La histórica activista antirracista y feminista ha presentado ante los medios de comunicación la conferencia que impartirá este jueves en La Casa Encendida. «Las decisiones que llevan a las personas del sur venir a Europa o EEUU no son individuales, están marcadas por la presencia histórica del capitalismo, el colonialismo y el esclavismo», ha dicho Davis
ICÍAR GUTIÉRREZ. MARTA BORRAZ. EL DIARIO.ES.- La histórica activista Angela Davis llegaba puntual a la sala, llena de periodistas expectantes. La lucha contra el racismo y el machismo ha vuelto a cobrar fuerza y España quiere escuchar a una de sus máximas referentes. Fiel a su discurso, la filósofa e investigadora insiste: sin feminismo no hay antirracismo, sin antirracismo no hay feminismo. Y más, dice, en un momento de repunte mundial de la xenofobia, en el que los movimientos que desafían el racismo se vuelven «muy importantes».
«El racismo siempre ha estado en el centro del fascismo», ha recalcado. «Por supuesto que estamos viendo señales del regreso del fascismo en muchos países en Europa y en EEUU. La demagogia y el racismo pueden generar conducir al fascismo y es algo de lo que deberíamos tomarnos muy en serio en este momento», ha comentado Davis, que participará este jueves en el ciclo ‘Mujeres contra la impunidad’ organizado por La Casa Encendida y la Asociación de Mujeres de Guatemala con la conferencia ‘El feminismo será antirracista o no será’.
Para la activista estadounidense, la llegada a la presidencia de Donald Trump ha «estimulado» a otros líderes de ultraderecha en el mundo, desde Filipinas a Europa. «En Brasil, por ejemplo, el candidato Bolsonaro, que según las encuestas tiene el mayor apoyo, apela claramente al fascismo, a la homofobia, al racismo, a los ataques contra las mujeres», ejemplifica.
Aunque reitera que «no se puede subestimar el viraje hacia la derecha en grandes sectores» de la población en EEUU, para lo que ha recordado el caso del ataque supremacista de Charlottesville, la investigadora defiende que, en su país, se está constatando «una conciencia del racismo más grande que nunca probablemente en toda la Historia». «No solo entre los negros, latinos, indios, asiáticos, también entre blancos, que están siendo más conscientes del racismo», apunta Davis.
Asimismo, ha recordado quiénes fueron las primeras en salir a la calle tras la elección de Trump: el movimiento de mujeres. «La respuesta feminista al racismo, al colonialismo, a los esfuerzos por mantener un status quo obsoleto, es la respuesta más importante que podemos dar», agrega. «El feminismo no es solo una estrategia para superar la opresión de género, si no también contra el racismo, el fascismo y contra la explotación económica».
A su juicio, los principales «problemas de derechos civiles» son los que afectan a las personas migrantes y refugiadas en todo el mundo. Y pone como ejemplo la caravana de miles de migrantes centroamericanos que, desde el pasado 13 de octubre, recorre Centroamérica y México con el objetivo de llegar a EEUU.
«La caravana está siendo utilizada por la administración Trump para estimular un fervor antiinmigrante. Los que denunciamos el racismo tenemos que solidarizarnos con los hermanos que huyen de la violencia estatal de Centroamérica, deberíamos apoyarles y exigir el asilo», esgrime.
Davis tampoco pierde de vista los flujos migratorios a Europa. «Las decisiones que llevan a las personas del sur global venir a Europa o EEUU no son individuales, son decisiones que están marcadas por la presencia histórica del capitalismo, relacionadas con el colonialismo y el esclavismo», reitera. Además ha subrayado que el apoyo a los refugiados en España es «muy interesante», pero también se muestra preocupada por el racismo que, a menudo, vive la población migrante en nuestro país.
Para ello, la activista afroamericana ha recordado el tiempo que pasó estudiando en Alemania en los años sesenta. «Había muchísimo racismo contra los trabajadores españoles. Es muy extraño que ahora mucha gente en España esté expresando justo el mismo sentimiento contra los migrantes que provienen de África o América Central», ha comentado. Y concluye, volviendo de nuevo al país en el que, desde hace décadas, ha volcado su lucha: «La gente que ha sido engañada por Trump y la ultraderecha racista es gente afectada por las consecuencias del capitalismo global como la gente de color pobre, hay que dejar claro esta confluencia de factores».