El ex primer ministro y candidato Silvio Berlusconi declaró que los inmigrantes “son una bomba de tiempo a punto de estallar” y propuso expulsar a sus países de origen (la mayoría africanos) a unos 600.000
GONZALO SÁNCHEZ. EFE.- La derecha italiana ha aprovechado el tiroteo racista del sábado último para endurecer su discurso sobre la inmigración irregular a un mes de las elecciones; también el ex primer ministro Silvio Berlusconi, al que se critica por aliarse con los extremistas.
La coalición de fuerzas conservadoras ha encontrado así un punto común después de que el magnate octogenario y su principal socio, el joven líder de la xenófoba Liga Norte (LN), Matteo Salvini, hayan manifestado algunas discrepancias durante las últimas semanas.
Los dos políticos, que se presentan junto a otros ultraderechistas en los comicios generales del próximo 4 de marzo, han expresado durante la precampaña sus diferencias en materia fiscal, sobre el liderazgo de la lista o sobre la Unión Europea (UE), de la que Salvini es escéptico a pesar de ser europarlamentario.
Un hito en la agitada historia de esta coalición, condenada a entenderse, fue el tiroteo racista perpetrado el sábado por un antiguo militante de la LN, Luca Traini, contra los inmigrantes de la ciudad de Macerata (centro el país), en el seis de ellos resultaron heridos.
Traini reconoció, según los medios, que llevó a cabo este atentado para vengar el horrible asesinato de una joven de esa misma ciudad que apareció descuartizada en dos maletas, ya que por el momento el único detenido es un traficante de drogas nigeriano.
Y tanto Salvini como Berlusconi han recurrido a estos trágicos sucesos para arremeter contra la inmigración descontrolada, de la que culpan a la centroizquierda que ha gobernado el último lustro.
Salvini, admirador del presidente estadounidense Donald Trump, o de la ultraderechista francesa Marine Le Pen, salió al paso y afirmó que “la violencia no es nunca la solución”, aunque lo hizo con un significativo “pero” con el que subrayó que “la inmigración descontrolada conlleva caos, rabia y desencuentro social”.
Y siguió aderezando su discurso el domingo a la noche, en el programa “Non è l’Arena”, al considerar que “las primeras víctimas de una inmigración fuera de control son las mujeres”, anticipando acto seguido que su intención es la de repatriar a los “clandestinos”.
Casi a la misma hora, Berlusconi, que se tomó unos días de descanso en medio de una extenuante campaña, daba su opinión en materia migratoria, aunque sin citar el caso de Macerata, en el informativo de su propia cadena, Mediaset.
“UNA BOMBA SOCIAL”
En la transmisión pudo apreciarse cómo el magnate endurecía el tono de su mensaje sobre inmigración, normalmente más sosegado, ya que explicó que en su opinión los inmigrantes irregulares que residen en Italia son “una bomba social a punto de estallar”.
Remarcó que este fenómeno es “una cuestión muy urgente” porque, según sus datos, actualmente en Italia viven al menos 630.000 inmigrantes, de los que sólo 30.000 pueden ser refugiados.
El resto es esa “bomba social” a la que se refería, una expresión similar al “desencuentro social” de Salvini, porque a su juicio muchos terminan delinquiendo, por lo que deben ser “gradualmente repatriados”.
La repatriación, una solución también enarbolada por el líder de la LN: “En la Italia que tengo en mente se respetan las reglas y si no tienes permiso de residencia y vives transgrediendo la ley, regresas a tu casa en un cuarto de hora, sea cual sea el color de tu piel”, dijo.
Así, la inmigración regresó al primer plano de una campaña que hasta el momento no había versado demasiado sobre esta cuestión, determinante en la política de los últimos años, a raíz de la llegada masiva de inmigrantes desde África, tendencia que ahora está a la baja.
Las críticas a esta toma de posición de la derecha llegaron, como era de esperar, desde la izquierda, que lanzó la alarma sobre el riesgo que pueden provocar los mensajes xenófobos en política.
El presidente de la región de Toscana, Enrico Rossi, candidato por “Libres e Iguales”, denunció que “el Berlusconi ’piantavotos’ es coherente: siempre con los fascistas”, dijo en Facebook.
El ministro de Agricultura en funciones y exponente del Partido Demócrata, Maurizio Martina, criticó en la emisora RTL la “deriva extremista” de Berlusconi, “un hombre del Partido Popular Europeo”.
Por su parte el subsecretario de Asuntos Exteriores en funciones, Benedetto della Vedova, de la formación “+Europa”, aseguró que este cambio de postura demuestra que “el juego de las partes entre un Berlusconi moderado y un Salvini extremista es pura ficción”.
En su opinión, publicada en redes sociales, el ex Cavaliere no es el dique de contención del populismo, como suele presumir, sino “el caballo de Troya con el que la xenofobia política amenaza con entrar por las puertas del Palacio Chigi (sede del Gobierno) y controlar las instituciones”.