PILAR BONET. EL PAÍS.- El ministro del Interior ruso, Vladímir Kolokolzev, ordenó la noche del domingo una movilización general de los órganos de orden público en la capital rusa después de que una enfurecida multitud formada por nacionalistas rusos y simpatizantes de estos asaltaran, quemaran y destrozaran un centro comercial y un almacén mayorista de verduras en un barrio del sur de la ciudad —Biriuliovo Occidental—, donde residen muchos forasteros e inmigrantes. Esta mañana, un total de 1.200 personas han sido detenidas e interrogadas por la policía en una nueva redada masiva en el barrio, según infromó la agencia Interfax.
Los asaltantes, que llevaban banderas rusas, iban en busca de un ciudadano, supuestamente oriundo del Cáucaso, al que consideran sospechoso de haber matado a un ruso de una puñalada el pasado 10 de octubre.
Los cuerpos de intervención especial (OMON) actuaron en un primer momento con poca determinación. La contundencia que la policía emplea para disolver manifestaciones políticas de oposición brilló esta vez por su ausencia. Aun así, el balance de las detenciones ronda las 380 personas. Y al menos seis policías han resultado heridos. El canal de televisión Dozhd transmitió en directo los sucesos durante varias horas.
El origen de los desórdenes fue el asesinato del ruso Yegor Scherbakov, de 25 años, el pasado jueves cuando regresaba a su domicilio en compañía de una muchacha. Esta declaró que el asesino tenía acento del Cáucaso y en las redes sociales ha aparecido una foto del sospechoso. Según estas suposiciones, no confirmadas por las investigaciones, grupos nacionalistas rusos exhortaron a sus partidarios a reunirse en Biriuliovo Occidental para exigir la detención del supuesto homicida. La convocatoria atrajo a un creciente número de personas y degeneró este domingo en desmanes, saqueos y enfrentamientos. Contra los manifestantes se ha abierto una causa criminal por “gamberrismo”, lo que parece un concepto menor, teniendo en cuenta el aparente componente racista de los desórdenes.
La necesidad de frenar la inmigración ha sido el tema más importante de las elecciones a la alcaldía de Moscú que se celebraron en septiembre. Al hablar de forasteros e inmigrantes, gran parte de los moscovitas no distingue entre “ciudadanos rusos” de origen caucásico o asiático con total libertad de movimientos por su propio país y “extranjeros” con ciudadanía de los países del Cáucaso del Sur y de Asia Central. En diciembre de 2010 los nacionalistas rusos se manifestaron en Moscú para protestar por la benevolencia de los órganos de orden público con el sospechoso (un ciudadano ruso de origen caucásico) de asesinar a un hincha futbolístico ruso. El resultado fueron disturbios en los que la policía se vio obligada a proteger a muchachos de apariencia meridional. Los disturbios de hoy son “más peligrosos” que los de entonces, señala Svetlana Gánnushkina, directora de Asistencia Ciudadana, una ONG dedicada a los inmigrantes. “A diferencia de 2010, cuando los manifestantes eran solo nacionalistas, ahora se ha sumado a ellos gente normal que ha sido convencida de que todos sus males vienen de los inmigrantes. La campaña electoral por la alcaldía de Moscú ha aventado estos ánimos”, explica la activista.