La normalidad política permite que los afectados por la violencia terrorista den su testimonio en las facultades
LUIS R. AIZPEOLEA. EL PAÍS.- El 50% de los universitarios vascos desconoce el atentado de Hipercor en Barcelona en 1987, el mayor de la historia de ETA; otro 40% ignora que Miguel Ángel Blanco fue secuestrado y asesinado por la banda en 1997 y el 38% no sabe nada de los GAL. Así lo señalaba en octubre una encuesta de la Universidad de Deusto para el Gobierno de Vitoria. La confirmación de la ignorancia de los jóvenes vascos sobre el reciente pasado de terror —adelantada por EL PAÍS en mayo de 2016, tras unas sesiones universitarias en Euskadi— unida a los buenos resultados cosechados por la experiencia de los encuentros en las aulas entre víctimas del terrorismo y alumnos de enseñanza media —entre 15 y 17 años— , ha decidido a la Secretaría de Paz y Convivencia del Ejecutivo autónomo a extenderlos a la universidad. Los rectores avalan un experimento sin precedentes en otros países próximos afectados por el terrorismo como Irlanda.
Los responsables de los encuentros en las aulas, realizados desde hace cinco años, pero ideados por el Ejecutivo del socialista Patxi López, tenían prevención en llevarlos a la universidad por temor a una confrontación de un sector del alumnado con las víctimas del terrorismo. Pero la encuesta de la Universidad de Deusto ayudó a disipar el temor al confirmar que solo un 2% de los universitarios vascos apoya a ETA y que una abrumadora mayoría quiere profundizar en un fenómeno del que saben poco porque el terrorismo vasco cesó cuando aún eran prácticamente niños y no se aborda en los libros de texto ni en las tertulias familiares.
En diciembre, la Universidad de Mondragón (Gipuzkoa) fue testigo de la primera experiencia piloto con el encuentro de Sara Buesa —hija de Fernando, vicepresidente del Gobierno vasco, asesinado por ETA en 2000— y Asun Lasa —hermana de Joxi, asesinado por los GAL en 1983— con 50 alumnos de primero de carrera. El pasado miércoles hubo un segundo encuentro ante 188 alumnos de la Universidad del País Vasco, en el campus de Bilbao, en dos tandas en las que participaron dos víctimas de ETA: Iván Ramos, hijo de la militante socialista Maite Torrano, asesinada en 1987, y Dori Monasterio, hija de Fermín, taxista asesinado en 1969.
«Las primeras conclusiones de esta experiencia piloto confirman el enorme rechazo social al terrorismo por la inexistencia de incidentes en los encuentros, la mayor capacidad de los universitarios actuales de empatizar con las víctimas respecto a los de generaciones anteriores así como el respeto a los derechos humanos por encima de las reivindicaciones políticas y patrióticas. Todo apunta a que estos encuentros van a cumplir su función en la prevención de que la historia de violencia que hemos vivido no se repita, en el aumento de la conciencia crítica del pasado y en la defensa de los derechos humanos, como ha sucedido con los celebrados con los menores», señala Jonan Fernández, secretario de Paz y Convivencia del Gobierno vasco.
Lección de convivencia
Los responsables de los encuentros pretenden alcanzar en 2018, al menos, la cifra de 21 centros y 2.500 alumnos que es el balance del último año en la enseñanza media del País Vasco. Desde 2014 han participado más de 10.000 alumnos, según Enrique Ulibarriarana, asesor de la Secretaría de Paz y Convivencia.
Las víctimas que participarán en los encuentros universitarios son las mismas que ya lo han hecho en los institutos, aproximadamente una veintena. Son víctimas de ETA y grupos afines (Sara Buesa, Iván Ramos, Iñaki García Arrizabalaga, Javier Gómez Elósegui, Dori Monasterio), de los GAL (Asun Lasa, Pili Zabala) y de abusos policiales (Jorge Pérez). Además de ser víctimas reconocidas oficialmente, mantienen en sus intervenciones, en las que relatan su vivencia en una media hora, el compromiso de «deslegitimar la violencia y superar el odio». Después, abren un coloquio con los alumnos de algo más de otra media hora. «Las víctimas aportan una impagable lección de convivencia y de superación personal tras la tragedia de la violencia», señala Ulibarriarana.
«En estos primeros encuentros los universitarios reciben a las víctimas con silencio y expectación igual que sucedía con los jóvenes de 15 a 17 años. Pero se comprueba mayor madurez en las preguntas. Los menores preguntaban muchos detalles sobre los atentados. Los universitarios tienen más interés en conocer cómo es posible para una víctima superar el odio y evitar la venganza tras el daño ocasionado, cómo es posible que hayan matado a inocentes y cómo una víctima puede vivir en la misma ciudad donde reside el autor del asesinato de su familiar», añade Ulibarriarana.
Los encuentros de los alumnos vienen precedidos de una preparación por parte de los profesores que contextualizan el fenómeno terrorista en Euskadi. «Para esta tarea disponemos de documentales. También ha contribuido Memoria Plaza, el espacio itinerante que recoge testimonios de víctimas del terrorismo, que está recorriendo los municipios vascos y ha sido visitado ya por más de 18.000 personas», dice el asesor.
“ESTÁ SIENDO LA MEJOR EXPERIENCIA DE MI VIDA”
“Está siendo la mejor experiencia de mi vida al poder contar mi historia y hacernos oír cuando antes no querían escucharnos”, señala Iván Ramos, hijo de la militante socialista Maite Torrano, asesinada por ETA en 1987, que participa en los encuentros universitarios tras hacerlo con los de enseñanza media. De su encuentro el pasado miércoles con casi un centenar de universitarios en Bilbao, recuerda “sus caras de asombro mientras contaba cómo viví el asesinato de mi madre, la soledad que pasé, el tratamiento psicológico y la superación del odio para poder vivir”.
“Primero noté mucha expectación. Luego, apoyo. Todos aplaudieron menos uno. Dos chicas jóvenes lloraban con tal congoja que me acerqué a consolarlas al terminar el encuentro”, afirma Ramos. “Me preguntaron mucho qué tratamiento había seguido para superar el odio y cómo podía vivir en el mismo barrio que uno de los asesinos de mi madre. Mi respuesta fue que debes priorizar la vida de tu familia sobre los instintos de venganza y evitar la autodestrucción”.
Ramos, militante del PSE, asegura que no habla ni en nombre del PSE ni de su familia. “Lo prioritario es narrar mi experiencia. No hacer un discurso político, aunque incluyo una condena del terrorismo de ETA. Pero también lo hago de los GAL y de los abusos policiales que hubo y están pendientes de reparación. Todas las víctimas hemos sufrido una violencia injusta”.
Josu Elespe, hijo de Froilán, teniente de alcalde del Ayuntamiento de Lasarte (Gipuzkoa) asesinado por ETA en 2001, insiste en que en los encuentros se evita el adoctrinamiento político. “Lo prioritario es contar nuestra experiencia y con ella el rechazo a la violencia y la superación del odio”. dice.
“En los coloquios surgen preguntas políticas y damos nuestra visión crítica del terrorismo de ETA. Pero también de la guerra sucia cuando nos preguntan por ella. Hay mucho desconocimiento”. Elespe, como Ramos, lo considera una experiencia única. “No sólo es un desahogo. Creamos mucha empatía con los jóvenes y eso les ayuda”.