DANIEL JONAH GOLDHAGEN. CNN. CFCA.- El antisemitismo, que tal como se sostiene es el prejuicio más persistente y destructivo de la historia de la humanidad con respecto a un grupo étnico, siempre se adaptó a las condiciones sociales, políticas y tecnológicas reinantes.
En la era global en la que vivimos, con corrientes internacionales y política y y comunicaciones que nos unen con todo el mundo, el antisemitismo se transformó en un fenómeno global, y su ámbito de influencia es bastante amplio, gracias a las tecnologías digitales: internet y la televisión satelital. El antisemitismo llega hoy en día a amplios sectores de todo el mundo en los que ni siquiera es dable encontrar judíos, y quienes se basan principalmente en internet, es decir, los jóvenes, son los más inocentes y los más vulnerables de creer en los prejuicios con los que se enfrentan. La tecnología digital se transformó en un factor que cambia totalmente la situación en lo que respecta al antisemitismo y en lo que respecta a los prejuicios y a las manifestaciones de odio en general, incluyendo aquéllas dirigidas contra afro – americanos.
El prejuicio contra los judíos nunca estuvo tan difundido por todo el mundo como lo está hoy en día, en lugares donde viven personas que son el blanco del odio, y especialmente en lugares donde no viven, tal como lo expone una investigación de posiciones globales del centro de investigación Pew que se llevó a cabo en 24 países. Los judíos constituyen un 2 % del total de la población mundial, concentrándose su gran mayoría solamente en dos países: Estados Unidos e Israel. A pesar de ello en Europa, continente en el que los alemanes y otros europeos masacraron a 6 millones de judíos durante el transcurso de la Shoah, los alcances del antisemitismo llegan a proporciones estremecedoras.
Por todo el mundo existe un antisemitismo ponzoñoso y casi uniforme, incluyendo casos en los que líderes árabes, tanto imanes como gente del pueblo se expresan diciendo que los judíos son descendientes de los monos y de los cerdos. Y más asombroso aún es que el antisemitismo esté difundido en América Latina, en África al sur del Sahara y en Asia. Un 50 % de los brasileños, un 43 % de los nigerianos y un 55 % de los chinos que fueron encuestados por el centro de investigación Pew dijeron mantener una posición hostil contra los judíos, a pesar del hecho que en el Brasil, los judíos constituyen apenas un 0.5 % del total de la población, y en el resto de los países mencionados, apenas si pueden encontrarse judíos en ellos. Aún en los Estados Unidos, donde el índice de antisemitismo es el más bajo entre los países centrales, de acuerdo a un índice de antisemitismo elaborado por la Liga Contra la Difamación, “un 15 por ciento de los americanos se incluyen dentro de la categoría más antisemita”. La tecnología digital aportó en forma decisiva al estallido del antisemitismo de cinco maneras:
Mientras que en el pasado un individuo debía exponerse en forma personal, por medio de otros individuos o por medio de algún libro, a las características diabólicamente perversas de los judíos, hoy en día el antisemitismo está ostensiblemente disponible en todo momento y en todo lugar – para quienes lo buscan deliberadamente o para quienes inocentemente buscan información. Al teclear la palaba “judío” en Google o en Bing, se obtiene de inmediato en un lugar preeminente de la lista (con frecuencia en segundo lugar) un sitio denominado JetWatch, que es un gran centro de acusaciones y expresiones de odio antisemita, y que expone 1.5 millones de páginas que lo apoyan en su cometido de ultrajar y exterminar a los judíos y al poder del que aparentemente disponen. Y ese es sólo uno entre las decenas de miles de sitios xenófobos antisemitas, y entre ellos la creciente alternativa de Wikipedia, llamada Metapedia, que se propone crear (hoy en día ya en 18 idiomas) un universo informativo antisemita.
Segundo, mientras que en el pasado las acusaciones y las nuevas iniciativas antisemitas se abrían camino lentamente, si es que lo lograban, hoy día pueden abrirse paso y propagarse como en un campo de espinas en zonas enteras o por todo el mundo, obteniendo atención en los sitios de noticias o en sitios comunitarios existentes en internet, y son proyectados ante el público en redes de televisión nacionales, zonales o internacionales. Y ello puede suceder respecto de calumnias de sangre, como aquélla que sostiene que los judíos saquean órganos de los palestinos, o programas para una aparente ocupación de la Patagonia, o – más rutinariamente – las acusaciones falsas respecto de los horrorosos actos cometidos por los israelíes. Ello es así a estar por los discursos que pueden escucharse con frecuencia por parte de políticos y líderes religiosos, que convocan al exterminio de los judíos.
Tercero, hoy día y por primera vez existen comunidades virtuales internacionales de odio antisemita. Por medio de la tecnología digital, los antisemitas obtienen el respaldo y la confirmación por parte de otros antisemitas, comunicándose con ellos en sus países de origen y por todos los rincones del mundo.
Todo lo que sabemos sobre el prejuicio apunta a que cuando es algo en común entre comunidades, y en especial cuando líderes políticos o religiosos manifiestan abiertamente su odio contra un grupo determinado, con una estrechez de mente del tipo que continúa existiendo y se propaga con una fuerza inusitada.
Cuarto, el internet y la tecnología digital combinaron distintas corrientes de antisemitismo en la mezcla del antisemitismo global. Antisemitas musulmanes adoptan motivos antisemitas de los cristianos (para reclutar en sus filas a los cristianos), y ellos describen constantemente en sus discursos y en sus caricaturas políticas a los palestinos ¡como si fuesen el mismísimo Cristo crucificado moderno¡ Los antisemitas de la tendencia de izquierda, antisemitas neo nazis, antisemitas cristianos del viejo estilo y por supuesto los antisemitas árabes e islamistas comparten un objetivo en común, en el marco de la demonización que llevan a cabo contra Israel.
Quinto, la tecnología moderna también terminó con todas las limitaciones al antisemitismo. Gracias al anonimato que brinda internet, y por la total falta de frenos del antisemitismo que llega del mundo árabe y del Islam – cuyas características habituales son la demonización de los judíos y el llamado a la exterminación de los judíos en todo el mundo – lo que los antisemitas consideran un acto absolutamente aceptable va mucho más allá del profundo diálogo antisemita que caracterizó a la Alemania nazi. No sólo los judíos que viven en Israel están en peligro, sino también los que viven en cualquier otro lugar del mundo.
La tecnología digital transformó al antisemitismo en un elemento significativo de la infraestructura del prejuicio en todo el mundo. Para poder estar bien embebido en él, todo lo que hay que hacer es, tanto sin premeditación como con ella, es teclear la palabra “judío” en vuestro buscador, y empezar a navegar.
Pero este estallido de antisemitismo también muestra la forma mediante la cual es dable luchar contra él, por medio del uso de instrumentos legales y presiones políticas, para obligar a los proveedores de servicios de internet, a los medios de comunicación social, motores de búsqueda, etc., a actuar de acuerdo a las condiciones de uso que ellos mismos establecieron, y de acuerdo a las leyes vigentes en los países democráticos – muy eficientes, especialmente en Europa – que prohíben las actividades relacionadas con la xenofobia.