EFE.- El alto comisionado de la ONU para los Derechos Humanos, Zeid Ra’ad al Hussein, dio hoy la voz de alarma ante el aumento del discurso racista, xenófobo y de incitación al odio en Europa, de tal manera que llega ya a «dominar» el escenario político en varios países de la Unión Europea (UE).
«Más de dos tercios de los parlamentos nacionales en los países de la UE incluyen ahora partidos políticos con posturas extremas contra inmigrantes y, en algunos casos, contra musulmanes y otras comunidades minoritarias», señaló Zeid en la presentación de su informe anual ante el Consejo de Derechos Humanos de la ONU.
«Este discurso basado en el racismo, la xenofobia y la incitación al odio se ha expandido de tal manera que en varios países está dominando el panorama político, tal y como hemos visto durante la campaña electoral en Italia en las últimas semanas», recalcó Zeid.
En las elecciones generales en Italia el pasado domingo los grandes ganadores fueron los euroescépticos del Movimiento Cinco Estrellas (M5S) y la Liga Norte, frente al descenso de los partidos tradicionales.
Zeid citó como ejemplos de las tendencias populistas, anti-inmigrantes, racistas y xenófobos que ha detectado más en Europa a Hungría, Polonia, Austria y la República Checa.
El alto comisionado se enfrentó ya la pasada semana en el Consejo de Derechos Humanos al primer ministro húngaro, Viktor Orbán, al llamar al mandatario -ante la presencia del ministro de Asuntos Exteriores, Peter Szijjártó- «racista» y «xenófobo» y calificarle de «cada vez más autoritario».
Budapest pidió la dimisión inmediata de Zeid, quien de todas formas no se presentará en verano a un nuevo mandato y para quien las declaraciones que colmaron su paciencia con Hungría fueron las del propio Orbán en febrero pasado diciendo que él y sus conciudadanos «no quieren mezclar su color (de la piel) con el de otros.
Según dijo Zeid, cuando se ratificó en cada una de sus palabras, en Hungría viven 1.064 hombres y 260 mujeres de África, 10.559 de Asia y solo unos pocos de Oriente Medio, pero aún así Orbán les pone como «amenaza existencial a la cultura húngara».
Hoy el jordano se mostró preocupado también por una propuesta legislativa que daría al Ministerio del Interior el derecho a prohibir cualquier grupo que trabaje en favor de los inmigrantes e imponer multas a quienes reciban financiación del exterior.
En el caso de Polonia, donde gobierna el ultraconservador y nacionalista Ley y Justicia (PiS), Zeid mostró su incredulidad por la adopción de una polémica nueva ley que prohíbe acusar de responsabilidad o complicidad al pueblo o al Estado polaco por los crímenes del Holocausto.
La ley convierte en ilegal acusar a polacos de complicidad en el Holocausto y pena con hasta tres años de cárcel el uso de la expresión «campos de exterminio polacos», y supone la última controversia internacional tras sus reformas del sistema judicial que violan, según la Comisión Europea (CE) y Zeid, la separación de poderes y amenazan la independencia de la Justicia en el país.
El alto comisionado también aludió a la politización de la Oficina del Fiscal General y a medidas que han «comprometido» el derecho a la libertad de reunión, aumentado el poder de los servicios secretos y llevado a un importante incremento de la capacidad de control político sobre la Judicatura, los medios de comunicación, la sociedad civil y otras esferas de la vida pública.
Zeid instó de nuevo al Gobierno polaco a «revertir o enmendar» estas polémicas medidas».
Eso sí, valoró la creación de un grupo de trabajo para mejorar los esfuerzos de la lucha contra el discurso de odio y la xenofobia.
En Austria a su vez, recordó Zeid, el nuevo Gobierno incluye a un partido abiertamente anti-inmigrante y «ha anunciado una vigilancia estricta y restricciones financieras o el cierre de asociaciones, escuelas musulmanas y lugares de culto; una criminalización amplia de inmigrantes indocumentados con la intención de expulsarles automáticamente del país, y la adopción de un lenguaje extremadamente restrictivo sobre la integración y la ciudadanía».
En general, Zeid considera que los países comunitarios se centran demasiado en prevenir la llegada de inmigrantes a Europa y en deportar «a cuantos más mejor», en lugar de procurar vías legales para regular la inmigración.
En lo que se refiere a la República Checa, el jordano ve sobre todo como problema la discriminación contra la población gitana y la segregación de los niños de esta etnia en las escuelas.