La que fuera esposa del expresidente sudafricano Nelson Mandela llevaba días hospitalizada
GEMMA PARELLADA. EL PAÍS.- Con el puño al aire, concentrando toda la fuerza de su carácter en un gesto de resistencia. Así quedará sellada para la historia Winnie Madikizela-Mandela, la mujer más emblemática de la lucha contra el apartheid en la Sudáfrica racista. Carismática y controvertida, combativa desde niña, la activista y política brilló con luz y personalidad propia, además de acompañar durante más de tres décadas, con un matrimonio marcado por la distancia y la cárcel, al icono Nelson Mandela.
Hija de profesores de una aldea del Cabo Oriental —de donde también procede Nelson Mandela— Winnie creció despuntando ya con un carácter fuerte e inconformista. Arrastrada por sus convicciones, llega joven y espléndida a la gran ciudad, Johannesburgo, para ser trabajadora social. En la monstruosa capital económica sudafricana, pronto conoce al abogado que marcará el resto su vida personal y política: tiene casi 40 años y se llama Nelson Mandela. Winnie y Nelson se casan en 1958, pero la represión del régimen y el compromiso político de su marido cortan el matrimonio con una cadena perpetua. En 1964, Nelson Mandela es enviado a Robben Island, mientras Winnie Mandela se queda al cargo de sus dos hijos y de la lucha, desde su casa de Soweto. Atosigada por las fuerzas de seguridad, arrestada y torturada, Winnie no baja el puño; toma el relevo de la batalla por las libertades y se erige como pilar de la lucha antiapartheid y punta de lanza del Congreso Nacional Africano. En su detención más dura y larga, Winnie llega a pasar 17 meses en la cárcel, la mayoría del tiempo aislada.
Su posición se radicaliza y sus métodos controvertidos cruzan barreras que ensucian la imagen de la “madre de la nación” —así la siguen llamando muchos sudafricanos—. Su círculo cercano del Club de Futbol Mandela United (MUFC), que opera como una especie de milicia y de guardia de Winnie, son acusados de brutalidad y Winnie acaba involucrada por complicidad en el secuestro de un joven militante, Stompie Seipei.
El nombre de Winnie se ensombrece con los años, pero la fascinación y admiración que genera siguen vivos mientras Sudáfrica se acerca al fin del apartheid y a la democracia y, cuando Nelson Mandela es finalmente liberado después de 27 años de reclusión, Winnie está a su lado, acompañando sus primeros pasos en libertad. La imagen histórica del cambio político en Sudáfrica es también la de un matrimonio reencontrado que no se reconocerá.
Polémica e indomable, Winnie Mandela no deja de generar convulsiones. Es apartada del primer Gobierno democrático por insubordinación, después de haber sido nombrada viceministra de Artes y Cultura, y en 1996, el matrimonio entre dos de las figuras más fuertes de la historia de Sudáfrica, Winnie y Nelson, se rompe definitivamente. Los dos iconos se divorcian, y cada uno, con su carácter marcado por décadas de lucha, desde las calles, la clandestinidad y las cárceles, cada uno sigue su camino, aunque siempre siguieron teniendo un vínculo muy cercano.
Aunque controvertida, el carisma y fortaleza de Winnie han forjado a Winnie, “la madre de la nación”, como uno de los iconos más queridos y respetados de Sudáfrica.