El documental ‘El número del brazo de mi bisabuelo’ muestra la emotiva conversación entre un superviviente de Auschwitz y un niño de 10 años
HÉCTOR LLANOS MARTÍNEZ. EL PAÍS.- Una letra y un número de cinco cifras: A17606. Es el código que intenta descifrarnos Elliott. Es estadounidense y tiene 10 años. Su bisabuelo nació a 7.000 kilómetros y ocho décadas de distancia, pero ambos conectan a la perfección. «¿Ibas a la escuela?», «¿qué hacías para divertirte?», le pregunta sin descanso. A través de sus respuestas, descubrimos por qué al polaco Shrulek Feldman le gustan tanto los sombreros y lo grande que era su familia antes de la guerra.
El documental El número del brazo de mi bisabuelo (HBO España) es un resumen del Holocausto contado para niños. Su duración, de apenas 18 minutos, las coloridas ilustraciones que prolongan la vida de un puñado de fotos en blanco y negro y la voz de su joven narrador acercan el relato al entendimiento infantil. En esta conversación llena de ternura no se omite ningún término necesario para definir un momento histórico del que apenas quedan testimonios en primera persona.
¿Cómo se explica a un crío lo que es el odio? El señor Feldman charla con Elliott desde el sofá de su casa. Habla de Hitler y de la estrella amarilla que servía para marcar a los judíos. También menciona los guetos y las abruptas separaciones familiares que se convirtieron en definitivas. Y el sombrero que le hizo llegar su padre. Llevaba dinero escondido en la solapa, para que pudiera comprar algo de misericordia al director de uno de los campos de concentración en los que pasó su adolescencia. «Allí no tenía nombre, solo era un número», cuenta su bisnieto a cámara, dando sentido al extraño tatuaje que inspiró todas sus dudas.
El interés genuino del niño y su capacidad de empatía son contagiosos. Llenan de humanidad un género cada vez menos académico como es el documental.
Se calcula que solo en Auschwitz murieron más de un millón de personas en apenas cinco años, de 1940 a 1945. La inmensa mayoría de esos cadáveres eran judíos. Cuando desaparezca, la memoria del señor Feldman seguirá viva a través de Elliott.