01/06/2018 ABC.- Desde que ganó las elecciones en octubre y formó gobierno con el partido ultraderechista y euroescéptico FPÖ, el conservador Sebastian Kurz se ha esforzado por convencer a Bruselas de que Austria no jugará contra Europa. Apenas un día después de asumir el cargo, en diciembre, Kurz visitó a Donald Tusk, a Jean-Claude Juncker y a Antonio Tajani para garantizar que la agenda austriaca de los Asuntos Europeos sería trasladada desde el Ministerio de Exteriores, que había dirigido en el anterior gabinete, a la Cancillería federal, su nueva oficina, por lo que continuaría bajo su control. Pero pasados los primeros meses de asentamiento del gobierno y apenas la UE muestra los primeros síntomas de la nueva ola de dificultades, el líder del FPÖ, Christian Strache, se ha hecho con las riendas del discurso austriaco sobre Europa y ha comenzado a lanzar serias iniciativas de retroceso. Personalmente, y sin que Kurz haya desautorizado la iniciativa, Strache ha tildado de «anacrónica» y «desactualizada» la libertad de movimiento de las personas dentro de la UE. A punto de asumir la presidencia por turno de la Unión, el líder de los populistas austriacos y vicecanciller del actual gobierno cuestiona la libertad de los europeos de fijar su trabajo y residencia en cualquier otro país de la UE.
Kurz, en lugar de reprochar a Strache su intervención, ha justificado que «está fundado en la posición proeuropea de Austria», pidiendo que «no se tergiversen o se interpreten en exceso» las palabras del vicecanciller. El coordinador entre ministerios, Norbert Hofer, del FPÖ, ha dicho por su parte que, a pesar de que la libre circulación de ciudadanos europeos es uno de los pilares de la UE, «no debe haber una prohibición de pensar o de debatir».
«Los problemas con el desplazamiento de trabajadores no se pueden resolver con la destrucción de la UE», ha reaccionado el líder socialdemócrata, Christian Kern. Desde NEOS, Matthias Strolz ha advertido que Strache no solo está sacudiendo los cimientos de la UE, «también está sacudiendo los cimientos de nuestra calidad de vida, porque es una innegable calidad el poder moverse libremente por Europa». A escala nacional Strolz ha señalado ciertas dificultades irresolubles en Austria si no fuera por la libre circulación de trabajadores, como las aproximadamente 50.000 plazas de enfermeras llegadas de los países del este de la UE y que actualmente atienden a los enfermos en este país, por no hablar de los 250.000 austriacos afincados en otros países de la UE y el hecho de que la riqueza de Austria depende del 60% de la participación en el mercado interno de la UE.