La niña falleció la semana pasada tras llegar desde Guatemala junto a su padre. Según los agentes de fronteras, no había comido ni bebido «durante días»
PABLO XIMÉNEZ DE SANDOVAL. EL PAÍS.- Una niña de siete años procedente de Guatemala murió la semana pasada mientras estaba detenida por la policía fronteriza de Estados Unidos, según informó The Washington Post citando fuentes oficiales de este cuerpo. La niña cruzó la frontera de forma irregular junto con su padre y un grupo grande de inmigrantes. Según los agentes fronterizos, no había comido ni bebido durante días.
El pasado 6 de diciembre, sobre las diez de la noche, un grupo de 163 inmigrantes se entregó a los agentes de fronteras al sur de Lordsburg, Nuevo México. Se trata de una zona desértica a más de 250 kilómetros al oeste de El Paso (Texas), la única gran población en cientos de kilómetros de frontera. Por el otro lado, la localidad grande más cercana es Nogales, a casi 300 kilómetros. En esta zona desértica, las temperaturas en esta época del año llegan a los cero grados por la noche.
Alrededor de ocho horas después de ser detenida, la niña comenzó a sentir mareos. El informe de la policía citado por el Post dice que la emergencia sucedió a las 6.25. Según un comunicado del cuerpo, la menor “no había comido ni bebido agua durante varios días”. Cuando llegaron los servicios de emergencia, tenía una fiebre de 40,9 grados.
La niña fue trasladada en helicóptero desde Lordsburg hasta un centro médico de El Paso. Allí entró en parada cardiaca, pero “fue revivida”, según el diario. “Sin embargo, la niña no se recuperó y murió en el hospital menos de 24 horas después de su traslado”. El padre se encuentra en El Paso. La policía de fronteras (CBP) ha abierto una investigación para asegurarse de que se siguieron todos los protocolos.
Un portavoz de CBP, Andrew Meehan, expresó al Post las condolencias de la agencia hacia la familia de la niña. “Los agentes de la Patrulla Fronteriza tomaron todas las medidas posibles para salvar la vida de la niña en las circunstancias más difíciles. Como padres y madres, hermanos y hermanas, nos solidarizamos con la muerte de cualquier niño”.
La zona donde ocurrieron los hechos es una de las más peligrosas para cruzar irregularmente a Estados Unidos, pues la frontera está lejos de única la carretera principal y de cualquier punto poblado, a los dos lados. No está claro por dónde cruzó el grupo de 163 personas. Normalmente, los traficantes de personas mantienen a los grupos en casas seguras en pequeñas localidades en México hasta que ven la oportunidad de pasar. No es raro que los inmigrantes se adentren en el desierto engañados, convencidos de que llegarán a una gran ciudad en pocas horas. Cada año, las condiciones extremas de algunas partes de la frontera se cobran decenas de vidas.
Las cifras de detenciones en la frontera de Estados Unidos subieron significativamente en 2018 respecto al año anterior, en el que se produjo una bajada sin precedentes nada más inaugurarse la presidencia de Donald Trump. La mayor parte de ese aumento se debe a la llegada de familias con niños. En todo el año fiscal de 2018 (de septiembre a septiembre), fueron detenidas casi 400.000 personas. Solo en octubre y noviembre, ya han sido detenidas más de 100.000 personas.
El aumento en las llegadas de familias llevó al Gobierno de Trump a una política radical en la que empezó a separar a los niños de los padres, de forma que sirviera de disuasión. La reacción social contra esta práctica obligó a cancelarla a los pocos días y provocó el escrutinio de las condiciones en las que son detenidos los inmigrantes irregulares a lo largo de la frontera sur del país.
Al menos dos políticos de Texas, el congresista Joaquín Castro y el excandidato a senador Beto O’Rourke, reaccionaron el jueves por la noche en Twitter pidiendo una investigación completa de las circunstancias de la muerte de la niña guatemalteca. Castro, que preside el grupo de congresistas hispanos en Washington, publicó un comunicado en el que recuerda que el endurecimiento de las condiciones para pedir asilo en la frontera, como ha hecho el Gobierno de Donald Trump, no reduce las llegadas de personas sino que empuja la presión migratoria hacia zonas despobladas donde es más peligroso cruzar.