La organización ultraderechista sopesa presentarse a las europeas de 2019 y reconoce tener relaciones con Siria y Rusia
“Siempre que me preguntan si nos vamos a presentar digo que no, pero es cuestión de encontrar el momento”, asegura Domínguez en conversación con este diario. “Tengo muy claro cuál es nuestro objetivo, pero si el año pasado hubiésemos dicho que nos presentábamos, no habríamos llegado a 2019”, añade. “Al final es saber elegir el momento”, comenta.
Hogar Social Madrid nació en 2014 siguiendo la estela de los grupos neonazis y fascistas de Amanecer Dorado en Grecia y Casa Pound en Italia. Aunque con diferencias locales, estas formaciones tienen en común su defensa de la prioridad nacional, el euroescepticismo y la islamofobia. Llevar esas ideas como bandera le ha servido a Hogar Social para ir creciendo vertiginosamente: cada una de sus acciones arrasa en las redes, el año pasado vendieron cerca de 50.000 ‘tarjetas de simpatizante’, y este trimestre abrirán dos sedes más en otras partes de la península que se sumarán a las que ya tienen en Madrid y Granada.
Desde su nacimiento, la organización liderada por Domínguez ha ido oscilando su mensaje. Si bien en un principio su parte más visible eran sus acciones xenófobas, como el asalto a la mezquita de la M-30 por el que actualmente están siendo juzgados, ahora han ido incrementando su presencia en la agenda política nacional. Dos ejemplos de ello son el escrache que protagonizaron en la estación de Atocha contra los miembros de la Mesa del Parlament, el pasado 1 de noviembre, y cuando en diciembre irrumpieron en el cierre de campaña que ERC organizó en la cárcel de Estremera.
“Te tienes que reinventar”, asegura Domínguez. “Nosotros empezamos atacando el tema social pero luego surge el yihadismo, o sale lo de Cataluña, y tienes que aprovecharlo en función de lo que interesa en la calle”, dice. “Me da mucho miedo que se nos pase el arroz pero también me da miedo hacerlo antes de tiempo. Esto es un proyecto piloto y vas calibrando y viendo qué gusta de ti y qué no y moldeándote”, añade.
Además, convertirse en partido político facilitaría a Hogar Social su existencia y su financiación. “Si nos hacemos asociación legal les ponemos en bandeja que nos hagan asociación ilícita, pero al ser un partido político es más difícil que te ilegalicen”. Por otro lado, el grupo actualmente está constituido bajo una figura fiscal de entidad dedicada a actividades solidarias por lo que no tributan a Hacienda, a pesar de que parte del dinero de la organización va destinado a pagar las multas impuestas a sus miembros por las distintas acciones que llevan a cabo. “Esta figura fiscal nos deja ingresar donaciones pero con un límite con el que tienes que estar jugando constantemente”. Si se convierten en partido político, podrían ingresar sin problema, aunque su financiación tendría que ser más transparente de lo que es actualmente.
El salto a la política que ya han dado Amanecer Dorado y Casa Pound en sus respectivos países sirve de aliciente para los ultraderechistas españoles. “Te da mucha más fuerza saber que vas a ir a Bruselas teniendo amigos, los de Amanecer Dorado están muy solos ahí y puedes incluso formar un grupo parlamentario con gente con la que no te tienes que tapar la nariz”, dice Domínguez. Aunque las elecciones italianas del pasado fin de semana han sido un duro golpe para Casa Pound, que no ha obtenido ni un 1% de los votos, no hay que olvidar que tienen 11 concejalías y 140 sedes, lo que sigue siendo una muestra de que su presencia social crece.
Las relaciones internacionales de Hogar Social, sin embargo, no se limitan exclusivamente a este tipo de grupos afines y llegan hasta algunos gobiernos extranjeros. “Con siria sobre todo”, asegura Domínguez. “Cuando llegaron la nueva cónsul y el nuevo embajador sirios nos invitaron a la Embajada y fuimos. Nosotros pertenecemos al Frente Europeo de Solidaridad con Siria y cada cuatro o cinco meses se hacen misiones con el Gobierno para ir a Damasco”, comenta. “Con Irán la relación también es buena, muy buena. Colaboro en Hispan TV comentando noticias de España”. ¿Y hay alguna relación institucional con Rusia? “No. A ver… no tanto. Algo, pero poco”.
La excepción española
A pesar de su crecimiento exponencial, hay una barrera que condiciona un supuesto futuro político para Hogar Social: tras la Transición, ningún partido de extrema derecha en España ha logrado más de un 1% en unas elecciones generales. Aunque factores como el descontento hacia los partidos tradicionales o la polarización que han aupado el mensaje de la extrema derecha europea también están presentes en España, hasta ahora la península parece una isla en la que nada de esto ha estallado realmente.
Según el estudio ‘La excepción española’, realizado por la investigadora principal del Real Instituto Elcano y coordinadora de las áreas de opinión pública y migraciones, Carmen González, esto se debe a diversos motivos. “En España, cuando preguntas por los problemas del país, la inmigración no recoge casi menciones”, señala González por teléfono. “España es milagrosa en ese sentido”.Esto responde a que gran parte de la inmigración que recibe el país es latinoamericana, católica e hispanohablante, por lo que el choque cultural no es tan fuerte.
Por otro lado, la Unión Europea cuenta con una opinión favorable y la dictadura franquista todavía está presente en la mente de los españoles. Además, el haber vivido el terrorismo de ETA evita en cierta forma que se relacione directamente Islam con yihadismo. “Si en plena crisis económica, con el paro tan alto, no ocurrió nada con la extrema derecha, ahora que estamos saliendo es más improbable que suceda”, dice González.
Sin embargo, Melisa Domínguez no cree que esto sea aplicable a su caso. “¿Qué han hecho estos partidos? Nada, poner carteles una semana antes de las elecciones… ¿cómo vas a entrar en el Congreso si no te conoce nadie?”, asegura. “Tienen una imagen arcaica, un programa desfasado que puede tener cosas buenas pero no lo saben transmitir porque el primer muro es la imagen que proyectan, porque muchos se niegan a renunciar a sus símbolos como si fueran tótems”, añade, y cree tener la clave para superar esa barrera.