugadores “estuvieron muy bien” en todo momento preguntando por el estado de la juez de línea, según la propia damnificada, que acabó en una clínica. “Pedí que me echaran agua fría para calmar el ardor. Me hicieron una placa para ver si tenía algún tipo de traumatismo. Gracias a Dios no pasó. Pero me dijo el médico que era una quemadura grave y tenía que cuidarme. Me dio un tratamiento específico que estoy cumpliendo para recuperarme”.

Rosana Paz no se rinde pese a que lo sucedido no es precisamente una novedad. Muchas veces se tiene que sobreponer a todo tipo de obstáculos, normalmente de índole machista. “No es fácil ser árbitro en sí mismo, imagínate siendo mujer. Recibís muchos insultos, agresiones machistas, otros te invitan a salir, te dicen piropos groseros, de todo. Es más, a mis dos hijos no les gusta mucho ir a verme porque cuando empiezan a insultarme se molestan, pero a mí me apasiona entrar a la cancha y desempeñar la tarea para la que me he capacitado durante tanto tiempo”, ha manifestado en su país.

Este último incidente no logrará que esta juez de línea deje de ejercer su pasión. No la vencerán. “Yo trato de educar con el respeto, no responder nunca desde la impulsividad. Todavía hay hombres que no les gusta que las mujeres vayamos ganando espacio, cargos y autoridad dentro de la sociedad. Lo más fácil para mí sería salir corriendo ante tantas barbaridades, pero le hago frente: “No voy a dar el brazo a torcer“.

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