INFOBAE.- Nápoles, en el sur de Italia, es el escenario de un brutal juego de corte racista. En lo que va de agosto, dos hombres -un nigeriano y un senegalés- fueron heridos por disparos de agresores fugaces que iban en vehículos en marcha, como si se tratara de una caza al inmigrante.
La ciudad está vacía durante las noches de agosto y, con la mayoría de los napolitanos de vacaciones, los indocumentados quedan expuestos a un juego criminal de moda entre los adolescentes.
«Es un milagro que no esté en el hospital», contó al diario italiano La República un joven senegalés que recibió un disparo en la espalda cerca del Duomo. «Estaba andando por la calle cuando oí gritos, pero no me giré. No sé si alguien quería advertirme porque había visto una pistola apuntada hacia mí o si uno de los agresores quería que girase para que fuera un objetivo más fácil». Después escuchó un disparo y vio a dos jóvenes con una pistola en la mano que le apuntaban. Salió corriendo. «Dios ha querido salvarme. Creo sólo en él».
Gianluca Petruzzo, vocero de la asociación pro derechos del inmigrante 3 de febrero, afirma que este fenómeno tiene que ver con el clima social que vive el país. «El racismo seguramente se alimenta de la crisis social, de la falta de trabajo. Y sí, eso fomenta una desigualdad. Los italianos no llevan bien que los inmigrantes ‘les roben el trabajo’, como dicen ellos. Si juntamos los componentes económico y cultural, obtenemos un agravamiento del problema», comentó.
Sin embargo, la situación no es nueva en Nápoles y estos dos jóvenes no son los primeros inmigrantes atacados en la zona. Incluso, a pocos kilómetros de Nápoles existen poblaciones consideradas guetos de inmigrantes. Este es el caso de Castel Volturno, donde más de la mitad de la población está compuesta por indocumentados.
No tener papeles es un factor que expone al inmigrante, que lo acaba transformando en una persona que carece de derechos básicos. «Si un inmigrante carece del permiso de residencia y es atacado, la policía primero informa de su irregularidad migratoria y sólo después atiende su denuncia», sostiene Petruzzo.