Un grupo de 15 ultras les insultó y propinó puñetazos y patadas en el suelo cuando regresaban de la manifestación vespertina
SANDRA URBINA. LEVANTE – EMV.- El doble y a veces cuádruple cordón policial, así como la veintena de furgones antidisturbios que arrinconaron a la ultraderecha durante la manifestación vespertina del 9 d’Octubre (pese a la resistencia mostrada por algunos de ellos), lograron evitar que la violencia ejercida el pasado año sobre manifestantes y periodistas se repitiese de nuevo. O al menos así lo hizo en el recorrido de la manifestación, a la que se puso fin en la Plaza América.
No obstante, las calles limítrofes quedaron expuestas a la actuación de grupúsculos de ultraderecha. Este fue el escenario propicio para que los ultras que acudieron al centro de València con la intención de reanudar las agresiones del año pasado pudieran actuar con total libertad.
Dos jóvenes valencianos han denunciado que, a su regreso de participar en una de las manifestaciones convocadas con motivo de la festividad del día de la Comunitat Valenciana, «unas 12 o 15 personas les salieron al paso y comenzaron a escupirles e insultarles», reza la denuncia interpuesta ante la Jefatura Superior de la Policía Nacional por uno de los agredidos, Raúl (nombre falso para preservar la seguridad del denunciante), el pasado jueves.
La agresión tuvo lugar en el cruce del Puente de Aragón con Plaza Zaragoza (en dirección Paseo de la Alameda) sobre las 20.00 horas del pasado martes. «Estaban escondidos en el jardín que hay en la parte izquierda del puente, creemos que con la intención de esperar al primer antifascista que se les pusiera delante», asegura a Levante-EMV el joven presuntamente agredido que acudió a la manifestación del martes con una camiseta negra con la frase «Antifeixistes sempre» en color rojo a la altura del pecho.
«Nos los encontramos de cara, cuando nos quisimos dar cuenta ya los teníamos encima… No mediaron más palabras con nosotros que los insultos de ‘rojos’, ‘maricones’ o ‘guarros’» asegura Raúl. Este intentó huir sin percatarse que los agresores ya rodeaban a su compañero (quien ahora presenta hematomas y una fuerte dolencia en su nariz, aunque no llega a estar fracturada).
«Cuando empezaron a insultarnos ya me imaginaba lo que iba a pasar , era consciente del peligro y decidí huir», explica el joven. No obstante, cuando se percató de la paliza que le propinaban a su compañero, indica, se giró hacia él para socorrerlo.
En ese momento, dos de los individuos del grupúsculo salieron corriendo detrás suyo, alcanzándolo y propinándole un puñetazo en el labio mientras que otro lo agarraba para tirarlo violentamente contra el suelo y continuar la agresión con patadas que dejaron su cuerpo lleno de hematomas, tal como se detalla en el parte médico del joven. Ese puñetazo, además, partió el labio del joven de tal forma que fueron necesarios cuatro puntos para cerrar la herida.
Connotaciones ideológicas
Pasaron unos pocos segundos, según relata, hasta que Raúl escuchó que uno de los ultras gritaba «Esa es la última, va… Vámonos». «Supongo que tenían prisa por huir y evitar que les pillase la policía», asegura el joven. De hecho, tan solo un minuto después de las agresiones, un coche patrulla de policía nacional se personó frente a los agredidos ante el aviso de uno de los testimonios que presenciaron el abuso que dejó al joven tendido sobre el asfalto.
Raúl asegura que, a pesar de no observar en los agresores ninguna simbología característica neonazi, la paliza recibida tenía claramente connotaciones ideológicas: «Por nuestra estética y el rumbo que tomábamos, nos identificaron con personas con ideología antifascista que venían de la manifestación», asegura el agredido, «esa fue suficiente razón para ellos».